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Extra +18 contiene bestialismo, leer bajo su propia responsabilidad.


Había noches en las que mis pesadillas se volvían tan intensas que despertaba sudando helado, las sábanas se humedecían al igual que mi almohada, aunque está última por el exceso de lágrimas. El terror que vivía en ese lapso de "descanso" era sumamente exasperante, la bestia, que ahora entiendo es el wendigo de YoonGi, se encargaba de profundizar en mis entrañas para revolverlas a su gusto.

Existen miedos peores que la muerte, eso lo que me tocaba sentir cuando mi mente nublada se negaba a aceptar la parte oscura de mi ser y prefería olvidar todo para no afrontar el tipo de humano que realmente soy. Entonces, al sucumbir, los gritos, la sangre y el recuerdo de las vidas que arrebate con mis propias manos se reproducían en flashes interminables, todo para mantener vivo a aquel ser que me tomó bajo su cuidado desde el primer encuentro.

Antes la perturbación de ver niños, adolescentes y adultos morir de manera brutal frente a mis ojos me parecía la peor tortura, lloraba de pánico y mi cuerpo sentía náuseas. Sin embargo, ahora que sé la verdad, mi verdad, hay cierta pizca de diversión y gozo, me digo que fue por un bien mayor, por él.

No importa cuántos tuvieran que dar sus vidas mientras que YoonGi permaneciera conmigo.

El wendigo era una historia aparte, ese virus unido a quien amaba y que nos obligaba a llevar esta vida turbia entre asesinatos, canibalismo y confusión. No odiaba a esta bestia, muy al contrario, sentía que podía congeniar con ella e identificarme con su hambre tan voraz.

Yo no era tan distinto a este demonio, YoonGi tampoco y los tres al final siempre fuimos uno mismo. YoonGi sabía que el wendigo y él me amaban, yo también los amaba. Incluso hubo noches en que las pesadillas se volvieron fantasías y el miedo se tornó placer, caí en sus encantos.

Me volví lo que más deseaban consumir.

Una noche de las tantas que ellos me visitaban a través de los sueños, me vi entre las garras y colmillos del wendigo, atrapado bajo su enorme cuerpo. Los huecos vacíos de sus ojos brillaban en un punto rojo hipnotizante, el que me obligaba a observarlo fijamente y temblar sin cesar.

El wendigo me había cazado muchas veces antes y jugó innumerables más conmigo, ya que siempre pudo haberme alcanzado, pero parecía disfrutar mucho verme aturdido. De esa manera, es que lo sabía, podía diferenciar que en esa ocasión había algo más en su comportamiento animal y no era el usual juego de acechar a su presa.

—¿Q-qué es lo que deseas?— balbucee a duras penas, sintiendo como su hocico se hundía en la división de mi cuello y su respiración caliente pegaba contra mi sensible piel helada.

Nos encontrábamos en el bosque, sus tierras, que cabe resaltar, me parecían un enorme laberinto porque no había un inicio ni un fin, al menos no que yo lo hubiese descubierto aún. La temperatura del sitio era realmente helada, mi propia respiración se volvía una nube blanca en el aire y las pijamas de noche que llevaba puestas no me cubrían demasiado. El árbol sobre nosotros le daba un aura mucho más oscura al momento del wendigo sobre mí, resultando una imagen peor para mis párpados.

Obviamente, el wendigo no me respondió, la parte humana no parecía estar cuerda en ese momento, YoonGi estaba fuera de control. Sabía de antemano que este espíritu tenía poder sobre su posesión y que sus hábitos se volvían el de uno solo, así que algo debía sucederle a ambos.

El sonido de las hojas revolotear por el viento y el silencio sepulcral me tenían absorto en los pequeños detalles. Estaba el hecho de que indudablemente el wendigo parecía verse más grande, su tamaño normal era de casi 2 metros, pero ahora parecía ser del doble. También estaba la forma en que su pelaje oscuro se encrespaba y sus garras se hundían en la tierra con tanta presión, como si estuviese conteniéndose de atacarme.

𝖂𝖊𝖓𝖉𝖎𝖌𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora