3. Estoy en las nubes.

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Él estaba parado sobre una almohada blanca, tenía puesto un yukata blanco, no llevaba zapatos, en su pierna izquierda tenía una cadena que venía de abajo, podía moverse únicamente en ese territorio, lo supe porque intentó caminar lejos y tuvo una pequeña descarga eléctrica que hizo que retrocediera. ¿Irónico,no? Caminar en el Cielo era posible, las nubes eran sólidas, y podíamos respirar normalmente como en la Tierra.
Me incorporé y lo miré, era distinto a las personas que había visto anteriormente, tenía el cabello sobre los hombros; eran celestes con las puntas azules y una pequeña mecha del flequillo era blanca, su tez blanca y contextura delgada eran un deleite a los ojos de cualquiera, era alto de 1,90 m aproximadamente, en su largo y refinado cuello tenía un pequeño tatuaje en forma circular con un sol y una luna separados por una línea recta, el tatuaje negro contrarrestaba con todo él, pero lo que me llamaba más la atención eran sus ojos, nunca había visto algo así durante toda mi vida, eran violetas y negros, los ojos de un dios pensé.
Se acercó a mí al ver que estaba despierta y con una voz tan suave y ronca me habló:
-Disculpa, ¿Estás bien?, te encontré desmayada y te traje a mi templo, ¿Eres una humana?,¿Cómo llegaste aquí?.
Escuchar tal voz fue sorpresivo, no pude asimilarlo y responder rápido, lo miré y tenía una expresión de preocupación.
-No tienes que responder aún, descansa. Volveré más tarde, te dejé preparado algo para comer.- y señaló la mesa con diferentes platillos y bebidas-.
Otra vez lo ví irse, pero está vez solo fue a la habitación del al lado, al parecer estaba en el corredor, acostada sobre un sillón. Me acerqué a la mesa y miré alrededor, se veía elegante y bien ordenado, todo incluido las paredes eran blancas, solo el suelo era celeste, era el Cielo sobre lo que estaba parada.

Ir al Cielo es algo maravilloso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora