Luna llena

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En las tierras altas de Liones vive Elizabeth, una joven hechicera.

El bosque es su hogar. Al caer la noche, duerme plácidamente en su mullida cama de heno. Desde hace tres lunas, Elizabeth tiene el mismo sueño. Ve a un caballero, fuerte, curtido por la batalla, el brazo tatuado de una simbólica bestia y el cabello rubio desordenado. Se muestra ante ella con el rostro lleno de sangre y una espada en la mano.

A las tres de la madrugada, Elizabeth se despierta pronunciando un nombre, dragón...

El tiempo pasó sin nada más interesante que el susurrar de las aves, hasta que llegó el solsticio de verano y con él la llegada de un barco extraño a las costas de las tierras altas de Liones.

Al atardecer, Elizabeth bajó a la playa a pasear por la orilla, le gustaba mojar sus pies en las frías aguas del océano.

El sol brillaba anaranjado despidiéndose del día, cuando vio a los lejos una barcaza tallada con imágenes de dragones. Curiosa, por su descubrimiento, se acercó y descubrió un bulto de un hombre que yacía inmóvil boca abajo.

Elizabeth subió al interior de la barcaza, con mucho cuidado, giró el cuerpo. Su sorpresa fue al descubrir el rostro de aquel hombre tan similar al caballero de sus sueños. Su don de hechicera le decía que era su guerrero.

Convocó su poder, se formó una espesa y densa niebla a su alrededor. De pronto, la niebla se disipó, ya no se encontraban en la playa sino en el interior de su cabaña.

Cuidó al caballero con amor, lo lavó y le dio nuevas ropas.
A ojos de Elizabeth, era un ser esculpido por los mismos dioses que el caballero adoraba.

Cansada, se durmió junto al guerrero. De madrugada, su invitado se despertó en el silencio de la noche. Sintió algo suave acurrucado a su lado. Por instinto guerrero, se volteo atrapando a Elizabeth con su cuerpo. Sobresaltada, abrió los ojos y se encontró con la mirada más penetrante y peligrosa que jamás hubiera visto.

Ningún hombre había intimado con ella de esa manera tan brusca y a la vez tan erótica. Deseaba ser poseída por aquel salvaje.

- ¿Cómo te llamas caballero?-

- Meliodas- contestó con voz grave.

El caballero atrapó sus labios con los suyos. La besó con rudeza jugando con su lengua, besó sus pechos haciendo gemir a Elizabeth, se emborrachó de aquella dulce mujer, deseaba hacerla suya.

Se sentó en la cama, levantó a la muchacha para sentarla encima de él, se encajaron a la perfección. Elizabeth enredó sus piernas a su cintura.

Se despojaron de toda prenda para sentir todo roce que rogaban sus cuerpos. Por primera vez un hombre la tomaba como su mujer, eso que tanto quería ella por fin se hacía realidad. Las caricias, los besos, los gemidos, todo era real y lo vivía con aquel hombre que la deseaba.

Acaricio cada centímetro de su blanca piel, toco cada parte sensible de su delicada diosa, la tomo con posesión y amor. Cuando estaba por entrar en ella noto la ligera muestra de miedo de su amada.

-Mi dulce Elizabeth, no temas a unirnos, te prometo cuidarte cuál más preciado tesoro-

Lentamente entro en ella sintiendo lo estrecha que era. Poco a poco subieron las intensidad de las embestidas logrando sentir el placer de estar en el cielo mientras se quemaban como el fuego del infierno.

Sin dejar de besarse, hicieron el amor con una gran luna llena iluminando la cabaña de Elizabeth.

Las lágrimas de la joven hechicera corrían por sus mejillas al gozar de placer. Aquel hombre era magnífico en las artes conyugales.

Entre gemidos alcanzaron el clímax. Se quedaron abrazados, Meliodas levantó la cabeza y con una mano acarició su cara, había amor en su mirada.

- Me he enfrentado a la ira de los dioses surcando el mar angosto para encontrarte Elizabeth...-

- Sabes quién soy...-

- Eres mi vida, supe que eras real en mis sueños. Sabía que me esperabas ansiosa; ahora, mí diosa Elizabeth, te llevaré conmigo a mi hogar como mi mujer-

Se fundieron en un abrazo lleno de promesas, amor y respeto.

- Mi caballero, al fin viniste a mí- dijo Elizabeth atrapando sus labios con lágrimas de felicidad rodando por sus sonrojadas mejillas.

Un ángel y un demonio destinados a estar juntos por la eternidad...

ONE-SHOTS MELIZABETH Donde viven las historias. Descúbrelo ahora