Narrador omnisciente.
Los ruidos extraños, el dolor en la cabeza y sobre todo en el cuerpo de Marcia se hicieron presentes cuando comenzó a despertar. Quería abrir los ojos, pero tenía demasiado miedo con lo que podía encontrarse.
Su respiración era pausada, sentía algo extraño en el brazo. Sí, estaba en el hospital.
Oyó la voz de su marido y luego la de su hija:
-Iré por unas cuantas cosas a la casa, voy a tener que pasar la noche aquí hasta que nos den los resultados. Además la doctora pidió que Marisa quede en observación- dijo el moreno.
-Está bien papá, me quedaré con ella- escucho a Lucía- me preocupa que lleve tanto tiempo dormida.
-Es que le aplicaron un sedante para que descansará. Mi niña, ella carga con mucho estrés- no quería decirle los verdaderos motivos, simplemente los paso por alto- Prométeme que si ella despierta cuando yo no este aquí me avisaras.
-Te lo prometo.
El moreno beso la frente de su hija y salió a paso rápido dejándolas a solas.
Lucía desde la esquina de la gran habitación la observaba postrada en aquella cama. Por primera vez se permitió ver que detrás de aquella armadura que llevaba a diario, se encontraba una mujer vulnerable.
-Lucia.
La muchacha de mechones rosados abrió los ojos más grandes al oír esa voz tan particular. Tuvo que tallarse con ambas manos para darse cuenta que era real lo que estaba sucediendo. La vio removerse y fue en ese preciso momento donde quería correr a gritarle a su padre que estaba bien, que su esposa había despertado al fin, pero su cuerpo reaccionó ante ello y decidió acercarse rápidamente hasta la gran cama de hospital.
-Señora Marisa- sus ojos se empañaron de lágrimas y no sabía porqué sentía tanto alivio de verla despierta.
-¿Podrías darme agua, por favor?- le dijo mientras intentaba acomodarse.
-Esta bien, pero creo que lo mejor va a ser llamar a alguien para que la revise- tomó la botella de la pequeña mesa y la destapó extendiendo su mano hacia la pelirroja.
La abogada bebió lentamente, parecía que el agua la ayudaba con la sequedad de su garganta.
-Ese tal Iñaki estuvo llame y llame a su movil- abrió su bolsa y sacó el teléfono de Marcia para entregárselo- pensé en apagarlo pero no me pertenece y es su privacidad.
-Gracias- le sonrió.
La joven estaba algo ansiosa, quería saber más de aquella mujer que se había ganado por completo el corazón de su padre. Tenía demasiadas incógnitas para una sola persona, aunque aquella cercanía que empezaba a poseer con su Madrastra la asustaba estaba dispuesta a continuar con ello.
-¿Sucede algo?- le preguntó la abogada.
-Solo me quede pensando- sonrió.
-¿En qué?- indagó esta vez Marisa.
-Creo que será mejor llamar a alguien para que la vea- la pregunta la puso nerviosa- Nosotras aquí muy campantes conversando y nos dio un gran susto a papá y a mi.
-¿A dónde está Esteban?
-Fue por unos cambios de ropa ya que la dejaran en observación por esta noche.
-¿Cómo?
La puerta se abrió de golpe dejando ver a una mujer de mediana edad. Llevaba una chaquetilla de color blanco y un tablero donde iba checando algo.
ESTÁS LEYENDO
Cadenas de amor.
RomanceCadenas... una de las tantas cosas que siempre los iban a mantener unidos.