Dame tu flor

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Todos los días, Elizabeth sale de su apartamento en Liones, Britania.

Tiene una florería que ha pasado de generación en generación de su familia.
Y ahora es ella la dueña del patrimonio familiar el cual toma gran parte de su vida.

Tiene muy buenos clientes; algunos siempre intentan llamar su atención tirando algo a propósito o enviándole más flores, pero lo que ellos no saben es que eso es lo que más le molesta.

Odiaba que tiraron su mercancía con tal de hacerce ver estúpidos para hablar con ella o que estando en una florería le regalaran flores.

"Unos completos idiotas"

A pesar de ser alguien muy amable y bondadosa, con los chicos era sería e incluso un poco altanera.

Recibía invitaciones para citas con chicos muy apuestos pero siempre querían lo mismo, una noche de sexo.

Nunca se perdonaría de darle a cualquier fulano caliente lo que tanto ha cuidado por toda una vida.

Sus amigas siempre llegan a contarle sus "experiencias sexuales" haciendola sentir que es una eterna ermitaña destinada a nunca encontrar un verdadero amor que la cuide como a una flor.

Cierto día llegó un chico a comprar un par de semillas que su madre le había encargado.

El chico había robado toda la atención de Elizabeth.
Era tan hermoso.
Ver sus ojos verdes como esmeraldas, sus cabellos rubios y revueltos como rayos de sol, su mediana estatura y su sonrojo le hacía verse lo más adorable que había visto en su vida.

El aún no sabía nada de plantas y llegar ahí en medio de tantas mujeres le parecía algo vergonzoso de su parte.

-Ho-hola, disculpa, ¿sabes cuáles son las semillas para claveles?

Su voz era muy dulce y parecía que de verdad desconocía a las plantas.

-Claro, dame un momento por favor

No sabia cuánto tiempo había pasado ni cómo sucedió pero hacia tanto tiempo que no reía con un chico mientras tomaba un dulce café.

Pasaron días e incluso semanas y ellos se habían hecho amigos como nunca ella imagino.

Después de varias citas por fin sucedió lo que ella tanto quería; el momento de entregar su flor a quien más quería.

Todo comenzó con una cena romántica en donde el se declaró y ahora iban torpemente a la cama pues habría acción.

Antes de continuar el le miro dudoso pues no quería que fuera algo forzoso.

-Eli ¿me darías el honor de entregarme tu hermosa flor?

Pregunto amablemente esperando su reacción.

-Tomala porque a nadie más se la quiero dar

Si, el sabía que ella era virgen, pues ella fue quien se lo contó desde el fondo de su corazón.

Las prendas cayeron lentamente mientras los sonidos de sus labios llenaban la habitación.

El no la tomo posesivo sino al contrario, la tomaba delicadamente cómo a una flor que no fuera a romperse.

El le susurraba las palabras más lindas que toda mujer desearía escuchar dándole placer hasta el final.

Ahora su flor ya tiene dueño, después de todo ese siempre fue su sueño.

El siempre la amo desde que la vio llegar por primera vez.
Su corazón por ella latía y jamás se arrepentiría de tener el valor de con ella hablar por fin ese día.

Porque en el corazón floreció la rosa del amor que los unió.

ONE-SHOTS MELIZABETH Donde viven las historias. Descúbrelo ahora