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09

El gimnasio no abría normalmente los domingos, por lo que estaba vacío. Pero Felix sabía que si Christopher lo deseaba, el dueño abriría de todos modos. Al entrar al lugar, le llegó el ruido de una respiración pesada. Buscando el origen de aquel sonido, lo encontró.

Christopher estaba en el banco plano trabajando su pecho, levantando la barra con varios discos. Haciendo una rápida cuenta, Felix notó que estaba levantando por lo menos 140 kg. Preguntándose a sí mismo si eso era algo humanamente posible, se acercó al boxeador.

-Si te duele el hombro, no es una buena idea que exijas la articulación de esa manera - habló Felix cuando estuvo a unos pocos metros y Christopher dejaba la barra en el soporte.

Christopher lo miró, ignorando por completo las gotas de sudor de su frente. Estaba completamente sudado y Felix dedujo que estaba entrenando hace bastante tiempo. Bajó la mirada para estudiar el delgado cuerpo de Felix y suspiró casi de manera divertida, pero manteniendo su rostro serio como de costumbre.

-Si te pido que me ayudes con la última serie, ¿podrás hacerlo? - preguntó y Felix intentó no sentirse insultado, aunque tenía mucha razón.

Nunca había levantado pesas y dudaba que pudiera solo levantar la barra, que pesaba unos míseros 20 kilos. Intentando demostrarle lo contrario, se colocó del otro lado de la barra para poder ayudar a levantar y acomodarla cuando Christopher terminara.

El más alto volvió a recostarse en el banco y, con sus grandes manos, tomó la barra y comenzó a bajarla a su pecho. Felix colocó sus manos, mucho más pequeñas que las de Christopher, debajo de la barra para acompañar en el movimiento. Teniendo sus manos tan cerca, pudo admirar no solo la diferencia de tamaño, sino también en aspectos como lo largo de sus dedos, los callos que seguramente tenía en sus palmas y las venas hinchadas del dorso de sus manos. Las de Felix eran mucho más delicadas y algo dentro de sí le causó unas extrañas cosquillas. Suspirando, intentó dejar de pensar en aquello. No podía creer que tuviera un fetiche con las manos.

Cuando Christopher terminó con sus series, llevó la barra al soporte con la guía de Felix, quien notó que había llegado al fallo.

-¿Te duele mucho? - preguntó, mirando hacia abajo el rostro rojo como un tomate del boxeador debido al esfuerzo.

-Empezó hace unas semanas, pero ahora está peor - le explicó, sentándose y caminando hacia el cuarto donde Felix le hacía los masajes.

-No deberías exigirte de esa manera. Levantas... demasiado peso - le replicó, dejando la puerta abierta. No había motivo de cerrarla cuando estaban solos en aquel gimnasio.

-Tengo una pelea importante - siguió, recostándose sobre la camilla mientras Felix ponía un poco de crema en sus manos y se dirigía a su cuello y hombros, sintiendo la mirada de Christopher sobre él. Sorprendido por la cantidad de palabras que se habían dicho, volvió el silencio normal entre ellos. Christopher volvió a hablar al cabo de unos minutos-. ¿Por que vives en una casa así? - preguntó y Felix notó el tono despectivo en su voz, quedándose petrificado por unos segundos.

Se había confirmado su sospecha. Christopher había sido quien lo había llevado a su casa.

-¿Qué tiene mi casa? - preguntó ignorando el calor que comenzaba a levantarse por su cuello. Sabiendo cómo era el hogar del boxeador, tuvo consciencia de que su vivienda debía ser lo más asqueroso para Christopher.

-No entiendo cómo puedes vivir en un lugar tan deteriorado cuando ganas el sueldo que te doy - siguió y Felix finalmente lo miró a los ojos. Estaba completamente serio, pero podía ver como su nariz estaba ligeramente fruncida. Tal vez si alguien no estuviera tan familiarizado con su rostro no notaría esa tan leve expresión, pero Felix pasaba demasiado tiempo con él como para detectar cualquier cambio de su habitual y serio rostro.