02

2.9K 269 0
                                    

———————

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

———————

Veterinarias

———————

—¿Preparaste tu maleta? —Scott pregunto con su vista en la carretera.

—Pa, la tengo preparada desde hace dos semanas. —respondió Lissa con una pequeña sonrisa.

Los Mccall se dirigían al derrumbe de un edificio, Deaton había llamado a Scott por un perro agresivo que no dejaba que lo salve a el o a su dueña.

Lissa ese día en la noche se iría a Beacon Hills para pasar algunos días con su abuela, la pobre Mccall tuvo que suplicar a su padre por semanas para que este la deje ir.

Scott aún estaba un poco negado a la idea de dejarla ir, y aún más sola, así que le había llamado a Derek y al Sheriff para que estén pendiente de todo lo que hacía Lissa para protegerla.

Lo ultima vez que habían ido era después del ataque de los cazadores, pero solo duraron dos días allí, ya que Lissa se había vuelto sonámbula y cada noche se iba de la casa para ir a dos lugares específicos, el nemeton y el lugar donde había muerto Allison Argent.

Scott desde ese momento no había ido más allí.

—Llegamos —murmuro Scott estacionando la camioneta roja que tenían—. ¿Vienes o te quedas? —pregunto mirando a su hija.

Lissa dudo unos segundos antes de asentir y bajar de la camioneta de un salto, Deaton y un oficial los recibieron, los mismos les explicaban la situación mientras que caminaban hacia el agujero.

—No creo que lo haya mordido por ser malo —opino Lissa viendo la mordida que el perro le había dado al oficial—. Seguramente quiso proteger a su dueña, nada más.

Scott le dio la razón a su hija mientras que se acercaba al agujero.

—¡No! —el grito infantil hizo que Lissa se acerque un poco a su papá, viendo a un niña asustada—. ¡Va a morder!

—Hola, linda —saludo Lis, mientras que Scott se arrodillaba—. Tu tranquila, los vamos a sacar.

—Hola, mi nombre es Scott —se presentó el alfa antes de tocar el suelo—. Intentaré sacarlos.

Apenas Scott bajo, el perro comenzó a ladrar y el grito de la chica se escuchó. Mccall miro al canino y el hizo lo mismo tranquilizándose y acostándose en el suelo.

Lissa sonrió con satisfacción al saber el porqué.

Algunos tubos comenzaron a caer alertando a todos.

—¡Scott, date prisa! —grito uno de los hombres que estaban detrás de Lissa—. ¡Vamos, sal de ahí!

El corazón de Lissa se aceleró de manera impresionante mientras que veía como su padre tomaba el tubo que había caído y lo dejaba a un lado, tomo al perro y se lo paso a Deaton, haciendo que este se lo pase a Lissa, la chica dio unos pasos atrás poniéndole una correa.

The full moon - Eli HaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora