El estacionamiento.

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Las luces del lugar destellan al ritmo de la música a todo volumen dentro del lugar lleno de jóvenes, algunos ebrios, otros dopados y otros tantos enamorados.

Sin embargo el grupo de amigos discutían otra vez como todos los días por los dos contrincantes que no podían verse ni en pintura.

—¡No iré con él por última vez!— sus ojos azules fulminaban al rubio que la miraba de la misma manera.

—¡Yo tampoco quiero ir con una chica tan fea!— se dio vuelta dando la espalda a todos sus amigos.

—Necesitamos entrar por parejas chicos, por eso entren juntos solo está vez, por favor— la voz tranquila de la pequeña rubia no tuvo efecto alguno en la peliplata que mira molesta a sus amigas.

—Prefiero morirme antes que estar con él— soltó con molestia decidida a irse.

—Amigo vamos, dijiste que querías divertirte, ¿o no?— Ban intento animarlo pero el simplemente negó con arrogancia.

—¿Y tener que estar con ella?, preferiría esperar tres mil años para entrar a ese bar yo solo— se encaminó a su auto hasta que el grito de Diane detuvo a ambos contrincantes.

—¡O que la chingada!— los contrincantes voltearon sorprendidos por el tono de voz que había adoptado Diane —¡Estoy arta de sus estúpidas peleas!, dicen que se odian pero todos sentimos la tensión sexual que existe entre ustedes y ya estamos hartos, perdemos increíbles fiestas solo por sus berrinches, así que si quieren entar lo harán juntos o pueden irse a sus casas, no voy a seguir amargandome la vida por ustedes— todos miraban a la castaña con sorpresa pero también a su favor.

Sin imaginarlo el grupo dejo a los enemigos a muerte en el estacionamiento, se encaminaron a la entrada para disfrutar de la fiesta. Elaine y Ban, Diane y King y por último Gelda y Zeldris.

Los dos enemigos estaban estupefactos, se miraron a los ojos incrédulos pero aún molestos.

La peliplata molesta se giró indignada lista para marcharse hasta que la voz de su enmigo la detuvo.

—¿A dónde vas?— sus palabras sonaban más burlonas que preocupadas.

—A mí casa por supuesto, además que te importa— respondió pesado aumentando la velocidad de sus pasos.

—Olvidas que tu bolsa está en el auto de Diane— se dejó caer suavemente en el cofre de su auto esperando ver la reacción de la peliplata. Pasaron unos segundos hasta que vio la silueta de la peliplata regresar aún más molesta sin poder evitar la risa burlona salir de él.

La peliplata intento abrir el auto pero este estaba cerrado con seguro, jamás podría abrirlo a menos que decidiera entrar a buscarla pero eso implicaba entrar con el rubio.

—¡Oh Diosas!— grito molesta.

—Haber haber haber, dejaste tus llaves en tu bolsa dentro del auto de Diane y ella no saldrá hasta dentro de unas horas— el silencio se hizo en el lugar hasta que la carcajada del rubio lleno el silencio del estacionamiento sonrojando de enojo a la peliplata —Que lástima, ahora te vas a entumir de frío esperando aquí hasta que ellos salgan— aún con la sonrisa burlona en el rostro subió al auto listo para irse hasta que se percató de algo. Las llaves no estaban en su bolsillo.

Ahora todo tenía sentido, cuando Ban se despidió de él había tomado las llaves, por algo se le hacía extraño ese repentino abrazo.

—¡Demonios!— golpeó el volante furioso.

—El karma suele ser tan duro pequeño tonto— su risita burlona resonó en el estacionamiento ahora poniendo rojo de molestia al rubio.

Después de un par de horas esperando en el estacionamiento el frío comenzó a inundar su cuerpo y los estornudos se hicieron presentes.

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⏰ Última actualización: Aug 12, 2023 ⏰

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