Despedida

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Una mansión vacía, una relación vacía, una vida vacía.

El sonido de la música, lejos de ser estridente, resonaba en ese inmenso salón donde varias parejas de demonios compartían un maravilloso baile en celebración del matrimonio de la princesa del infierno y el demonio de la radio

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El sonido de la música, lejos de ser estridente, resonaba en ese inmenso salón donde varias parejas de demonios compartían un maravilloso baile en celebración del matrimonio de la princesa del infierno y el demonio de la radio. Desde su lugar, sentada a lado de los reyes del infierno con su esposo a escasos metros de ella, Charlie seguía inmersa en sus pensamientos.

Justo en el momento en el que debían unificar sus labios, el demonio Alastor hizo un jugado acto de ilusión, haciendo aparentar que se habían besado. Sosteniendo sus labios, Charlie aun contenía el estremecimiento de aquella mirada. Una mirada que estaba impregnada de burla y soberbia, que en un solo instante había sido capaz de percibir antes de que volviera a aquella expresión siempre sonriente y risueña, tarareando al ritmo de la melodía que tocaban los músicos, observando desde su lugar el baile de los otros.

De por sí, para la princesa del infierno, la situación y su esposo en si era algo extraño. Aunque esta había sido la primera vez que se veían en persona, Charlie sabía quién era. Es más, estaba segura que no había nadie en el infierno que no lo conociera por lo brutal de su actitud y lo sanguinario que podía llegar a ser, aun sin desplegar todo su poder. Teniendo eso en cuenta, la mente se Charlie se había imaginado un demonio más ególatra y déspota, semejante a Harold en alguna forma. Sin embargo, en el breve periodo de tiempo que habían pasado durante ese ínfimo lapso de tiempo este había comportado como un verdadero caballero. Atento a sus expresiones, buscaba conversar con ella de temas que la distrajera. Hablándole con suma cordialidad, siempre con aquella sonrisa en su rostro. Decir que no estaba sorprendida seria mentirse vanamente y el hecho que no la hubiera degradado o apelado algún aspecto negativo de su forma de pensar, como todos los demás que podrían estar en esa misma sala, la mantuvo tranquila por un buen momento durante la noche.

La anterior pieza termino y todos se detuvieron para dar un gran aplauso a los músicos que se levantaron para recibir las ovaciones. De repente, Alastor se levantó de su asiento ante la mirada curiosa de Charlie, este le extendió su mano.

— ¿Me concede esta pieza? —preguntó inclinándose levemente hacia ella con una sonrisa.

Charlie pareció dudarlo, pero sobre ella las miradas no solo de sus padres, sino también de todos los presentes. Aun cuando son los recién casados, no habían compartido su primer baile, por eso decide por aceptar su invitación.

Ambos bajan de su sitió hacia el centro de la pista, los demonios van alejándose de ellos, permitiéndoles ser los únicos en el centro. Alastor pareciera haber hecho un gesto dirigido hacia los músicos justo antes de tomarla de la espalda baja y sostener su mano.

La música inició y con ello, su suave danza. Con una marcha tenue que se guiaba por el tonar del violín que era la melodía líder de aquel vals, se movieron cándidamente por todo el espacio del centro del salón bajo la eterna mirada de sus invitados. En sí misma, la danza entre ellos no tenía ningún tropiezo, manteniendo giros elegantes y pasos continuos entre pequeños y largos. Llamando su atención, Alastor emitió una suave sira.

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