Capítulo 4: El doloroso pasado (1era parte)

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-¡ERES UN MONSTRUO! ¡ALÉJATE MALDITO! ¡¿QUE MIERDA ES TODO ESTO?! ¡¿QUIÉN MIERDA ERES, DEMETRIO JURADO?!- pensó en gritarle, pero no era correcto, debía mantener la calma.

Por nada del mundo tenía que enterarse que ella sabía acerca de sus cochinos negocios. -¡Lo siento muchísimo Demetrio, en serio! Es que cuando volvía de las caballerizas, venía pensando en tonteras y no me di cuenta de que entré por la puerta trasera.- su cerebro iba a mil, pensando en que lo que decía tuviera sentido y la cubriera. -Luego me dieron ganas de orinar, y como estaba perdida, fui probando las puertas y fijándome donde había un baño. - no podía descifrar su expresión, solo esperaba que se lo creyera. -Cuando entré al estudio, iba a cerrar la puerta y seguir buscando, pero al ver el cuadro, quedé impactada; ¡Es demasiado bello! ¿Quién es?

-Ahh, es mi... es mi hermana... Valentina.- se lo notaba un poco más relajado que cuando la encontró- ¿Estaba abierto este lugar?

-Sí, lo estaba. Escuche, lo siento mucho, sé que no debí invadir tu privacidad- mintió ella, esperando dar por terminada la conversación.

-No te preocupes, niña- le dijo mientras caminaba hacia ella y le colocaba una de sus manos en la espalda- Te andaba buscando porque ya está la comida- la dirigió cuidadosamente fuera del lugar- Vamos a comer, ya tengo hambre.
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Durante el almuerzo todo estaba bastante animado. Hablaban y comentaban sobre cosas divertidas. Helena era la única que no hablaba. Estaba demasiado perturbada, como para si quiera escuchar lo que decían.

-¿Qué era todo eso?- se preguntaba una y otra vez. -Quizás, era un malentendido. ¿Pero por qué él tendría todas esas fotos, documentos, datos y cartas? ¡Eso! ¡Cartas! Él mismo hablaba sobre como buscaba y secuestraba personas, que, por lo que podía comprender, terminaban siendo esclavizados o prostituidos.- pensaba- Aún no entiendo que significa lo de los órganos.- se decía intentando evitar lo que era evidente... "Venta de órganos".

-¿Quieres más?- le preguntó una voz masculina. (Miró a Demetrio)

-¿Eh?- dijo totalmente perdida, sin saber a qué se refería. Él le señaló su plato de comida. -¡Por Dios! ¡Hacía muy poco le habían servido una generosa porción y ya se la había acabado!- Ah, si... Por favor- murmuró por lo bajo, algo avergonzada. Ella sabía que cuando tenía ansiedad, solía descargarse con la comida.

Flashback:
Una Helena de apenas ocho años, se hallaba al borde de un colapso, cuando la noche anterior de la presentación de un proyecto de ciencias de la escuela, sumamente importante, su mente se había encargado de crear todos los escenarios posibles, e incluso varios imposibles, en los que se equivocaba, se olvidaba su parte; la ingeniosa maqueta con la reacción química no funcionaba, las medidas que había sacado no eran exactas, y un muy largo etcétera.

Se había encargado de que, la maqueta, la investigación, los textos, las imágenes, el discurso y el video explicativo que darían, fuera perfecto. Sabía absolutamente todo. No solo su parte, si no que la de sus compañeros también, pero como siempre, su mente le jugaba una mala pasada.

Ya no había demasiado movimiento en la casa. Todos se preparaban para irse a la cama. Su mamá estaba hablando con Gaby de quién sabe qué. Su papá se había quedando tocando la guitarra con Andrés.

La niña salió a hurtadillas del estudio y se fue directo a la cocina. Tomó un paquete de galletitas que desapareció en cuestión de pocos minutos. Encima de la mesa, había un pastel recién horneado por Irene. -"No lo coman que es para la escuela de Gaby mañana"-había avisado Sarita.

-Es para mi hermana. Es para mi hermana. Es para mi hermana- se repitió una y otra vez, pero se sentía totalmente fuera de control. Tomó una porción y se prometió que iba a ser la única. Era de chocolate y tenía crema batida arriba, como decoración.

Dulce Helena (pasión de gavilanes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora