III En las garras del lobo (Saga Lobo)

V - Pesadilla

Malfoy se quedó absorto mirando la pantalla del móvil. El susurro estrangulado y lastimero de Blaise le había resultado de lo más extraño.

"Parecía una súplica..."

Su lobo se agitó nervioso en su interior, provocando una intranquilidad que no le permitía concentrarse en las conversaciones cruzadas con los clientes.

"Me ha llamado Alfa, y no lo decía de broma..." -Rumiaba preocupado, sin poder desentenderse un momento de la sensación molesta de su instinto aplacado.

«Malfoy» Llamando...

...

Blaise dejó el móvil en sus piernas y contempló con recelo como el alfa se sentaba a su lado, violando el espacio personal con el roce descarado de su pierna con el muslo del omega.

-Hola, omega.

-No me llames así, -protestó contenido, refugiando la mirada en su regazo.

-Fuiste mío ¿Recuerdas? No sé cómo pudiste librarte de la marca.

-¿Qué quieres, Tom?

-Quiero recordarte que eres un mal hijo -levantó el culo para moverse y quedarse pegado al omega, desprendiendo el intenso aroma a salitre, y expulsando dominación y posesión.

-Y ella una mala madre.

-Mírame cuando te hablo, omega.

Blaise obedeció y levantó el rostro lentamente, hasta verlo sonreír satisfecho por la obediencia.

-Ya no soy tu omega, ahora tienes una.

-Sí, bueno... Pues lo dicho, omega.

-Lo que pase entre mi madre y yo no es asunto tuyo.

Tom chasqueó molesto y reclinó su torso para aproximar su nariz e inspirar en su cuello.

-Me parece un insulto que anules tu dulce aroma a miel -susurró contra su piel de ébano, erizada por el aliento caliente del Alfa.

-Odio que me huelan.

Tom se retiró con una risa sardónica.

-¿Tú quieres que te explique las cosas de otra manera, omega?

El teléfono de Blaise comenzó a sonar con una melodía estridente de carnaval veneciano. En la pantalla parpadeaba «Malfoy». Ambos llevaron sus ojos ahí, y Tom le arrebató el móvil en cuanto Blaise dio señales de querer aceptar la llamada.

-¡¿Te crees que soy idiota, omega inútil?! -intercalaba la mirada entre la pantalla y Blaise.

-¡Es mi móvil! ¡Dámelo!

-¿O qué? -le amenazó con un gruñido grueso y grave que retuvo en su pecho.

Blaise aflojó las manos y desistió de conseguirlo, pero enseguida se alarmó cuando vio al alfa aceptar la llamada con una sonrisa hueca.

-¿Sí?

-¿Quién eres?

-¿Yo? - giró la cara para observar el pánico en el Omega, que se mantenía callado y paralizado-. Soy un rollete de Blaise. ¿Y tú quién eres?

-¿Porqué le has cogido el teléfono? Me da igual que seas un rollo pasajero o un novio, no tienes derecho a usar su móvil. ¿Dónde está?

-Está haciendo cola en un puesto ambulante de comida, y yo me he quedado esperando en un banquito con sus cosas porque íbamos muy cargados de bolsas.

-Pásame con él -exigió con dureza.

Tom alzó una ceja y miró a Blaise, se encogió de hombros y le extendió el móvil con insultante lentitud.