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Una niña en la lluvia

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Scott Mccall se encontraba caminando bajo la lluvia cerca de un bosque, el veterinario Mccall había recibido una llamada de que había un perrita junto a sus cachorros cerca y que la mayor estaba lastimada.

Sostuvo su paraguas fuertemente mientras que seguía su camino, había dejado su camioneta estacionada de una calle cercana.

Al ver el bosque tuvo muchos recuerdos de su pueblo, sus amigos y familia, hacía años que el Alfa se había mudado de aquel pueblo sobrenatural al ver que su manada tomaba caminos separados.

Scott paro su caminata al ver a una pequeña niña de no más de 6 años sentada contra una pared, parecía perdida, su mirada iba de un lado a otro como si buscara o quisiera recordar algo.

Scott tragó saliva mirándola, tiritaba por el frío y ella estaba empapada por la lluvia.

El Mccall se acercó a paso lentos y tanteando el terreno, tampoco la quería asustar, pero a los pocos pasos la niña se dio cuenta de su presencia, haciendo que se pare rápidamente.

—Hola, pequeña —hablo Scott mientras que se acercaba un poco más a ella—. Soy Scott, ¿estás perdida?

La pequeña morena lo miro con desconfianza, pero asintió después de unos segundos.

El mayor se arrodilló para poder estar a la altura de la morena.

—¿Tienes frío? —pregunto Scott sacándose su chaqueta y se la ofreció.

La niña pasó su mirada desde Scott a la chaqueta varias veces antes de tomarla y ponérsela, la morena soltó una leve risa al ver como la chaqueta le quedaba como un vestido largo, haciendo que Scott sonría con ternura.

—Soy Lissa. —se presentó la niña en voz baja cuando miro al mayor.

—Lissa —repitió Scott—. Es un lindo nombre —alago haciendo que ella sonría un poco—. Dime, Lissa, ¿dónde están tus padres? —pregunto el alfa haciendo que el semblante de ella recaiga un poco.

—Según Nana, están en el espacio haciendo un trabajo de astronautas —respondió ella con su voz infantil, pero su ceño se frunció—. Pero ya se están tardando mucho, creo, aparte a todos nos dijo lo mismo, así que no sé. —lo último hizo que Scott la mirara con atención.

Su cabello era rizado y tan oscuro como la noche, sus ojos eran castaños y pecas adornaba su nariz haciendo que cuando ella lo arrugo por la última oración se escondieran.

—¿Y dónde está Nana, Lissa? —pregunto de nuevo Scott haciéndose una idea de las raíces de la niña.

—Está en el hogar —respondió ella mirándolo—, y yo no sé donde está el hogar —murmuro con un pequeño puchero, mientras que sus ojos se llenaban de lágrimas—. Quiero volver al hogar. —su vocecita sonó rota.

The full moon - Eli HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora