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Cuando me giro para ver a mi hermano me doy cuenta de que ya no está, se desapareció. Eso me hace sentirme un poco más tranquilo, no me pregunto a dónde fue o que está haciendo mientras esté lejos de mí.

Recorro la mansión solo para conocer el lugar, la primera planta es la más grande y donde se encuentran: la sala, el comedor, la cocina, la lavandería y la biblioteca se encuentran, por fuera solo está un pequeño invernadero.

En el segundo piso se ubica la habitación de los señores Min, la cual cuenta con su propio baño y es enorme. Además, hay dos oficinas que supongo simulan las de sus empleos, pues tienen lo esencial para sus empresas. También en ese mismo piso hay dos habitaciones que parecen ser del personal, ya que son cuartos más pequeños, uno con cama individual y otro con cama matrimonial.

En el momento que subo las escaleras para el tercer piso, mi cuerpo comienza a temblar, un acto de reflejo al saber que estoy solo con YoonGi, así que caminó lentamente por el pasillo mirando las puertas. Aquí es donde están nuestras habitaciones, sumándole una sala de estudio, una más de entretenimiento y finalmente el cuarto de baño que parece tendremos que compartir.

Me dirijo hacia mi habitación y abro la puerta, el cuarto es enorme, todas las cosas que tenía en la anterior casa ya están acomodadas y parece que me faltan pertenencias para poder llenar todo el espacio. Reviso el closet encontrándome varios cambios de ropa, zapatos y cosas personales nuevas, aun con etiqueta, le atribuyo eso a los señores Min porque yo no compré nada de eso.

La cama es grande también, me tiro en ella con los ojos cerrados, no sé si deba dormir un poco o bañarme. Pero de hacer lo último debería hablar con YoonGi para que sepa que estaré ocupando la regadera, la idea se esfuma de mi cabeza al tener eso en cuenta, no lo quiero ver.

Abro los ojos solo para mirar el techo y me doy cuenta de que hay una marca extraña en la madera, no noto que es en sí, pero intentaron taparla con pintura y al ser un tono claro no la cubre totalmente. Me subo en la cama y la tocó con la punta de mis dedos, trazando la forma tan peculiar que tiene, un escalofrío recorre mi espina dorsal al momento de hacerlo y contraigo mis extremidades.

—¿Qué significas?— murmuro para mí mismo con curiosidad desbordante.

Con mis uñas rasgo la pintura seca, poco a poco el color celeste se cae y va dejándole paso a la figura que simula un perfecto rectángulo y distingo que dentro se encuentra lo que me parece una rama seca de tres puntas. Por más que lo veo no descubro el significado y recuerdo que hay una biblioteca en el primer piso, pero no es como si tuviera un indicio para ir a buscar un libro que me diga que es y por eso pienso en usar mi celular.

—Debe ser una broma.— balbuceo al notar que no hay señal y mucho menos internet. Mi estómago se revuelve y bajo de la cama para caminar en el cuarto mientras alzo mi celular, buscando mínimamente una raya.

—No hay.— sisea YoonGi desde la puerta de mi habitación, ni siquiera lo había escuchado llegar y su repentina aparición me hace dar un brinquito.

—Eso estaba viendo.— respondo, intentando no demostrarle lo asustado que estoy por su culpa —Quizás alcance en la primera planta o un poco alejado de la mansión, en el camino, por ejemplo.— comentó, intentando pasar por su lado e irme de ahí porque sencillamente no es buena idea estar solos.

YoonGi no se quita de la puerta al instante, pero se hace a un lado cuando ve que no desistiré, paso por donde puedo y me toma bruscamente por el antebrazo. La fuerza de su mano contra mi piel duele, callo un jadeo y únicamente lo miro a la cara para darme cuenta de que relame sus finos labios mientras mira los míos.

—No tardaré.— digo, ignorando a toda costa lo que acaba de hacer.

Me zafo de su agarre y camino por el pasillo, justo cuando voy a mitad de las escaleras escucho su risilla y sus pasos apresurados que me hacen acelerar. Bajo el segundo piso, como si mi vida dependiera de ello. Corro a la puerta, quitó los seguros con torpeza y la abro. No obstante, la mano de YoonGi evita que continúe mi escape y me encierra.

—JiMin...— susurra, colando su rostro entre el espacio de mi hombro y cuello, su aliento golpeando contra mi oído.

No le respondo, mi mente viaja a las pesadillas que normalmente tengo, mi respiración se torna errática y las palpitaciones de mi corazón se aceleran. Siento como su mano sobrante me tomó de la cintura y me apega a su fornido pecho, puedo sentir perfectamente como se restriega en mí.

—Y-Yoon.— balbuceo, removiéndome incómodo, mis ojos se ponen acuosos.

Jamás te adentres al bosque.— advierte, dejando un casto beso sobre la zona sensible de mi cuello, donde roza sus dientes y muerde fuertemente.

Mis lágrimas comienzan a descender por mi rostro, suelto un jadeo de dolor al sentir como abre mi piel y cuando mi sangre comienza a salir se aleja, subiendo rápidamente las escaleras. Mi mano que aún sigue sobre el pomo de la puerta tiembla, finalmente la abro y salgo al exterior, corriendo lejos de la mansión por el pánico de lo que acaba de suceder.

No volteo hacia atrás, no pienso hacerlo porque estoy seguro de que YoonGi continuará allí y no podré manejar lo que acaba de hacer. Nunca se había atrevido a tanto y así es como olvido por completo su advertencia.

Llevo mi mano al cuello y veo como hay un poco de sangre, bajo la velocidad y me detengo para volver a revisar que es real. Aun con la vista empañada confirmó que sí estoy herido, pero no es nada grave y me obligó a calmarme. Sin embargo, cuando reacciono miro mi alrededor y estoy en el bosque. A unos metros de mí, entre los árboles, una sombra negra se levanta y solo puedo distinguir unos cuernos de ciervo antes de caer inconsciente.

🌙

𝖂𝖊𝖓𝖉𝖎𝖌𝖔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora