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Mi adopción fue algo repentina, sinceramente llevaba años en el orfanato, solo viendo como poco a poco todos se iban menos yo. Por eso creía que me iría de allí cuando cumpliera la mayoría de edad, ya que los matrimonios que iban preferían adoptar bebés o niños y no me encontraba en ese rango.

A mí me habían abandonado a la suerte en las puertas del orfanato cuando solamente era un recién nacido, fui recogido por lástima y aunque al inicio había muchas solicitudes para adoptarme, nunca pasó. Siempre me pregunté por qué nadie me quería llevar, qué tenían los otros niños que yo no, pero no recibía respuestas y en su lugar me quedé hasta volverme casi un adulto.

Cuando cumpliera mis veintiún años y fuera completamente legal me darían mis papeles, buscaría la manera de sobrevivir por mi cuenta y eso no me parecía nada mal. Los años me sirvieron para hacerme a la idea, únicamente tenía que esperar dos años más para poder irme y yo estaba cien por ciento seguro de que nadie me adoptaría, pero una tarde ocurrió.

Los señores Min tenían muchísimo dinero porque ambos eran empresarios importantes en Corea, de alguna manera ellos querían tener más hijos, aunque no desde cero. No un bebé o un niño que no podrían cuidar, querían a alguien mayor que necesitará apoyo económico para darle calidad de vida y cuanto quisiera. A cambio de eso había un pequeño detalle, uno que obviamente no decían al instante y es que su único hijo era un maldito psicópata.

Min YoonGi era mayor que yo por tan solo un año y medio, blanco como la nieve, más alto por algunos centímetros y escuálido, aunque de débil no tenía nada. Su personalidad... Era algo complicado de describir, ya que era alguien tranquilo a simple vista, pero también tenía un lado misterioso y oscuro que realmente no quería conocer a profundidad.

Nada más una cuantas veces lo vi actuar de manera violenta y eso fue en los primeros meses que me mudé con ellos. Todo porque fui trasladado a su misma escuela y el rumor de que yo era su hermano adoptivo se propagó rápidamente.

La bolita de chicos que normalmente había en las escuelas y se dedicaban a hostigar a los demás para tener algo que hacer, se vinieron contra mí. Me golpearon y gritaron mierdas sobre ser un arrimado, a lo cual claramente intenté defenderme, pero eran seis tipos y no logré nada contra ellos.

YoonGi se enteró de alguna manera porque todo esto había ocurrido durante el receso y no estábamos juntos, así que alguien debió decirle o yo qué sé. El punto es que llegó y los molió a golpes.

Fue algo muy sorprendente, pero también aterrador. Había sido tan grotesco que los chicos terminaron gritando, rogando perdón y aun así no se detuvo. A cada uno los hizo sangrar, les rompió algunos huesos e incluso todos terminaron en el hospital. Entonces dejó de ser algo bueno y me atemorizo.

Los señores Min al ser personas tan importantes ocultaron todo sobre el suceso, pagaron a la escuela y a los chicos liados para que guardaran silencio. Todo tan casual, que de esa forma comprendí que no era la primera vez que YoonGi se comportaba así.

Estaba en shock porque era mi nuevo hermano, vivía con él y nos encontrábamos solos la mayor parte del día. Desde ese momento comencé a evitarlo y en la escuela no me buscaba, así que podía lidiar con el asunto. Además, para bien o para mal, nadie intentó volver a acercarse a mí de nuevo.

Tuve que agradecerle el hecho de que me defendiera, pero lo hice como a los diez días de lo ocurrido porque estaba asustado de como pudiera reaccionar. Recuerdo que estábamos solos y YoonGi no me respondió, solamente se me acercó y me dio un casto beso en la frente que me dejó congelado.

¿Por qué lo había hecho? No lo supe en ese instante y no lo sé, su comportamiento era muy variante. Todos los días parecía alguien distinto y quizás por eso nadie se acercaba a él.

YoonGi no tenía amigos, ni uno solo, y eso me hizo descubrir que los señores Min tenían otros motivos de los que decían para adoptar a alguien de mi edad. Probablemente, su intención era que debía ser su amigo y su hermano.

Saber eso con el paso de los meses no me molesto, pero había cosas que no entendía. Los señores Min sabían que su hijo necesitaba ayuda, más no se la daban. Muchas veces los descubrí hablando a escondidas sobre cómo YoonGi cada vez se volvía más violento y comentaron su comportamiento de niño.

Mi nuevo hermano solía torturar animales indefensos como pasatiempo, todas las mascotas que le regalaban las asesinaba en cuestión de días y eso fue escalando a medidas que no quise continuar escuchando.

¿Qué se planteaban ellos para controlar a YoonGi? Mudarse, irse lejos de la ciudad y de esa manera ya nadie saldría herido, lo cual era estúpido porque lo correcto era que recibiera ayuda psicológica.

Personalmente no podía hacer nada, mucho menos opinar. Me faltaba un año para poder irme por mi cuenta y mientras tanto debía obedecerlos, seguirlos y callarme igual que todos... A menos que quisiera conocer el otro lado de mi hermano mayor.

Tenía muchísimo miedo de YoonGi y era tan real que a veces no lo soportaba. Lloraba por las noches, a escondidas de todos, porque me preocupaba que descubrieran que ya sabía sus oscuros secretos. No tenía a nadie más, no había alguien cercano a quien recurrir o pedir auxilio. Únicamente era yo contra los monstruos que me habían arrastrado a formar parte de su distorsionada y turbia familia que aparentaba ser perfecta.

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𝖂𝖊𝖓𝖉𝖎𝖌𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora