Verdad

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Eran ya llegadas las tres de la tarde cuando Alastor se encontraba sentado bebiendo un café caliente mientras escuchaba algunas de las canciones de su consola personal, disfrutando del apacible momento en la tranquilidad de su jardín. Desde lejos podía ver a su viejo amigo Husk refunfuñando mientras barría las hojas caídas en los alrededores de su jardín.

Para el wendigo era tan divertido mofarse del demonio obligándole a realizar actividades sin sentido que no le tomarían nada de tiempo pero que lograban sacar la peor careta del otro, logrando con creces un momento de diversión personal mientras disfrutaba del café de la tarde.

—Por una maldita mierda, esto no tiene fin —gruño, lanzando el rastrillo a un lado, yendo en dirección a Alastor, con claras intenciones de —. Maldito bastardo ¿te divierte esta mierda? ¿Acaso crees que soy un jodido payaso? —vocifero, Alastor tardo un segundo en responder, como si lo pensara.

—Podría decirse que sí, pero también me estas ayudando con esta importante tarea de mantener mi hogar en buenas condiciones, así que deberías sentirte honrado —comento divertido.

Husk claramente quería golpearle, su expresión y el rechinido de sus dientes lo decía, pero era tan cobarde que lo único que hacía era retractarse de sus acciones, regresando a su cansada expresión de enojo, para ir a buscar de nuevo el rastrillo que le ayudaba con su labor. Aun así, había una cosa que le parecía raro, en todo ese periodo de tiempo que estuvo en ese lugar.

—¿Volviste a hacer llorar a la pobre princesita esa? —pregunto vagamente el gato, llamando la atención del locutor—. No la he visto salir en todo el día —comento.

Alastor tomo un sorbo de su café tranquilamente, tarareando al ritmo de la canción que estaba sonando en su radio.

—Podría decirse que tuvo la mala suerte de iniciar un contacto no solicitado —le comentó despreocupado.

De golpe el demonio gato volteo a verlo, sintiendo un sudor frio correr su espalda con terror, entendiendo lo sucedido de inmediato. Un sentimiento de congoja surgió en su estómago ante el posible escenario que se pudo haber suscitado con la princesa del infierno.

—Debe estar bien encabronada contigo para volver a encerrarse como el último mes —expreso con cierto cuidado, evaluando de reojo las reacciones de su empleador desde una distancia segura.

No era común que Alastor usara su fuerza para atentar contra las mujeres, era más bien conocido por ser un caballero ejemplar, no obstante, al entrar en el contexto el verse tocado sin su debido permiso, las cosas eran totalmente diferentes. En muchas ocasiones, le toco ver como sujetos sin cerebro cometían el terrible error de tocarlo primero, terminando convertidos en una masa indescriptible que le revolvía el estómago de solo recordarlo. En el mejor de los casos, la pequeña princesa pudo haber salido con un terrible susto, pero el no haberla siquiera escuchado en todo ese día no le generaba un buen presentimiento.

Conociéndole, le creía capaz de muchas cosas, incluso de asesinar a la mismísima princesa del infierno solo por el repudio de haber recibido un maldito toque sin su debido permiso.

—Oh bueno, ella se escapó anoche de aquí para ir a buscar algo o alguien, quizás llego su primera etapa de rebeldía matrimonial, es bastante común que la novia se escape en algún punto ¿no es así? —se rio pese que el demonio ante él no podía creer sus palabras.

En tiempos normales, el demonio escarlata hubiera evitado los pormenores de sus circunstancias personales, pero en vista de que el tema le hacía gracia y sería un verdadero entretenimiento observar la reacción de su subordinado, decidió ser sincero al respecto esta vez.

—¿Qué? —exclamo, sin dar crédito a lo que oía, parecía una mala broma del demonio, que no es que fuera atípicas, ya que este siempre buscaba el modo de joderle la paciencia, tal como el trabajo que apenas había terminado—. Me estás diciendo que esa débil y sollozante princesa escapo de tu barrera, así como así, sin

Princesa imperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora