capítulo 2.

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Narrador omnisciente 

Durante aquella noche, les fue casi imposible pegar un ojo a aquel par que contraería nupcias en la mañana.

Marcia no paraba de rebobinar en su cabeza la charla con la española. No quería y tampoco debía entrar en el juego de su futuro marido, ella sabía muy bien que el moreno utilizaría sus encantos para tenerla a sus pies, pero esta vez, sería más inteligente;quien estaría besando el suelo sería él.

Repasaba una y otra vez el espejo de su habitación, estaba lleno de aquellas anotaciones para dar con el paradero del verdadero asesino de Nicolás y alli tambien estaba escrito su nombre. No pensaba descartar las posibilidad de que Esteban estuviese involucrado, aunque muy en el fondo de su corazón sabía la respuesta. La intuición era algo que Marcia tenía demasiado desarrollada.

Sin más, miró con rapidez la pantalla de su móvil una vez más y se percató de que sólo quedaban treinta minutos para que su alarma sonará. Había pasado toda la maldita noche en vela y sus ojeras le pasarían factura de ello. Se levantó y tomó la bata que tenía a los pies de la cama, se la colocó y se paró frente al ventanal. 

Sus ideas no estaban nada claras, pero estaba dispuesta a recuperar a sus hijos así fuera a costa de su propio dolor.

El teléfono la saco de sus pensamientos ¿Quién era? ¿Qué quería tan temprano?

-¿Bueno?- pregunto la pelirroja ya que en su identificador solo aparecía un número desconocido.

*Marcia…-lo escuchó suspirar del otro lado.

-¿Tan desvelado te trae volver a ser mi marido?- se rió con ironía- ¿De dónde llamas Esteban?

*Deja tus ironías. Necesito saber si debo llevar alguna documentación más de la que le pediste a mi secretaria- no se tomó la molestia de contestarle la última pregunta.

-Seguramente te estás despidiendo de tu ex-prometida- siseo- En fin, podrás tenerla como amantes, ya lo hablamos- dijo con seguridad- Yo solo soy tu esposa por un mero y simple pedazo de papel, porque en lo que concierne a ti, no me interesas como hombre- él podía notar sus celos de aquí a kilómetros, era algo que a ella se le hacía imposible de controlar.

*Pues sí, estoy disfrutando del amanecer con la mujer que amo- la siguió provocando. No sabía por qué lo hacía- Creo que es algo que a ti tampoco debería importarte o ¿Me equivoco?

-Puedes hacer todo lo que tu quieras, pero a partir de hoy, serás mi marido y te pido por el amor que le tienes a mis hijos, que guardemos las apariencias. 

*Te espero en el registro a la hora pactada. Disfruta de tus últimas horas como divorciada, mi amor- le dijo él antes de colgar.

Se enfureció tanto que tiro su móvil en la cama y salió de la habitación como quien lleva el diablo adentro en dirección a la cocina.

-¿Quién diablos se cree este imbécil?- expresó en voz alta.

rezongaba llena de rabia y de...

¿Celos?

Por qué sentía celos del hombre que más detestaba en su vida. Era algo que ni siquiera ella misma podía describir, necesitaba que no le afectara, pero no podía;lo seguía amando aunque lo negara, solo ella era dueña de esa verdad.

-Buenos días- la saludo la joven restregándose los ojos- ¿Cómo dormiste amiga?- preguntó.

-Buenos días, Alba. Muy bien ¿y tú?- contestó terminando de armar la cafetera.

Cadenas de amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora