Capítulo 22.

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Seung Min entreabrió los ojos y perezosamente se movió un poco sobre el cómodo colchón para estar más cerca de su novio, quien había despertado unos cuantos minutos antes y se veía concentrado en su teléfono, navegando por sus redes sociales. A pesar de que lo único cubriendo su desnudez en esos momentos era una delgada sábana de color azul, la calidez de la habitación era suficiente para protegerlos del típico frío del invierno.

—¿Qué hora es? —Preguntó el castaño en voz baja.

—Casi las diecisiete y media —volteó a ver al hermoso chico junto a él y sonrió, acercando después una mano para acomodarle con delicadeza un par de mechones de cabello fuera de lugar—. Es temprano, creo que dormiste sólo un par de horas. ¿Quieres descansar un rato más? ¿O prefieres que nos duchemos?

—Yo siento que dormí demasiado —suspiró—. Mejor hagamos lo segundo, quiero regresar bañado a mi apartamento.

—Está bien, me adelantaré para que no tengas que esperar a que el agua esté caliente.

—Gracias, eres un tesoro —dijo el más bajo con toda honestidad—. No tardaré mucho en alcanzarte —prometió.

El pelinegro dejó su celular a un lado, le dio un beso corto y cariñoso en los labios a Seung Min y se levantó de la cama antes de volver a abrir la boca.

—¿Sabes? Si Lee Know hyung vuelve a creer que tuvimos sexo porque nos quedamos a solas, al menos podrás decirle que en esta ocasión no se equivoca —comentó tras dejar salir una risa corta, comenzando finalmente a caminar hacia el cuarto de baño.

—Tienes razón.

Seung Min rio también. No había ni una sola cosa en ese instante que no pareciera perfecta. Se sentía tan a salvo y feliz con Hyun Jin, su primera vez con él –en plan íntimo– fue tan especial como había deseado que fuera, con todos los cuidados y el amor que imaginó, justamente lo que podía esperar por parte del mayor.

Después de compartir una agradable ducha entre besos y sonrisas algo tímidas, Hyun Jin se dedicó a secar el cabello de su novio para reducir las posibilidades de que éste se enfermara cuando volviera a su apartamento. La temperatura no dejaba de descender en el exterior.

—Te ves bien con mi ropa —opinó el pelinegro.

—Me gusta mucho tu estilo —respondió Seung Min con el rostro un poco sonrojado, mirándose en un espejo.

—¿Quieres comer algo conmigo antes de irte?

—¡Sí! Ahora que lo mencionas, tengo hambre —reconoció, haciendo un pucherito de manera casi inconsciente.

Hyun Jin pegó a Seung Min contra su cuerpo y le dio varios besitos seguidos en la mejilla, haciéndolo sonreír con ternura. En silencio, el castaño rodeó el cuerpo ajeno con ambos brazos, cargando en su pecho la hermosa sensación de que jamás terminaría de enamorarse del pelinegro, que en él siempre encontraría algo nuevo para adorar con cada día que pasaran juntos.

Un par de semanas después, Healing Voices tuvo que mover muchas cosas desde el sótano de la casa de Hyun Jin hasta el nuevo estudio privado con el cual el señor Tuan los había sorprendido. Despejar el lugar en realidad no fue tan complicado gracias al trabajo en equipo, todos estaban emocionados y dispuestos a apoyar con la especie de mudanza, pero el bajista no pudo evitar sentirse invadido por la nostalgia cuando miró a su alrededor y le impactó el hecho de que su sótano en serio se quedó un tanto vacío.

—El conductor del camión dice que no tiene prisa. ¿Falta algo, Hyun Jinie? —Escuchó de repente la voz de Seung Min, junto con sus pasos bajando las escaleras.

Canciones escritas con el corazón [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora