Capítulo 12: El As

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Base aérea del ejército del Miet-kog, febrero de 1970

El asesino de buitres. El tercer mago con más bajas a su nombre de todo el ejército. Se ganó su nombre por su modus operandi, el cual consistía en atacar formaciones de novatos de frente para romperlas y luego ir uno por uno, como un buitre buscando carroña. Sin embargo, le buscó las cosquillas a quien no debía.

El buitre se lanzó de frente hacia mi posición, buscando que me asustara y huyera, pero como quien juega a la gallina, yo cargué de frente hacia él, con la bayoneta fijada e imbuida en magia, para aumentar su tamaño y su capacidad de corte.

Durante el duelo, intercambiamos varios disparos que impactaron con los escudos. En cierto punto, un recluta mietvanita intentó atacarme por la espalda, pero fue él el que se ganó un billete de ida al infierno.

Tras varios minutos de combate intenso, mi pelotón logró capturar la base sin más bajas, haciendo que el enemigo se retirara jungla adentro. Sin embargo, mi cruzada personal con aquel mago no finalizó, y se prolongó más y más.

Llegados a cierto punto, logré acotar el espacio entre el enemigo y yo, y con un tajo de mi bayoneta desgarré su escudo, dejándolo indefenso. Con un golpe en la boca de su fusil, logré apartar la mira de mi frente, aunque él disparó, acanzándome en un costado. Pese a esto, con una mano coloqué mi fusil apuntando hacia su pecho y vacié mi último cargador en modo automático, mientras con la otra aguantaba su fusil lejos de mí, para evitar otra herida.

-Tào lao -Alcanzó a decir, antes de precipitarse hacia el suelo.

Herida y agotada, yo bajé, poco a poco, hacia el suelo, hasta que logré sentarme en la sombra de un árbol.

-Joder. No puedo más. -Dije, quitándome el casco y dejando caer el fusil a un lado -Este trabajo va a acabar conmigo.

Ryan apareció caminando.

-¡Señora!¡La base ha sido tomada! En un par de minutos vendrán los Hueys con la infantería y los refuerzos.

-Perfecto. Un problema menos.

-Señora... Eh... Está usted sangrando. Mucho.

-No es nada. Llama a la base para que venga un médico y mañana estaré como nueva.

Charlotte apareció en la misma esquina que Ryan, y al ver la sangre corrió hacia mi posición.

-¡Joder Erika!¡Te estás desangrando!

-No es nada Charlotte, no te preocupes.

-¡Claro que es algo! -Dijo, mientras presionaba la herida.

El sol salía por el horizonte, pero yo veía cada vez más negro

-Solo tengo sueño -Dije -Ya me he cargado a 5 magos. Una simple bala no va a... -Acto seguido, desfallecí.

Dos semanas más tarde, hospital de la base de los Estados Unificados en Vietnam del sur

Pasé tres días inconsciente debido a la pérdida de sangre, y para una correcta recuperación se me asignaron un par de meses de permiso, que vinieron junto con un ascenso y una medalla de bronce. Al parecer convertirme en as en un dia al abatir 5 enemigos en una misma misión era algo bastante impresionante. Total, que ahora, gracias a mis acciones era cabo y tenía una medalla de bronce. Además, dos meses de vacaciones, pero me daba mucha flojera volver a casa a visitar a Lily, así que me quedé en la base, pero salía regularmente.

Cuando Charlotte tenía permiso, nos íbamos a los bares por la noche, donde ella siempre ligaba y yo acababa haciéndole de wingman. Ella acabó liándose con un ciudadano local, pero no duraron mucho más de dos semanas.

Sin embargo, en uno de mis paseos en solitario, en un mercado vi a una chica, bajita, con la nariz achatada, una sonrisa encantadora, los ojos rasgados y el pelo, liso y corto de color negro, que le enmarcaba la cara. Su piel era clara como la nieve. Nunca había visto una mujer tan guapa, ni en Austria, ni en los Estados Unificados. Y me enamoré de ella.

Su nombre era Hoa Vân. Era la tendera de un puesto de fruta, y siempre le compraba algo para comer mientras paseaba. Poco a poco empezamos a hablar, a quedar y finalmente le confesé lo que sentía. Ella me correspondió, y aquella noche dormimos juntas. Cuando finalizó mi permiso, me entregó una fotografía suya para que la recordara. Yo me despedí de ella con un beso. En los innumerables enfrentamientos que me esperaba la guerra, llevaba su foto dentro de mi casco, como un amuleto protector.

La hija de ArgentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora