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Con dificultad, Felix abrió los ojos lentamente. Le llevó un par de segundos recordar que se había desmayado en la lujosa ducha del famoso boxeador, pero al sentir una suave tela debajo de su cuerpo y una cálida sábana tapándole, se sentó lentamente para ver dónde se encontraba.

No era el cuarto de Christopher. Era algo más pequeño y se preguntó si el boxeador tenía en su departamento una habitación para invitados. Teniendo en cuenta que el departamento donde vivía era de los más caros y lujosos que conocía, no le sorprendería que fuera el caso. A través de la amplia ventana podía comprobar que aún era de noche, por lo que seguramente no había pasado mucho tiempo desde que se había desmayado.

Se incorporó intentando ignorar el dolor en su cuerpo, sobre todo en la parte baja de su espalda y en su pelvis. Al lado de él estaba su ropa prolijamente doblada. Una vez vestido, salió por la puerta de aquella habitación que daba a la amplia sala, encontrando a Christopher en la cocina. Estaba vestido con una remera blanca ajustada y con su pelo aún húmedo debido a la ducha que se había dado hace poco minutos. Verlo tan concentrado en algo que no sea algo en relación al boxeo era raro para Felix, quien no se percató que se había quedado parado en la puerta de la habitación hasta que Christopher habló sin levantar la vista de lo que estaba cocinando.

-Al fin despiertas. Ya te daba por muerto.

-Perdón - murmuró Felix abrazando su cuerpo y caminando hacía donde se encontraba el más alto.

-Siéntate - ordenó Christopher, refiriéndose a la mesa que se encontraba a unos metros de donde estaba Felix, quien obedeció.

Christopher llevaba dos platos en sus manos y Felix lo vio confundido. ¿Le había cocinado porque se había desmayado? ¿El temido boxeador de Corea?. Christopher se sentó en la cabecera de la mesa a la izquierda de Felix y tomó los utensilios para empezar a comer su pollo con arroz, el mismo plato que le había dado a Felix pero con la diferencia que a él le había servido el doble de arroz.

-Come - dijo con su usual voz tosca, pero Felix aún estaba sorprendido debido a su acción. Christopher finalmente levantó la mirada y lo vio a los ojos-. Estás demasiado delgado y ni siquiera pudiste soportar algo tan leve como aquella - Felix soportó su deseo de preguntar si realmente consideraba eso leve, pero era más sabio callarse-. Come mejor, no soy tu madre. Te dedicas a la salud, lo mínimo que puedes hacer es cuidarte - fue lo último en decir antes de comenzar a comer, dando por finalizada la conversación.

Felix dio un bocado a su comida, disfrutando del pollo sabrosamente condimentado y, a pesar de que era un plato simple, le era extraño comer algo que no sea empaquetado y vendido como comida instantánea. Debido a su dificultad con el dinero y poco tiempo en su casa, había dejado de comer de manera casera, sobre todo ahora que no estaba su abuela, quien se preocupaba tanto por su salud.

Al recordar a su abuela, Felix sintió una fuerte presión en el pecho. Debía pagar la cuota del tratamiento y visitarla. Se prometió a sí mismo ir al día siguiente.



Luego de comer, Felix le agradeció por la comida y se despidió antes de volver a su casa. Era tarde, pero aún funcionaba con normalidad el transporte público, por lo que aprovechó el largo viaje para poder descansar su cuerpo y mente. Tenía un par de cuadras entre la parada del autobús y su casa y ya estaba llegando cuando fue sorprendido por una mano que lo tomó de su brazo y lo atrajo a un callejón.

-¡Suéltame! - gritó Felix, quien intentó liberarse del agarre y golpear al desconocido, quien lo tenía completamente inmovilizado contra la pared.

-Quédate quieto si no quieres que aumente tu deuda - dijo una voz que reconoció inmediatamente. El aroma tampoco pasó desapercibido. Muchas veces ha estado a punto de vomitar con solo oler al asqueroso hombre. Gwon le sonrió maliciosamente e inclinó ligeramente su cabeza a un costado-. Me he enterado que trabajas como fisioterapeuta para un boxeador. Y yo que creía que finalmente te habías rendido vendiendo tu cuerpo - siguió y Felix inhalo profundamente, ignorando su vergüenza-. Debo admitir que te extraño. Ha pasado mucho tiempo desde que has llegado arrastrándote hacia mi oficina pidiendo que te bajara la deuda.

jinx » chanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora