4. Jungkook

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Él es tan... interesante.

Su boca se mueve tan rápido que apenas puedo seguirle el ritmo. Me entero de su padre es microbiólogo y el motivo de su mudanza. Su equipo está estudiando una nueva especie de organismos descubiertos en Mountain Grand Lake. Su madre es cirujana pediatra. Tiene cuatro hermanos, todos menores. En su vieja escuela, hacía atletismo, estaba en el equipo de debate y en el consejo estudiantil. Cuando se gradúe de la secundaria, quiere ir a la universidad para estudiar ingeniería porque quiere convertirse en astronauta.

—Mamá dice que es imposible. Que debería convertirme en científico como papá o doctor como ella. —Sus labios rosados, rosados como las fresas hacen puchero, recordándome nuestro rápido beso en el baño—. Piensan que debido a mi enfermedad, no puedo hacerlo.

—¿Puedes?

Se encoge de hombros.

—Técnicamente, tienes que gozar de una salud óptima, cosa que yo no tengo. Pero solo tengo dieciocho años. Supongo que para cuando termine las interminables cantidades de educación necesarias, se darán grandes pasos para la diabetes tipo 1. Y luego hacia Marte iré. —Su sonrisa es contagiosa, aunque una punzada de tristeza pellizca mi corazón.

No puedo imaginarme querer hacer algo pero ser físicamente incapaz. Siempre he dado por sentada mi salud. Junghyun también lo hacía.

—¿Qué hay de ti? —pregunta—. ¿Cuál es tu futuro?

Una fría sensación de terror me invade. No se suponía que debía llegar al almuerzo, mucho menos a dentro de diez años. Claro, una vez tuve sueños pero se convirtieron en pesadillas cuando perdí a mi hermano. Luego, se desvanecieron en nada. Hay un vacío negro donde se encuentra mi vida futura.

—No lo sé.

Sus ojos se entrecierran, pelándome capa por capa.

—Todo el mundo sabe qué ama. Amo los misterios, la ciencia y lo desconocido. Quiero explorar y aprender. Cuando eras pequeño, ¿qué les decías a todos que querías ser de mayor?

Junghyun quería ser policía.

Era la única vez que no queríamos hacer cosas juntos. La idea de conducir por la ciudad deteniendo a la gente era aburrido para mí.

—Profesor de música —admito, y el calor inunda mi cuello y mejillas.

—¿Te gusta la música? —Sus ojos verdes se iluminan y sus dientes brillan detrás de su sonrisa.

—Me encanta.

—¿Así que quieres enseñarla?

—En ese entonces lo hacía. Me gusta aprender sobre eso. Algo así como tú y el espacio, supongo. Me gusta entender las notas y los ritmos. Leer más allá de las letras. Ver poesía en notas musicales y compases. Es una especie de ciencia, supongo. Me interesa su mecánica.

—Dr. Música. Me gusta.

Ahora que me hace hablar, el viejo yo sale a la superficie, ansioso por compartir algo sobre mi antiguo yo.

—Estoy enamorado de Trent Reznor. ¿Lo conoces?

Él se ríe.

—Sí, nos conocemos de hace tiempo.

—Idiota —me quejo, pero para nada molesto porque el chico nerd es bastante hermoso de ver.

—Me gusta su música, así que sí, lo conozco.

—Es un genio —le explico, sentándome derecho mientras la emoción familiar arde a través de mis venas—. Él escucha notas y les da sentido como lo haría un científico con datos. Mezcla fórmulas y prueba los límites del sonido. Cada instrumento es una herramienta para que él amplíe su aprendizaje. Así que es un artista, pero está obsesionado con la ciencia de la misma. Y eso no es ni siquiera con respecto a sus letras.

E.Q.Q.M.QDonde viven las historias. Descúbrelo ahora