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Como era de esperarse, aquella fiesta que buscaba celebrar los "no divorcios" de la alta sociedad del infierno, era una completa burla para quienes como Alastor, no estaban verdaderamente interesados en tales banalidades. Sin embargo, al haber recibido una invitación directa de la princesa Stella Goetia, el wendigo opto que, por al menos esa vez, trataría de ser diplomático y asistir, aunque no fuera nada de su interés.

Lo único que simplemente no espero es que justo antes de ingresar al salón, su querida esposa se congelara en medio de las escaleras, temblando de miedo.

Que tan patética y débil podía ser la pequeña princesa del infierno.

Con el gran potencial que yacía en su mirada y el fuego ardiente que observo la vez que decidió encararlo para cuestionar el porqué de su matrimonio o cuando decidió "engañarlo" para ver los resto de lo que era su hotel, esperaba que al menos ese tipo de osadía la mantuviera cuerda para ese tipo de eventos.

Mientras tenía una copa de vino entre sus dedos, Alastor aun repasaba la faz dolorosa y asustada de Charlie, temblando como un pajarillo que estaba a punto de tomar vuelo por primera vez en la vida. Se le hacía inconcebible que alguien que había enfrentado la humillación en múltiples ocasiones se rompiera tan fácilmente en un escenario tan banal y pobre, no obstante, sería un gran inconveniente para él y su imagen si su "encantadora esposa" se negara a entrar al salón, envuelta en un mar de ridículas lágrimas. De modo que decidió tratar de ponerse en su lugar y utilizar la elocuencia de sus palabras para calmar su asustado corazón. Fue solo un movimiento despreocupado, que obtuvo los resultados esperados cuando su semblante tembloroso cambio a uno más calmado, permitiendo ingresar finalmente al salón donde la vista de todos se posó sobre ellos una vez comenzaron a pasearse por el lugar.

Como esperaba, los comentarios y observaciones malintencionadas no tardaron en llegar. La princesa Charlotte se había cimentado una pobre reputación en el alto mundo de la nobleza del infierno, donde las burlas hacia ella eran de lo más hablado, denigrando su vestido, su forma de ser o siquiera la forma que tenía al caminar. Aunque también hubo otras expresiones de sorpresa al verla, incapaces de creer que se trataba de la pequeña hija del rey del infierno.

—Buenas noches, Princesa Charlotte, Míster Radio Demon —los saludo la princesa Stella llegando hacia ellos con elegancia y arrogancia.

—Su título ahora es de príncipe, querida. Hace poco contrajo nupcias con la princesa Charlotte —le recordó su esposo, el príncipe de la casta Goetia y maestro de la astrología, Stolas. Este pareció llegar poco después de ella, colocándose a su lado con gesto cansado pero solemne—Eso convierte a su alteza, en un príncipe.

Lady Stella pareció molesta por el comentario de su marido, disimulando muy bien la expresión que

—Cierto, mis disculpas —expreso, aunque el tono no parecía muy convincente—. Príncipe Alastor, princesa Charlotte, mis cordiales saludos a mi querida reunión, espero puedan disfrutar de la comida y el vino tanto como gusten —y se apartó, para ir a saludar a otras parejas del salón.

Ella no parecía tomarlo seriamente en cuenta, quizás era más la curiosidad de conocer en persona a quien era ahora el nuevo yerno del Rey Lucifer, quien posiblemente heredaría la corona del infierno en algún momento. Pero el hecho de que sus raíces fueran mortales, parecían desagradarle al demonio búho, casi como si estuviera oliendo estiércol frente a ella.

—Me alegra verla nuevamente, princesa Charlotte —saludo Stolas, poniendo un leve interés en la faz de Charlie—. Se ve maravillosamente deslumbrante en esta ocasión.

El rostro de Charlie tomo un singular color rojo, semejando el de sus mejillas. Con vergüenza, bajo el rostro.

—A-Ah, gracias —el halago claramente la tomó por sorpresa, pero como no había signos de mala intención o sarcasmo, parecía haber generado un cambio positivo en su expresión.

Princesa imperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora