29 | La Cita.

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29 | La Cita.

—¿Cita? ¿Y por qué querrías una cita conmigo?

Ben se nota sin palabras. Tal vez esté tan confundido como yo y por eso anda diciendo cosas sin sentido. Sin embargo, el chico mantiene su postura.

—Porque si.

Dios...

El rubio se pasa las manos por el cabello y me regala una mirada llena de decisión.

—Dame mi consola, Ben.

Extiendo mi mano en forma de petición por lo que me pertenece. Pero mi estúpido vecino se ha esforzado en demasiado en hacerme poner nerviosa.

Y justo es cuando me doy cuenta de que estas sensaciones no son para nada normales. Son muy fastidiosas, por el hecho de no saber. De preguntarme; ¿Y qué pasa después? A imaginarme cuales son las consecuencias de estar sintiendo cosas que no debo, cosas que creo que no debo sentir.

—Solo con esa condición. —me sonríe.

¿Una cita?

¿Y que se supone que se hace en una cita?

Samuel nunca se las arregló para llevarme a una de esas, más bien decía que no hacían falta, solo quería pasar tiempo conmigo no importaba donde fuera. Pero en esos momentos yo ya me estaba arrepintiendo de haber pegado mis labios a los suyos alguna vez.

Todo se volvió tan complicado, seco y estresante que solo parecía una carga, no una relación. Y eso fue todo lo que necesité para dejarlo plantado el día del baile de fin de primaria. Bueno, fue por eso y porque odiaba el hecho de tener que usar vestido.

Sinceramente no me arrepiento. Él no se esforzó... Y yo no la haría tampoco.

—Ben, dame mi consola. —pido, otra vez—. Debo irme.

—No, no te irás y tampoco te daré la consola. —aclara con más seguridad de la que me gustaría.

Sus labios cada vez más cerca. Mientras yo lucho por no recordar ese día en la feria, cosa que se me está volviendo realmente imposible.

Su mirada baja a mis labios e inconscientemente repito su gesto, mirando los suyos.

Pero justo en cuando Benjamin está a punto de dar el paso. La puerta se cierra de un portazo, conviertiéndose en lo único que necesitamos para tomar una distancia prudente.

Volteamos a ver quien el causante de ese ruido y nos encontramos con un chico alto, castaño que lleva puesta una sudadera oscura y vaqueros. Su mirada cansada viajando desde mi hasta Benjamin y nuestras respiraciones aceleradas.

Adam no mira con cansancio y aprieta su mandíbula, al igual que las llaves en su mano, para luego subir las escaleras e ir, seguramente, a su habitación.

¿Quién eres, Adam?

—¿Cómo es que Benjamin ha logrado sacarte de estas cuatro paredes sin rogarte tanto? —inquiere Kail cuando entro a la cocina en busca de un poco de helado, antes de que Benjamin venga por mi.

Él se encuentra sentado en una silla alta con sus codos en el mesón, sosteniendo en sus manos un periódico.

Ya parece un anciano.

Pero cuando quiero contestar, su celular emite un sonido, indicando que ya llegado un mensaje.

Kail deja con cuidado el periódico en el mesón y toma su celular. Una sonrisa invade sus labios y sus ojos toman un brillo inusual, cosa que me hace fruncir el ceño.

Kaia [Un Oscuro Despertar] ✓ Wattpad #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora