7. Me iré y no regresaré jamás.

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Tomé el aire suficiente para hablar;  me incorporé nuevamente y con un sutil movimiento incliné el cuerpo para disculparme.

-De verdad lo lamento mucho, no quería que esto sucediera, solo deseaba volar y conocer lo que me era desconocido. Ya lo he hecho y creo que es hora de volver a casa, por favor, señor Lu, guerreros -me incliné aún más- necesito que me ayuden a volver, les prometo que no regresaré jamás.

Lu Zhon- Hermanos, confiemos en Yuna, sé que nos ayudará. Por ahora descansemos y seguiremos mañana temprano.

Escuchar las palabras del señor Lu fue muy aliviador, realmente pensaba que él era lo que nosotros llamábamos “Ángel guardián”.                                            

Tras la cena nos dirigimos a nuestras respectivas habitaciones, Miraí se ofreció a dormir en la habitación para que no me sintiera sola; esa noche hablamos sobre todo lo que pudimos, ella anhelaba visitar la Tierra con la misma intensidad que yo de poder volar. Me contó que en el Cielo viven muy pocas personas; hace tres mil años una tormenta había azotado la cuidad en un momento crítico y a causa de ello muchos habían muerto, eran inmortales a las armas humanas pero no a los designios divinos de la naturaleza, por lo que ahora quedaban no más de cinco mil guerreros que debían proteger tanto el Cielo como la Tierra, por lo que estaban en la obligación de casarse jóvenes y procrear por el bien de su existencia. Miraí dijo que, aunque si bien era cierto, no los obligaban a casarse si no estaban enamorados, porque sostenían que el amor era la base de una nación.

El actual líder era el Señor Lu, y en los últimos dos mil años que había liderado la nación no hubo ningún inoportuno, hasta este año, cuando se volvió a romper la barrera, Miraí supo que la primera vez que había pasado solo los altos mandos lo sabían, ya que no era algo que todos debían saber porque se sembraria el caos, pero está vez todos fueron testigos de como la barrera se resquebrajaba, y de como ascendía una pequeña alma, tan pequeña con un grano de arena que apenas los más habilidosos pudieron verla, por lo que estuvieron días preocupados y buscando a esa efímera existencia.
Ahora que lo pensaba tenía sentido que no me hayan encontrado, ya que andaba recorriendo los lugares que podía. Pero algo en especial hacía preguntarme si el Señor Lu en realidad no me había visto la primera vez que lo vi, o que quizá lo habría hecho y me había ignorado, aunque pensándolo mejor él parecía una persona correcta y honesta, así que mis dudas se disiparon.
Al terminar de charlar nos dispusimos a dormir, Miraí se durmió con una sonrisa; diciendo que la Tierra era espléndida y que quería visitarla al menos una vez antes de morir.

Salí al balcón porque no podía conciliar el sueño, al mirar arriba vi las estrellas, eran tan grandes y brillantes, muy diferentes a cómo las veía desde la superficie terrestre, miré hacía abajo y solo ví el Cielo sobre el cual me encontraba, no vi la Tierra, me sentía tan triste y sola que decidí salir y caminar por la cuidad, una cuidad que no conocía la noche, siempre resplandeciente y alegre, diferente del lugar de donde venía.
Todos en la cuidad parecían descansar, al llegar a la cima de una pequeña colina vi la figura de un hombre, llevaba túnicas rojas, sus cabellos blancos sueltos se meneaban suavemente con la brisa del viento.

Ir al Cielo es algo maravilloso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora