Prólogo: Papá, no te vayas...

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Franco Reyes se caracterizaba por ser un hombre muy alegre, con mucha energía y sumamente cariñoso. Con una familia que, no por presumir, pero él creía que se acercaba mucho a la perfección, con una esposa magnífica a la cual amaba con todas las fuerzas de su alma y tres niños pequeños, frutos de aquel hermoso amor.

El mayor se llamaba Andrés, un niño que tanto física como mentalmente, se parecía muchísimo a su esposa Sara. Muy responsable, ordenado y feliz; su pasión era la música, cantaba, tocaba diversos instrumentos y hasta componía bellísimas canciones.

Gaby era la hija del medio, y la consentida de la familia. Fue la primera nieta, sobrina, hija prima y hermana mujer, ya que hasta ese momento todos eran varones en la enorme familia Reyes Elizondo, porque sí, eran tres hermanos felizmente casados con tres hermanas.

Gaby se parecía muchísimo a Franco. Una chica muy desordenada y libre. Gran soñadora y charlatana. Era realmente expresiva con todo lo que sentía, enojo, felicidad, tristeza, amor, todo lo expresaba al máximo de distintas formas. Cuando de la escuela se trataba, no era para nada responsable, pero desde pequeña había presentado un gran interés por los idiomas, y en la actualidad era lo único por lo que realmente demostraba una enorme pasión, al igual que su hermano.

Y luego, cuatro años después, cuando ya habían decidido no tener más hijos, se enteraron de que Sara esperaba a su tercera niña, Helena.

Franco se encontraba en las nubes cuando se enteró, se sentía enormemente feliz por un tercer integrante, pero Sara no sintió lo mismo. Habían comenzado un proyecto enorme haciendo negocios en el extranjero, vendiendo caballos y otros productos que hacía poco empezaron a fabricarse en aquella hacienda, pero todo se vio interrumpido cuando la doctora les informó que era un embarazo de alto riesgo. La preocupación de Franco y el enojo de Sara aumentaron cuando esta tuvo que pasar la mayor parte de su gestación en reposo, para culminar con un nacimiento extremadamente difícil, en la que tuvieron, como última opción, que sacarle el útero a la mujer.

Por todo este difícil proceso, aunque ella no lo aceptara, Sara estaba resentida con la niña; no era mala, pero tampoco era muy cariñosa con ella a diferencia con sus demás niños, quizás por esa razón, Franco y Helena tenían una relación muy especial, una forma de entenderse sin necesidad de palabras, estaban conectados.

Helena... ella sí que era todo un dilema, un verdadero reto explicarla con palabras. Físicamente era innegable que fuera hija de Franco, eran idénticos, pero en personalidad se podía decir que era la mezcla perfecta de ambos... y de alguien más que nunca había podido descubrir.

Era tan valiente, enojona y responsable como su madre. Amaba con locura el campo y ni hablar de los caballos, se pasaba todo el día, todos los días montada a uno, era una jinete extraordinaria.

Se decía que tenía una energía alegre pero tranquila a la vez, (algo que no compartía con su hija Gaby) transmitía mucha vitalidad y bienestar, aún a las personas que no la conocían. Era muy inteligente y apasionada con todo lo que hacía, y amante del peligro y la adrenalina, (eso si no sabían de quién lo había sacado).

Tendía a ser más callada, disfrutaba del silencio, y más si se encontraba en la naturaleza.

La familia la cuidaba de sobremanera, ella a veces podía ser muy inocente y confiar en personas que no debía. Pero todos, (mayormente los hermanos Reyes) mantenían con ella una conexión especial, al sentir que realmente se parecía a alguien que ellos conocían en el pasado, pero nunca pudieron saber quién era ese alguien.

Con esta gran familia él había pasado los mejores años de toda su vida, pero de una semana a otra, el comportamiento de aquel generoso hombre cambió radicalmente.

Dulce Helena (pasión de gavilanes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora