Mi vecina de enfrente

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Cuando tus ojos me encontraron, soñaba con tocar tus labios. Desde mi ventana disfrutaba de tus largos baños de espuma.

Siempre me parecías hermosa, acariciaba tus cabellos platas, tus largas y blancas piernas, tus delicadas manos junto a tus gratos senos y trasero.

Cada amanecer, contemplaba tus sinuosas curvas cubiertas tan solo por un pequeño camisón de seda. Aquel redondeado trasero, calentaba mi virilidad.

Cada atardecer, suspiraba con enredar mis dedos en tu cabello cremoso bañado con reflejos plateados.

Mi pecho subía y bajaba al desearte.
Cada anochecer, me consolaba observándote desde mi ventana. En el silencio de mi apartamento solo se escuchaban mis gemidos.

Sentado en una silla frente a mi ventana, me bajaba cada noche la bragueta de mi pantalón liberando a mi duro miembro. El primer contacto de mi mano en mi sedosa piel de mi pene era exquisita. Siempre me tensaba de placer haciendo que mis pies se estirasen.

Mientras veía como te quitabas el sujetador y las bragas, la sangre me hervía de deseo. Verte como frente al espejo tocabas tus pechos y tu pubis, me encendía a niveles inalcanzables.

Cuando te tumbabas en la cama y te arqueabas por el placer, yo explotaba en mi piso.

Acelerando mis caricias, mi semen salía disparado manchando la ventana. Siempre deseaba más pero tenía que conformarme con solo mirarte.

Una noche, preparado para mi ritual, quedé decepcionado cuando encontré las luces apagadas del piso de mi hermosa vecina. Sin más remedio, tuve que tirar del porno para consolarme; pero el timbre de mi puerta me interrumpió.

Al abrir, encontré a mi hermosa diosa con una sonrisa salvaje y una gabardina blanca como la nieve que cubría su cuerpo hermoso.

"Todas las noches me haces el amor con la mirada, quiero probar a que saben tus besos" ,me dijiste.

Tus deseos fueron órdenes, pues no podía creer que mi hermosa diosa estuviera conmigo en mi apartamento. Te tome por la cintura y te besé como un loco desesperado esperando poder quedarme así por la eternidad en el umbral de la puerta. Probé tu sabor, fue como el elixir donde me consolaba noche tras noche, te senté a horcajadas encima de mía.

Con delicadeza, te quité la gabardina blanca, no llevabas nada debajo, solo tu piel sedosa para deslumbrarme.

Besé tus generosos pechos e hice que te arquearas de placer. Me deshice de mis pantalones y te mostré mi herramienta viril. Tus delicadas y suaves labios se acercaron a los míos y así unimos nuestros cuerpos al ritmo del mejor sexo que he tenido.

La habitación arropaba nuestros quejidos y gritos. Como un vendaval en mitad de una tormenta, rugimos de placer soltando nuestras almas para que más tarde quedaran entrelazadas en el calor de la cama.

Lo hicimos tantas veces como pudimos, pues hacia tanto tiempo que nos deseábamos mutuamente.

Jamás olvide nuestra primera vez.

- Mi amor... cuéntame otra vez la historia de cómo me mirabas a través de la ventana.

Tu dulce voz me distrajo mientras me alejaba delicadamente de tu cuello.

Amabas escuchar la historia de como me mimaba con la imagen de mi hermosa diosa vecina dándose placer frente a mí y para mí.

ONE-SHOTS MELIZABETH Donde viven las historias. Descúbrelo ahora