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El aroma a pétricor, pino y madera estaban adentrándose en mis fosas nasales, abrí los ojos lentamente y me topé con el bosque abierto, oscuro y lleno de espesa niebla. No recordaba haber salido de casa en ningún momento, pero ahora me encontraba fuera de ella y el cómo llegué hasta aquí era un total misterio para mí.

Observe al suelo, mis pies descalzos estaban pisando la tierra húmeda y mi cuerpo aún permanecía cubierto por mi pijama blanca, con la que suelo dormir, pero llena de rojo. Mi respiración se vuelve errática al notar ese detalle, alzo mis manos y en ellas hay mucha más sangre, intentó limpiarla en mis prendas, pero no logro quitarla correctamente.

Estoy desesperado, aterrado y comienzo a llorar porque no comprendo nada de lo que está pasando. Mis piernas tiemblan y rápidamente fallan, me dejo caer de rodillas hundiéndome en el lodo sin importar lo asqueroso que sea.

No puedo procesar nada de lo que está ocurriendo, me encontraba en el bosque, pero ¿Por qué? Eso simplemente no lo sabía, yo estaba en mi cuarto durmiendo. Limpie mi rostro con el dorso de mis manos inquietas, observe alrededor y todo era naturaleza, no podía distinguir el inicio o el final de ella ¿A dónde debía ir?

Decidí ponerme de pie, me levanté del árbol más cercano y traté de regular mi respiración, cosa que se fue a la mierda cuando escuche el crujir de ramas secas a mis espaldas. Sentí que el alma se me salía por la boca, por los ojos y los oídos, mi cuerpo volvió a temblar de manera desenfrenada y cerré los ojos con fuerza, intentando despertar.

Esto debía ser un sueño, sí, debía ser una pesadilla porque no habría otra manera de explicar que me encontrase aquí, pero todo se sentía tan real que no sabía si creerlo. El frío de la noche golpeando mi cuerpo, las diversas sensaciones brindadas por mi alrededor y, sobre todo, el dolor que recorría mi pecho, era pánico verdadero.

Sea lo que sea, lo que estaba a mis espaldas, se empezó a acercar y quise huir, salir corriendo, gritar y hacer algo, lo que fuera, más mi cuerpo no reaccionaba ante mis órdenes. Me quedé quieto, respirando por la boca porque el oxígeno que entraba por mi nariz dejó de ser suficiente, apreté mis puños en busca de tranquilidad, lo cual era simplemente imposible.

Las pisadas cada vez se aproximaban más, el sonido volviéndose tan cercano que finalizó justo a mis espaldas, lo sabía porque sobre mi nuca y cuello podía sentir el aliento caliente golpeándome. Me estremecí, apreté mis labios en una fina línea recta y no pude evitar que las lágrimas volvieran a fluir, el sentimiento era extremadamente escalofriante.

No estaba seguro de que demonios era... O quién, pero su respiración sonaba como la de un animal furioso. Entonces sentí su lengua colándose por el espacio entre mi hombro, la cual era puntiaguda y húmeda. Me congelé ante su tacto, ni siquiera quise respirar por temor y su baba se deslizó por mi hombro hasta que la vi caer al suelo, ahora no tenía dudas de que era una bestia.

¿Podría ser un oso? No, podía intuirlo meramente por sus acciones, un animal normal, un oso, ya me hubiese comido de una sola vez. No obstante, esto estaba acechándome, aterrándome y parecía que eso lo disfrutaba más que el hecho de simplemente devorarme.

—D-dé...ja...me.— suplique en un hilo de voz, no podía hablar bien.

La bestia dejó de probarme y, en cambio, comenzó a oler mi cabello, luego fue bajando lentamente por mi cuello, espalda, hasta llegar al inicio de mi trasero y entonces de golpe volvió a darme un lengüetazo. No fue como antes, este fue distinto porque había rodeado mi cadera con su lengua, como si fuese una cuerda, me elevo en el aire unos centímetros y no supe cómo reaccionar cuando empezó a correr conmigo de esa manera.

—¡DÉJAME!— grité, afortunadamente mi voz salió, pero en pura desesperación.

Mis manos fueron hacia lo que me rodeaba y estaba intentando a toda costa que me soltara, pero la viscosidad me impedía lograrlo. No fui capaz de ver la bestia y la verdad, no pretendía hacerlo porque estaba demasiado ido como para pensar en eso. Ya no me interesaba descubrir lo que era, solamente quería que me liberara y no parecía que eso fuera a pasar pronto.

El trote de sus patas, nuestras respiraciones, mi acelerado corazón, el crujir de las ramas y el movimiento de las hojas eran los únicos sonidos que podía escuchar. La velocidad con la que íbamos era impresionante, era tanta que no podía distinguir a dónde nos dirigíamos, todo se fue haciendo borroso y luego simplemente el entorno se oscureció a un profundo negro.

—JiMin, despierta, es hora de irnos, ya todo está listo.— me ordenó la voz de YoonGi, quien me sacudía suavemente por el hombro.

—Mierda.— exclamé en un murmullo, abriendo mis ojos y mirando a mi alrededor, ahora estaba en mi habitación.

—¿Estás bien?— me pregunta con preocupación —Te ves pálido— comenta, tomándome por las mejillas y viéndome el rostro —¿Tuviste una pesadilla?

Su cercanía es demasiada, por lo que solo niego, le estoy mintiendo, pero tengo mis razones para hacerlo; YoonGi es mi nuevo hermano, por así decirlo, ya que no compartimos lazos sanguíneos. Tomó sus enormes manos pálidas y las apartó con tranquilidad, no queriendo ser brusco o grosero, es solo que a veces es confuso que me trate tan bien.

—L-Lo siento.— tartamudea al ver mi reacción y se aparta unos pasos, dándome mi espacio personal, el cual había estado invadiendo.

—No te preocupes, Yoon. Voy en unos instantes.— le aseguro poniéndome de pie para comenzar a desabrochar los botones de mi pijama, la misma de mi sueño, pero limpia y sin rastros de sangre.

Lo veo asentir silenciosamente, darse la vuelta y tomar la perilla de la puerta, pero se queda quieto unos instantes, me doy cuenta también de que me observa por el rabillo del ojo.

—¿Necesitas algo más?— cuestiono haciendo una mueca de incomodidad porque él no parece querer salir y yo estoy desnudo de mi parte superior.

YoonGi no me responde, le escuchó suspirar y luego de eso nada más sale de mi habitación, dejándome con ese malestar en el estómago que no sé cómo controlar. Reconozco que somos hermanos, pero la forma en que me mira, en que me cuida y la manera en que es conmigo... No es la de un simple hermano y eso es desconcertante.

¿Qué había entre nosotros? Nada, o por lo menos eso creía personalmente.
Aunque es complicado, dado que desde hace un año aproximadamente había sido adoptado por sus padres, los señores Min.

🌙

𝖂𝖊𝖓𝖉𝖎𝖌𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora