Temores

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Fueron largas horas después que la princesa pudo "respirar un poco" al finalmente retirarse de aquel insulso salón de fiestas. Nunca imagino la sensación de alivio que treparía por su pecho una vez ingreso al auto que los llevaría a ella y Alastor a su residencia. Mirando por la ventana, el camino por las calles de la ciudad pentagrama dejaba un espacio lento y silencioso. Charlie veía las calles de la ciudad sin haber cambiado demasiado, en plena "tranquilidad" después de haber ocurrido el exterminio anual y las guerras territoriales de principio de año, se podía ver a muchos pecadores caminar por las calles abarrotadas, realizando cualquier actividad. Si era sincera, por un instante Charlie quería ser como ellos, ser una pecadora más, sin tener que estar ligada a nobles de asquerosas facetas que solo la lastimaban por ser quien era, por ser diferente a lo que debería representar. No le importaba que pudiera estar condenada, creía que no habría peor castigo que ese.

—Tal parece que la reunión no fue de tu agrado —comentó este en el camino de regreso en auto. Charlie no quería tener que responderle y el pareció notarlo, pero esta vez sonriendo más abiertamente—. Creí que encontrarte con una vieja amistad hubiera elevado tu ánimo.

La mención del encuentro de Ángel con la odiosa intervención de valentino solo hizo que el malestar en Charlie aumentara, no sabía si el demonio había dicho eso a propósito esperando que su reacción fuera lamentable, y que triste para ella que fue justo de ese modo, se abrazó a sí misma, con un gesto lastimero mientras veía por la ventana.

Una vez llegaron a la residencia del demonio, Charlie salió del auto sin esperar que el otro abriera la puerta, corriendo directamente hacia su habitación con una enorme molestia y decepción de sí misma atacándole el pecho. Cerro la puerta con lleva e ignoro cuando los pasos de Alastor se posaron por el pasillo en dirección a su propia habitación.

Se deshizo del vestido, la corona y de las prendas lanzándolas tan lejos de su vista, sin importar si estos se rompían o estropeaban, porque de igual modo, no eran nada de ella, no representaban lo que ella quería sino lo que otros esperaban de ella. No era su verdadero ser y odiaba profundamente que ni siquiera esos grilletes fueran capaces de aportarle algo, no eran más que una carga y una maldición.

A un costado, visualizo la carta que su madre le había entregado y lo mucho que había luchado con sus impulsos para no leerla en el palacio de los Goetia. Recordó las palabras de su padre y la expresión de su madre, y tragando con dificultad, extendió su mano para tomarla entre sus manos. Usando una tijera que estaba en su peinadora, abrió cuidadosamente el sobre para no afectar el contenido del mismo. Sus manos temblaban cuando desdoblaba el papel y al abrirla, se sorprendió de lo vació que estaba, excepto por una pequeña serie de palabras.

Sin poder concebir las palabras que allí estaban escritas, dejo caer la carta de sus manos, cubriendo su boca para contener el ataque de pánico que la envolvía. La carta era un papel blanco con solo un par de letras escritas en el medio, sin enunciar saludo o despedida, solo una frase y una escueta disculpa. Pero fue el significado en ella que hizo que todo su mundo se cayera finalmente a pedazos.

Vaggie ha desaparecido del palacio.

Con esa terrible noticia, Charlie no durmió toda la noche luego de haber leído el contenido de la carta que le entrego su madre. Sufriendo en una insuperable angustia, había mordido todas sus uñas hasta dejarlas rojas y ensangrentadas mientras caminaba como perro acorralado en un pequeño espacio dentro de su habitación.

¡Le había pedido que no la echaran a un en su ausencia! Esa había sido la única petición que le había hecho a sus padres una vez que fue llevada al castillo y le fue entregada la noticia de su compromiso e ineludible boda con el demonio de la radio. Vaggie era todo para ella y no quería que quedara en la calle a merced de cualquier demonio que buscara aprovecharse de ella, de su tortuoso pasado, de su pecado.

Princesa imperialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora