DOS CORAZONES | V

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FIORELLA

—Bien, ¿Qué es lo que tienes para esta semana? —Oliver cruzó con sumo cuidado al otro lado del río donde estaba yo ubicada, esperándolo.

El día anterior me había dicho que llevara una bolsa con provisiones, algunas cosas para comer, ya que le había comentado que me habían dejado el día de mi cumpleaños libre, así que podía rondar por donde quisiera hasta el anochecer ya que allí sería mi fiesta de cumpleaños.

—Te traje un regalo –dijo mientras sonreía con entusiasmo, como si se tratase de un niño pequeño.

—No hacía falta que me trajeras un regalo Oliver.

—Quería hacerlo. quería que supieras que pienso en ti. –de su bolsa sacó una pequeña caja que abrió para mostrarme un brazalete— Tiene el diseño de tu sello y las gemas son del color de cada elemento. Yo pedí que me hicieran un anillo con los detalles.

Colocó el brazalete en mi muñeca para luego mostrarme su mano donde en su dedo estaba el anillo que había mencionado.

—Es algo que nos une, ¿Te gusta?

Sonreí lo más dulce que pude para luego rodear su cuello con mis brazos. Lo abrace y bese su mejilla varias veces, sentía una rara mezcla de emociones al estar entre sus brazos, me había abrazado desde la cintura y hundió su rostro entre mi cuello y mi hombro.

Sentía mis mejillas un poco ardientes.

—Me encanta, no me la voy a quitar nunca. —susurre a su oído mientras pasaba mi mano por su cabello, acariciando sin separarse del abrazo.

—Eso espero, porque yo tampoco pienso quitarme el anillo —músico para luego poner un poco de distancia entre los dos, pero sin separarnos del abrazo.

Nos quedamos así unos cuantos segundos, mirándonos, sintiendo la brisa jugar con nosotros. Sentía como mis mejillas comenzaban a arder cada vez más.

¿Me estaba comenzando a enamorar de Oliver?

Esto no podía estar pasando...

No debería estar enamorándome de un humano, y menos de este humano.

Me separé del abrazo mientras torcía ligeramente, necesitaba cambiar el tema ante de que las acciones de ambos se salieran de nuestras manos.

—Las hadas están preparando las cosas para el verano, dicen que este año será más caluroso que el anterior, para que tu pueblo esté listo, puede que no llueva demasiado. —Coloque un mechón de mi cabello detrás de mi oreja, estaba nerviosa, sentía como si mis manos temblaran sin razón, y mi estómago estuviera lleno de cosas que no puedo explicar.

—¿Qué pasa Fiorella? estas algo extraña.

Me alerte enseguida, ¿será que este humano nota lo que estoy comenzando a sentir? Por más libros sobre la vida humana que me lea no significa que sepa todo lo que ellos saben de su especie.

—Nada, solo estoy nerviosa.

No puedo mentir, así que solo me toca poner una cortina sobre la verdad, desviar el tema de conversación, es la única opción que tengo realmente, por culpa de Atenea no puedo mentir.

—¿Por tu cumpleaños?

—Si –respondí enseguida comenzando a jugar con mi cabello de forma frenética– se supone que es mi cumpleaños veinte, según lo que está escrito en las leyes de nosotros ya debo de coronarse como la princesa heredera, hasta ahora solo era la princesa Fiorella, luego de este día seré la princesa heredera Fiorella lovette –suspire algo divertida mientras me apoyaba en un árbol con cuidado de no lastimar más mis alas– será un lindo título.

—Bastante largo la verdad, pero no me quejo, acá en mi reino es igual –se colocó frente a mi, dejando que su perfume se sintiera con más fervor, olía demasiado bien– Príncipe Heredero Oliver I Vance.

—El tuyo está peor –comencé a reírme ligeramente mientras él me miraba sonriente sin decir nada más. —¿Qué era lo que tenías planeado Oli?

—¿Oli?

—Es de cariño, creo que hay un poco de confianza para un apodo.

—De acuerdo Fio –sonrió mientras sacaba de su bolsa una gran manta y la colocaba en el césped– Un picnic.

—¿Qué es eso? ¿Cómo metiste esa manta en tu bolso?

—Son trucos que no quieres saber, además un picnic es una salida, donde dos personas o m ́ s se sientan en el césped a comer.

—¿Por qué?

—Por diversión.

No había notado que cuando salto había traído una cesta de comida consigo, él se sentó y comenzó a sacar cosas de la cesta y dejarlas sobre la manta. Imite lo que él hacía con las cosas que yo había traído.

Nuestras comidas eran diferentes en su totalidad, mientras él tenía cosas de humanos yo tenía frutas y algunas aguas que la madre naturaleza nos daba.

—¿Qué es esa cosa redonda con cerezas?

—Es un pastel, acá cuando uno está de cumpleaños se hace un pastel se colocan velas y la persona que está de cumpleaños pide un deseo.

—¿Tú lo has hecho? –pregunte acercándome al pastel que él dejaba entre nosotros dos.

—Si –asintió mientras sacaba unas cosas raras para comenzar a hacer movimientos raros– estoy intentando prender fuego. –añadió.

—Claro, era obvio, yo lo sabía. –guarde silencio mientras él me ve de reojo con una sonrisa divertida– ¿Tus deseos se han cumplido?

Su sonrisa se borró mientras colocaba la ligera llama sobre la vela para luego apagar el palito y tomar el pastel entre sus manos.

—Solo uno, pero no es de buena suerte decir tus deseos. A propósito, también es mi cumpleaños.

—Feliz cumpleaños Oliver.

—Feliz cumpleaños Fiorella.

Ambos llenamos nuestros pulmones para proceder a apagar la vela.

Al ver que no podíamos apagarla nos reímos y lo volvimos a intentar, hasta lograrlo.

Seguimos riendo, dejamos el pastel en la manta para seguir riendo. No sé por qué estamos riendo, pero su risa me gusta, espero nunca deje de sonreír y reír de esta manera.

—¿Oíste eso?

Él frenó su risa de golpe, no había escuchado nada.

Espera si no había escuchado nada...

Oh no.

—¿Fiorella? Cuanto tiempo amiga mía

—Atenea...

CORTEJO DE MEDIANOCHE | AMANTES #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora