Blood prison | Symbrock

XI

Ya habían pasado unos días desde la fiesta, había sido una noche bastante agotadora.

Más para Eddie, tenía que aguantarse a un Venom bailarín que estaba lleno de energía.

—Eddie, ¿pido que te traigan el desayuno? Llevas así dos días.

—Sí, por favor—le dolía la cabeza de tanto bailar, Venom lo había aturdido demasiado.

288 salió de la selda gracias a un guardia, quería ayudar ahora a su compañero que estaba en un mal estado.

Estaba en su cama sin levantarse, sentía que la cabeza le explotaría sin haber consumido una pisca de alcohol.

—Te estás volviendo viejo.

—Cállate, no tengo ánimos para pelear—tocaba su cabeza constantemente y sentía que subía más la temperatura.

Su compañero se materializó armando un torso para poder ver el estado de Eddie por fuera.

—Si que te ves terrible.

—Gracias a ti.

—¿Sufres de migrañas?

—Algunas veces, se debe al movimiento, me mareo fácil y me da migraña.

—¿Por qué nunca me lo dijiste? Así nunca hubiera aceptado la batalla de baile.

—Estabas muy emocionado, no podía negarme.

—¡Por favor! Primero estas tu, Eddie.

—Bien, lo tendré en cuenta—sonrió algo cansado, se sentía algo débil.

Venom estaba algo triste, se sentía culpable de que su amigo estuviera enfermo.

—Lo siento—susurró.

—No te disculpes V, no fue tu culpa—Eddie estiró sus brazos, estaba llamándolo indirectamente a que fuera a sus brazos.

Venom se acostó al lado del castaño, abrazaba a su compañero con fuerza, no quería soltarlo, se sentía bien.

—Aunque sienta que me vas a sacar las tripas, me gustan tus abrazos—se sinceró.

Venom se sorprendió ligeramente y su ánimo aumentó, abrazó con más fuerza a Eddie.

—Te queremos, Eddie.

Resonaba en su cabeza aquella frase, retumbaba como tambores dentro de él, su mirada pasó de relajada a exaltada.

El castaño abrió sus ojos de golpe y su corazón se aceleró demasiado, Venom se había percatado de ello ya que su cabeza estaba arrecostada en su pecho.

—Tú pulso se aceleró, ¿te encuentras bien?

—S-Sí, debe ser producto de la migraña... —disimuló. El simbionte no le tomó tanta importancia.

Dios, creo que soy gay.