Capítulo 3: ¿Quién mierda eres, Demetrio Jurado?

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El sol recién empezaba a salir cuando en la casa de Sara, todo estaba completamente desordenado.

Andrés, ya listo desde hacía rato, tocaba una melodía tranquila con su guitarra. Helena y Gaby, sin embargo, estaban entretenidas peleando por un par de botas.

-Ayy ya préstamelas- le pedía con las manos juntas Helena a su hermana mayor.

-No porque luego no me las devuelves- respondió mientras se miraba en el espejo para terminar su "maquillaje natural" que de natural no tenía nada.

-¡ESO NO ES CIERTO! Yo siempre te devuelvo todo

-¡MENTIROSA! Sabes, aún sigo esperando que me devuelvas la falda de brillos que te presté

-Pues yo no recuerdo que me hallas prestado ninguna falda, sin embargo, si me acuerdo la vez que te presté un labial rosa y nunca más apareció

-Me parece que te acuerdas solo de lo que te conviene, además, volviendo a lo otro, las botas las voy a usar yo, ahora.

-¡NUNCA LAS USAS! Lo estás haciendo a propósito- exclamó Helena, mientras Gaby dejaba de mirarse en el espejo para sacarle la lengua a su hermana.

-Agh- gruñó la rubia -Por cierto, ese maquillaje que te estás haciendo, es realmente horrible, un payaso se maquilla mejor- gritó y se dirigió a su habitación, en la otra punta del pasillo. Allí se cruzó con su madre, quién ni siquiera la miró.
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-Ya se están peleando de vuelta esas locas- rió Andrés

-Ay todos los días es lo mismo. Ambas son demasiado desorganizadas- contestó Sara. Madre e hijo estaban ya en la sala esperando que las demás mujeres terminaran de alistarse.

-Se parecen a papá. Él era muy desordenado y tardaba más que tú siempre que íbamos a salir- recordó el joven con una sonrisa agria.

- Mhh, si tienes razón, él era así- Se quedaron en silencio por unos minutos. Todos habían quedado muy enojados y dolidos con su partida. Desde aquella noche que los trató como si no valieran nada, la familia detestaba hablar de él.

Sus hijos (o al menos Gaby y Andrés) presentaban cierto rechazo ante su papá. Sara intentaba olvidarlo, hacer borrón y cuenta nueva, como si no hubiese existido, pero no podía. Hasta ese día ella lo seguía amando con locura, y durante el atardecer se sentaba en la mesa de la cocina, mirando hacia la puerta de entrada, esperando inconscientemente a ese hombre que, durante todos los años que llevaban casados, luego de una larga jornada de trabajo en la oficina, él ingresaba por aquella puerta y su boca se ensanchaba enormemente en una bella sonrisa al ver a su mujer esperándolo.

Luego se acercaba y juntaban sus labios en un tierno beso. Se amaban demasiado, se necesitaban el uno al otro, no eran capaces de permanecer mucho tiempo separados. Por eso resultaba incomprensible para Sara la decisión tan abrupta que había tomado Franco.

-Mamá, ¿puedo hacerte una pregunta?

-Dime mi amor, ¿qué sucede?- Sara y Andrés tenían una relación preciosa, de muchísima confianza el uno en el otro.

-Hacía mucho tiempo que tu y Helena no se quedaban solas en casa, y hoy las he notado muy extrañas, bueno, más extrañas de lo que suelen estar; ¿pasó algo anoche mientras no estábamos?- preguntó cuidadosamente el joven.

-Ayy mi niño, que te puedo decir. Ya sabes que ella y yo somos muy distintas y chocamos constantemente

-Mmm, de hecho a mi me parece que chocan porque son demasiado iguales.

-¿En serio?

-Obvio mamá. Helena tiene varias cosas parecidas a papá, pero en general, es una réplica tuya. Tiene tu mismo carácter explosivo y enojón- rió Andrés, mientras Sara abría la boca y le tiraba un almohadón del sofá, en forma de broma. -Aguarda, aguarda, es que no me dejas terminar. También es muy valiente, y capaz de cualquier cosa por defender a los suyos, igual que tu mamá.- los ojos de Sara se llenaban de lágrimas lentamente- Ambas son muy cariñosas, y aman sin condiciones, pero no solo a las personas; cuando la veo montada, galopando en su caballo a toda velocidad, y el viento le pega en la cara, haciendo volar su cabello ondulado, (igual al tuyo), sintiéndose libre y feliz; o dejándose llevar por ese carácter tan competitivo que demuestra constantemente, (generalmente en las ferias) te veo a ti.

Dulce Helena (pasión de gavilanes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora