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YoonGi me dejó sobre la tierra con suavidad, nuestra diferencia de tamaños ahora era enorme, él era dos o tres veces yo. Pese a eso, no me sentí intimidado por tenerlo delante, su aspecto no me provocaba nada.

El charco de sangre bajo mis pies me hizo reaccionar, miré con más detenimiento los cuerpos de todos y me senté a observarlos varios minutos. Algunos de ellos estaban comidos de algunas partes, abiertos con los órganos de fuera, varios ojos faltantes, piel arrancada y detalles que bueno, fui yo comiéndomelos a poco.

Ahora que YoonGi me había permitido ver todo como era en realidad, no sabía cómo sentirme porque había sido yo quien mato a tanta gente. Era yo quien disfrutaba torturando a los demás y comiéndolos para alimentar el espíritu de wendigo que me poseía.

Era lo necesario para que YoonGi sobreviviera y yo lo estaba haciendo porque a fin de cuentas eso es lo que me gustaba, lo que quería. Amo a YoonGi y él solo intentó darme una vida normal, pero lo que tenemos es más fuerte y enfermizo de lo que se podría imaginar.

—No puedo volver a la mansión y a los Min.— digo ocultando mi rostro.

YoonGi vuelve a su forma humana y me toma las manos para que no me esconda, su mirada vacilante y tristona me hacen sentir peor. Me abraza y me da un beso en el cuello, lame, muerde y se queda en ese hueco un rato.

—Quédate conmigo, JiMin.— me pide, moviendo sus labios contra mi piel.

—Eso quiero, pero ¿Cómo?

—Soy solo un espíritu, JiMin... Tú eres un humano y estamos en planos distintos, puedo tocarte y puedes sentirme, pero nada de esto es real.— dice, apartándose para girarse hacia los cuerpos y mirarlos. Sus ojos se tornan blancos y ahora comprendo que eso pasa cuando su instinto wendigo sale a flote.

—Quiero que me tomes, hace días dijiste algo que al inicio me dio miedo, pero ahora quiero que lo hagas ¿Podrías?— pregunto, tomándole por la barbilla y haciéndolo girar el rostro para que me ponga atención, sus ojos vuelven a ser los negros que tanto me gustan.

—¿Mh?— duda —¿Qué se supone que te dije?— cuestionó, frunciendo el ceño —Hay muchas cosas que crees que te digo o que hago y eres solamente tú.

Me avergüenzo al escuchar eso porque ahora entiendo por qué todo estaba tan desordenado en mi cabeza, el por qué sentía que nada concordaba y había tantas dudas.

—Dijiste que te gustaba, que querías abrirme y comerme.— digo sin poder mirarlo, mi rostro arde y tengo mucho miedo de que únicamente haya sido imaginación mía.

YoonGi ríe —JiMin... A veces simplemente me sorprendes, la mayor parte del tiempo me pregunto quién es el wendigo aquí ¿Tú o yo? Porque de los dos tú eres quien desea asesinar tanto.— reflexiona y agrega una duda —Nunca lo dije ¿Se supone que te hice algo cuando lo viste?

Hago memoria, se supone que YoonGi me mordió el labio hasta romperlo y saboreo mi sangre, pero al tocar mi labio me doy cuenta de que no hay ninguna herida. Era justamente como cuando me mordió el cuello y salí corriendo al bosque porque me asustó, no había rastro ni marcas, solo la sangre y tierra en mis uñas.

Tierra y sangre seca que ahora sabía eran de la gente que estuve matando.

¿El símbolo en el techo? Fui yo mismo intentando recordarme que tenía a YoonGi, los Min lo taparon para que lo superara, pero lo redescubrí.

¿El libro negro con enredaderas? Información que yo sabía porque YoonGi me la contó, por eso JungKook no recordaba haberlo visto.

¿Las cosas que JungKook me dijo? Nunca las dijo, era yo mismo imaginando que lo hacía mientras que él nada más se aseguraba de darme clases.

𝖂𝖊𝖓𝖉𝖎𝖌𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora