La delicia del placer en la palma de una mano manchada
Pasos iban resonando en aquella fina estancia que dejaba entrever por medio de sus inmensos ventanales, paisajes infiérnales pulcramente cuidados y decorados por los más grandes jardineros que existían dentro del infierno. Diversos demonios, todos y cada uno, sirvientes de aquel palacio, generaban una leve reverencia. Pero obviando estos, el interlocutor que avanzaba por los pasillos del castillo principal de la familia imperial solo se detuvo frente a una gran puerta custodiada por dos grandes demonios de color azul y rojo que, al verle, realizaron una solemne reverencia ante quien sería un nuevo ser al que deberían rendir servicio.
El nuevo príncipe heredero al trono: el demonio de la radio, Alastor.
Las puertas se abrieron de par en par y todos los presentes en aquel inmenso salón alzaron sus rostros para observar al recién llegado el cual los miró con su inmensa sonrisa, divirtiéndose sinceramente con algunas de las expresiones observadas. El silencio de por si reinante se hizo más tenso mientras Alastor caminaba hasta su respectivo lugar, uno al lado del gobernante mismo del infierno quien, en ese instante, todavía no se había presentado.
El demonio de la radio seguía afable en su espacio cuando un ser en particular, cuya cabeza consistía en un televisor de ultima definición, se posicionaba detrás de él. El demonio de las comunicaciones y la televisión: Vox.
—Oh, Alastor, que gusto verte nuevamente por este espacio —comentó la voz electrónica y una chistosa pero gigante expresión pixelada se denotaba en la pantalla mediante una curiosa sonrisa—. Jamás espere que pudiéramos observarte en este asiento tan particular, endemoniadamente cerca de la corona a costa de casarte con la hija de nuestro jefe.
—Oh, mi estimado, no sabía que pareciera tan interesado en juegos de sillas y curules la última vez que lo vi también —expreso el demonio carmesí con el mismo relleno de sarcasmo e ironía, una mínima estática empezaba a resonar en el espacio al tiempo que devolvía la mirada hasta su interlocutor.
—Es que puedo hablar por todos cuando la noticia de tu matrimonio con la princesa del infierno nos tomó por sorpresa —dijo masticando las palabras al referirse de la heredera al trono y haciendo varios gestos con sus manos—, jamás creímos de todas las personas, un simple pecador se casara con la ridícula princesa del infierno.
Alastor no pudo evitar reírse mientras la atención de Vox seguía completamente direccionada en él tanto como la de otros señores supremos. En sí mismo, jamás gusto que su vida personal fuera tema de conversación en ningún ámbito donde pudiera participar, pero en esa ocasión era un hecho especial que no tuvo reparo en participar, después de todo, sería más que adecuado para él divertirse al mismo tiempo que ponía a todos en su respectivo lugar.
—Oh no, no caballeros. Parece que se han dado a la mala tarea de escuchar cada rumor que ronda por ahí, pero sintiéndome extremadamente generoso, estaré más que encantado de contarles que mi persona jamás busco la mano de su alteza Charlotte —alego, expectante a las miradas de lo que diría a continuación—. Su honorable padre y señor fue quien la encomendó personalmente en mis manos para acompañarla en la difícil pero vital tarea de heredar el trono—expreso, sonriendo extremadamente por el triunfo de las expresiones provocadas en cada uno de los señores supremos de la habitación.
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Princesa imperial
FanfictionEn el infierno, el poder y las castas valen mucho más de lo que pudiera imaginar. El control solo el territorio y el resto de los demonios incita a ciertos Lords Overlord a afianzar alianzas en busca de obtener mayor poder con el cual ser dueños de...