8. Traficante

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     — No, al menos dime porque coño se esta diciendo esto—, exigió Pablo, todavía con el móvil de Ansu en la mano, sin creer los tweets.

No era su móvil, pelo las ganas de lanzarlo contra la puerta del armario no le faltaban.

En el fondo agradecía no tener twitter, pero el hecho de darse cuenta y de ser consciente de que había gente que hablaba de él sin conocerle, fue siempre algo que Pablo nunca llevó bien desde que era futbolista profesional.

Le enfadaba y mucho.
Le enfadaba que fabulasen sobre su vida privada, le enfadaba que no se tomasen en serio su carácter por solo tener l8 años, y le enfadaba que, como ahora mismo, se estuviesen riendo de él, cuando tanto como Pedri como Ansu sabían lo que se sentía cuando la prensa y los fans se inventaban cosas sobre sus vidas privadas.

     — A mi no me encabronaría que me emparejasen con ella - dijo Balde entrando por la puerta sonriendo.

Gavi lo ignoró y miró a Pedri, que apagaba la televisión y se levantaba de la cama a la misma vez que se estiraba.

     — Bueno, ¿vas a ir a por ellas o no?—preguntó Ansu, que no había olvidado la afirmación que había hecho el canario minutos antes.

     — Que va, lo decía de coña— miró a Gavi, para preguntarle,— vamos a bajar a cenar ¿bajas o te vas a quedar rosmando?

Gavi se levantó con desgana y mientras Pedri cerraba la puerta con la tarjeta del hotel, se bajó la capucha, sacudió el pelo y se la puso de nuevo al mismo tiempo que caminaba con los demás hacia los comedores.

Todo estaba perfectamente distribuido por el comedor. Los carros de entremeses, de postres, igual que el gueridón y la mesa auxiliar. El lugar había sido reservado de 9:00 a 10:30 exclusivamente para el equipo y el personal técnico del Barça. Únicamente lo hacían por privacidad, porque la única vez que habían decidido no reservar el comedor para el equipo y que cenaron con todos los huéspedes del hotel, acabó siendo terrible puesto que los jugadores apenas pudieron probar plato porque no paraban de pedirle firmas y fotos invadiendo su espacio personal sin permiso. 

Las mesas eran redondas, solo podían sentarse cinco en cada una. Los chicos se habían sentado juntos y Ferrán, que había dejado a su novia en la habitación, se había unido a ellos minutos después.

Ferran y Sira sabían que en Riad no podían dormir juntos pero que pasasen las horas de la tarde, casi de entrada a la noche, no suponía ningún delito infringido impuesto por la cultura del país.

En la mesa de al lado estaban Jordi y Lewandowski, que discutían entre ellos la próxima partida a las cartas y la próxima jugada para ver si de una vez por todas perdía Busquets.

Todavía faltaban jugadores y parte del equipo técnico.

Xavi fue el último en llegar y en sentarse. Afirmó la llegada de las modelos, y que tenían preparados algunos eventos juntos a los que acudirían antes de volver a Barcelona. Pero, no le quedó claro a nadie si se alojaban en el mismo hotel o en otro cercano. Gavi chasqueó la lengua quejándose por lo bajo y recibió un toque de atencion del entrenador.

     — Gavi, si no vas a comportarte será mejor que estés en la habitación del hotel y que digamos que estás enfermo.— Replicó Xavi.

     — Perdona Míster

     — No, perdona ni nada, me cago en la puta hay que espabilar y ya. —Xavi miró a todos los jugadores antes empezar a comer.— Y eso va por todos.

Las horas siguientes fueron tranquilas y amenas. Las chicas no habían llegado aún y al partido entre el Betis - Real Madrid, le faltaban 15 minutos para empezar.

𝐀 𝐌 𝐎 𝐑 𝐄.   [PABLO GAVI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora