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03

-¿Deseas un masaje general como la última vez? - preguntó Felix, tratando de calmar sus extremidades, las cuales no podían dejar de temblar por el miedo que sentía estando completamente a solas con ese sujeto. Nadie sabía que estaba en la casa de un posible sociópata e inmediatamente se arrepintió de no haberle avisado a alguno de sus amigos.

-Quiero otro tipo de servicio - comenzó a responder Christopher, caminando hacia su cama donde el más pequeño supuso que le realizaría su tratamiento.

-¿Tienes alguna lesión? - indagó inocentemente mientras observaba más detenidamente el rostro del boxeador, el cual comenzaba a sonreír con unas intenciones que Felix sabía que no le iban a gustar.

-Escuchaste lo que Yang dijo hace un rato. Tengo una especie de maldición - le explicó Christopher sentándose en el borde de la cama más enorme que había visto Felix en su vida-. Sin importar cuánto entrene, tengo que tener buen sexo antes de una competencia para ganar. ¿Qué piensas, doc? - preguntó de manera casual y Felix tuvo que tragar saliva al sentir inmediatamente su garganta seca. No esperaba hablar de algo tan íntimo con alguien que acababa de conocer, menos aún con un hombre como Christopher.

-No sé. Todos tenemos nuestras rutinas... - fue lo único que se le ocurrió responder, sin querer hacerlo enojar ni que Christopher creyera que lo estaba juzgando, quien le dirigió una sonrisa que no llegó a sus ojos, los cuales mostraban cada vez más las intenciones del hombre-. ¿Entonces qué quieres que haga?

-Así que sí eres más estúpido de lo que pareces - murmuró tan bajo que Felix supuso que se lo decía a sí mismo, sintiendo sus mejillas enrojecerse profundamente por la humillación-. Yang ya no me funcionaba, por eso te llamé. ¿O realmente creíste que necesitaría solo unos masajes a estas horas de la noche? ¿O que pagaría todo ese dinero que te ofrecí solo para que me hagas un tratamiento?

-Yo... no vine aquí para tener sexo - logró hablar Felix a pesar de su fuerte nudo en la garganta, sintiéndose pequeño y un idiota bajo la mirada de Christopher.

-Entonces no te daré nada de ese dinero - respondió y Felix sintió una gran presión en su pecho-. Vete, debo hacer unos llamados - dijo mientras se levantaba de la cama y tomaba el celular que había dejado sobre la mesa de noche.

Felix no podía dejar de pensar en lo estúpido que había sido, siendo tan ingenuo. Pero una parte suya, mucho más desesperada, no podía dejar pasar aquella oportunidad. Realmente necesitaba ese dinero y dejar pasar aquella oportunidad, por humillante que sea, sería algo de lo que se arrepentiría más tarde. Christopher se estaba llevando el celular a su oreja, seguramente otra persona con la que sustituir a Felix, cuando el más pequeño lo tomó del brazo.

-Lo haré. Pero ese dinero será mío - habló decidido y Christopher le dirigió una sonrisa, cortando la llamada, tirando el celular en un sofá ubicado cerca de su cama y levantó a Felix del suelo. Lo había agarrado del culo, obligando a Felix a rodear la cintura del morocho con sus delgadas piernas y el cuello con sus brazos para evitar caerse, sorprendido por un breve segundo de la fuerza de Christopher al levantarlo casi como si fuera una pluma, aunque rápidamente recordó el musculoso y enorme cuerpo del hombre.

-¡Bájame! - logró gritar Felix antes de que el boxeador lo dejara sin un mínimo de delicadeza en su cama. Si no lo hubiera tirado en el medio de la enorme cama, seguramente se hubiera caído al piso al haber rebotado en el colchón.

-Sácate la ropa - comenzó a decir el más fuerte. Sin esperar a que el otro se desvistiera, se desató la bata y la tiró al piso, dejando a Felix frente a un cuerpo que parecía tallado a mano por un experto. A pesar de no ser la primera vez en verlo así, no podía dejar de admirar como cada uno de los músculos estaban completamente marcados y definidos. Sus abdominales se veían sin ninguna necesidad de flexionarlos y aquella parte bajo sus abdominales con forma de V estaba igual de definida. Felix sintió su rostro aún más caliente si era posible cuando su mirada chocó con aquel miembro ya erecto, igual de grande y grueso que el hombre frente suyo-. Si piensas que lo haré por ti, estás muy equivocado - habló ligeramente irritado y Felix, tratando de ignorar el claro nerviosismo que sentía, comenzó a desvestirse.
Christopher lo miró con detenimiento parado junto al borde de la cama, estudiando cada uno de sus movimientos como el más pequeño lo había visto hacer con sus contrincantes en sus torneos. Felix tenía una constitución bastante delgada, siendo lo único marcado su abdomen, pero no por ejercicio sino por su genética con tan poco porcentaje de grasa. Sus hombros no medían más de la mitad del ancho de los hombros del boxeador y Felix casi jadeó al ver la notoria diferencia de tamaño entre sus cuerpos, sintiéndose aún más pequeño cerca de él.