1. Normal

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GAVI

— ¿Sigues estando enfadado?

Pedri, recostado en la pared del vestuario me lanzó una mirada colérica.

    — No estoy enfado — sentenció.

— Aaah, si lo estás. — pronunció Balde saliendo de las duchas con la toalla envuelta llevando calcetines mojados en vez de unas chanclas. Eso era indicio de que se las había dejado en su casa.

— Tío que asco, que vas a coger hongos, guarro. — Justo dije eso, estaba quejándome al recibir una fuerte punzada de dolor en el brazo tras el golpe que me
acababa de dar Pedri.

Tenía verdaderamente el cuerpo lleno de hematomas y adolorido por los golpes que acarreé toda la tarde del partido "amistoso". Aunque amistoso mis cojones, porque tenía incluso los dedos tan magullados hasta como para no coger el móvil y contestar a algunas de las notificaciones que tenía en la pantalla.
Sabía que serían de chicas, mayoritariamente lo eran porque sino era mi hermana o mi madre sería alguna que otra que, fallidamente, estaría esperando una respuesta mía aunque fuese de la manera más déspota posible. Me había acostumbrado a ellos y me daba igual. Tampoco me disgustaba. Yo no quería a nadie para nada más que un polvo y ellas sabían que no iban a encontrar nada más en mi, aún así sin intentarlo no se quedaban.

— Dijo que iba a marcar asistencia y
lo ha hecho, no me llores bro — había entrado a los vestuarios Ansu y siendo realistas hacía relativamente poco que había dejado las muletas que había tenido que usar tras la rotura de su menisco interior, el cual había impedido que jugase la segunda parte del partido contra el Betis y me daba miedo que volviese a recaer como pasó hace menos de 4 semanas. Presentaba un aspecto increíble en comparación a cómo estábamos los demás de sudados y rojos. Su ropa estaba cubierta de barro por la lluvia y la hierba mezclada y el pelo le colgaba en mechones sudorosos. Resultaba gracioso.

— Chicos, chicos — intervino Xavi por la puerta con el equipo técnico. — No os peleéis, — procedió a colocarse en el medio del vestuario para ser visible y escuchado por todos. — Muy bien, hubo un poco más de acción de la que nos esperábamos, pero a mi me ha parecido divertido.

— Mister, si por divertido te refieres
a la paliza de asistencias que hice en comparación con Pedri, estoy de acuerdo.— Espeté con una carcajada.

— Pero tú mocoso 04, ven aquí que te
meto un puñetazo y te dejo más enano de lo que ya eres — repuso el canario detrás de mi mientras me encaminaba a las duchas. Pedri tenía la cara roja aunque no sabía diferenciar si era por la rabia o por el cansancio, o ambas.

— Gavi, ahora por subnormal te va a
llevar a casa tu puta madre — me gritó desde fuera. Cabrón, eso no me lo esperaba. Realmente lo había enfadado.

— Vale abuela, ya verás que me echas de menos — yo sé perfectamente que tocar los huevos es una personalidad y es la mía.




Habían pasado por lo menos 2 horas y en ese tiempo transcurrido yo me quedé solo en los vestuarios y mis compañeros iban saliendo, no sin antes despedirse.

Todos son mayores de edad, yo también lo soy, pero al decir mayor de edad me refiero al hecho de que ellos tienen coches y aunque yo también ahora hubiese recibido mi nuevo vehículo de la marca Cupra como parte del acuerdo de patrocinio entre el club y la firma española de coches deportivos, igual que ellos. Carecía todavía del carnet de conducir y tampoco quería arriesgarme demasiado aunque supiese manejar un coche. Por tanto le mandé un mensaje a Desirée, la modelo francesa que había conocido en unos de los eventos del Barça hace dos semanas. Yo sabía que ella tenía coche y aunque de entre mi lista de contactos, había mas mujeres con coche. Ella era mi novedad y por tanto mi primera ocurrencia.

Mientras Desirée no vino, me quedé en el Camp Nou.
Cabe decir que a mi me gustaba también estar solo conmigo mismo.
Desde que me fui de Sevilla con 11 años y les pedí a mis padres que volviesen a Los Palacios, después de acabar mi primera temporada porque tenía claro que me quería quedar en la ciudad deportiva de Barcelona, me había dado cuenta de que la única persona que iba a estar conmigo siempre iba a ser solo yo. Y eso podía ser lo mejor y lo peor que podría pasarme en la vida.

Estaba con la mente absorta y en blanco hasta que escuché el ruido de unos tacones pisando fuerte y con seguridad. No hacía falta que me girase para saber que era ella. Aún así me giré.

Desirée poseía una belleza que no era natural y ella lo sabía: cabello largo rubio almendrado, ojos pintados de negro, la tez blanca y pálida y los labios pintados en un rojo carmesí matte. Tenía una chaqueta corta de piel de visón blanca, unas botas color crema y una falda del mismo color y en cuanto al largo de la falda... Yo sabía que estaba bastante corta, pero también sabía el motivo por el que la estaba llevando así.

— Hola cielo — siguió caminando hacia
mi. Antes, cuando era pequeño, solía ser yo quien miraba a las chicas desde abajo, de hecho en el pueblo me llamaban "canijo" o "enano".
Ahora, incluso aunque lleven tacones me he acostumbrado a tener que mirarlas bajando ligeramente mi cabeza.

— ¿Me has echado de menos?
Prosiguió su pregunta mientras eliminaba la distancia que teníamos, aunque ahora ella estaba lo suficientemente cerca de mi como para oler su perfume Valentino y al mismo tiempo rodear con sus manos mi cuello.

Después de eso, acerqué bruscamente su cintura a mi cuerpo y bajé mi mano a su culo apretándolo fuertemente mientras le dije con voz ronca: ¿Me vas a seguir haciendo esperar?

𝐀 𝐌 𝐎 𝐑 𝐄.   [PABLO GAVI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora