Capítulo 1: Querida sobrina...

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4 años después...

El sol se asomaba radiante aquella mañana de noviembre. Sara, Andrés y Gaby ya estaban sentados en la mesa esperando a que Irene sirviera el desayuno. Los tres estaban cayéndose del sueño encima de la mesa, a causa de que durante la noche no habían podido pegar un ojo; en una hacienda aledaña habían estado asaltando y lastimando a sus habitantes. Lógicamente, estaban sumamente alertas por si aquella banda prefería visitar algunas de las haciendas de los Reyes Elizondo.

-Buenos días familia- saludó Helena con esa energía vibrante y alegre que la caracterizaba, algo que claramente había heredado de Franco.

-Buenos días- respondieron al unísono con voz de dormidos, intentando comprender como la niña era capaz de esa felicidad después de la larga e inquieta noche que habían pasado.

-¿Por qué esas caras largas? Se dice que ya atraparon a los asaltantes a pocos kilómetros de la hacienda. Pobre familia, imagino el susto que deben haber pasado, igualmente gracias a Dios no pasó mayores y sus heridas no son graves-

Sara la miraba con especial atención, pensando en cuán grande era su parecido con Franco, aquel hombre que cuatro años atrás la habría abandonado en medio de la noche.
Aún lo extrañaba demasiado, aunque quería negarlo a toda costa, todavía lo amaba y lo necesitaba. Habían sido la familia perfecta hasta esa noche, que sin muchas explicaciones  él se había marchado, dejando los papeles de divorcio sobre la mesa del comedor.

La menor de sus hijas era peculiar. Exceptuando a su ex esposo, nunca había visto a alguien con tanta vitalidad. Era una persona que generaba curiosidad y misterio, porque si bien era muy alegre, jamás expresaba lo que sentía o le pasaba, era sumamente reservada y nunca supo descifrarla como a sus otros hijos o a los demás miembros de su familia (algo en lo que Sara era muy buena), quizás por el hecho de que ellas no eran grandes confidentes, no se contaban las cosas ni pasaban más de veinte minutos ellas dos solas.

-Entonces mami, ¿Qué opinas?- preguntó Gaby (la hija del medio)

-Emm... ay mi amor, discúlpame, estaba pensando en otra cosa, no te escuché, ¿A qué te referías?- preguntó Sara al darse cuenta que se había quedado como una boba perdiéndose en aquellos preciosos ojos azules de Helena, que tanto le hacían acordar a él.

-Que si te parece ir a comer fuera cuando salga de la uni conmigo y mi hermano

-Me parece una excelente idea- respondió- ¿Mi amor, no quieres venir con nosotros?- preguntó mirando a la menor de los hermanos.

-No mamá, muchas gracias por la invitación, pero prefiero quedarme en casa; es cierto que tuvimos una noche particular y prefiero descansar luego de la prepa.

-Anda hermanita, tu nunca estas cansada, ven con nosotros- le pidió el mayor de los hermanos, Andrés.

-Muchas gracias, pero enserio prefiero quedarme en casa, la próxima será- determinó la joven, mientras le dedicaba una sonrisa a sus hermanos.
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(En esta historia los mellizos tienen solo unos meses de diferencia con Helena, ellos tienen dieciséis y ella quince)

Las horas transcurrían con normalidad, estaban haciendo un examen de matemática, para el cual obviamente ni Erik ni León habían estudiado. Con este último ya se cumplían treinta minutos en los que lo único que hacía era mirar con completo horror su hoja en blanco, a diferencia de Erick que tironeaba del cabello de su prima para pedirle que le pase las respuestas.

-Ya detente- le susurraba Helena molesta, a punto de finalizar su examen

-Pásame la uno

-¡¿Recién vas por la uno!?

Dulce Helena (pasión de gavilanes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora