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Rizos y problemas

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Scott cumplió su promesa, la busco, pero no solo para visitar la veterinaria, sino para adoptarla, fue un proceso largo, no solo por el tema legal, sino que Lissa era muy apegada a su hogar donde estaban sus amigos y su Nana.

Así que les tomo su tiempo, Lissa fue confiando poco a poco en Scott y él comenzó a comprenderla.

Una morena de 10 años corría por el pasillo de su casa tapando su boca para que su papá no la escuche donde se escondía, se metió en la última puerta del pasillo y se metió en el armario cerrando la puerta despacio.

—Lissa... —la voz de Scott se escuchó por el pasillo—. Princesa —grito alargando la a—. ¿Dónde estás?

Lissa rio por lo bajo intentando calmar su corazón.

—¿Dónde está mi princesa? —el Mccall pregunto entrando en la habitación donde la niña se escondía, ella se tapó su boca intentando hacer el menor ruido posible—. Mmmm, me parece que mi princesa está... —Lissa escucho los pasos de Scott acercándose a su escondite y de repente la puerta se abrió dejando ver al mayor con una sonrisa—. ¡Acá!

Scott tomó a su hija entre brazos mientras que le hacía cosquillas, haciendo que la morena se retuerza entre sus brazos entre risas.

—Ya, pa —suplicó entre risas Lissa—. Aún no entiendo como me encuentras siempre. —murmuro cruzándose de brazos cuando Scott la bajo.

—Ya sabes, tengo super poderes —mintió el Alfa haciendo que ella sonría—. Sabes que hoy tenemos que definir tus rizos. —murmuro Scott tomando un rizo mojado de la niña.

—Ya sé, pero me duele un poco cuando me los defines. —se sinceró Lissa mirándolo.

—Lo siento, princesa —se disculpó Scott mientras que con la niña comenzaban a caminar hacia el baño—. Sabes que tu abuela es la que tiene práctica en esto, pero prometo ser más cuidadoso.

Lissa asintió mientras que se sentaba en una silla frente al espejo, Scott se puso detrás de ella tomando los productos y peines necesarios, aunque Melissa le había enseñado a su hijo cuidar el cabello de Lissa, aun al Mccall le costaba un poco.

—Extraño a la abuela. —murmuro Lissa jugando con sus manos.

—Lo sé, cariño —contesto Scott con tono dulce tomando un rizo—. Pero sabes que la abuela no puede estar tanto tiempo afuera del hospital. —le recordó haciendo que Lissa lo mire por el reflejo y asienta.

Lissa no había conocido aún el pueblo donde había crecido su padre, Beacon Hills, más que nada porque Scott no la quería meter en el mundo sobrenatural, y si lo tenía que hacer quería que crezca más.

The full moon - Eli HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora