trece

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—Kev...Kevin.— murmuré nerviosa sintiendo como se acercaba a mi cada vez más.

Sus palabras no se dejaban de dar vueltas por mi cabeza.

Mía, mía, mía....

—Shhh.—su dedo se posó en mis labios para que dejara de hablar.

Y una vez teniéndolo ahí, aprovecho para acariciarlo suavemente causando que toda mi piel se erizara al sentir su toque y su respiración.

Ansiaba su contacto, estaba volviéndome loca tenerlo tan cerca y que no terminara de besarme, estaba loca por el y lo sabía. Sabía la frustración que me causaba y le divertía verme desesperada.

—Por favor.—susurré.

—¿Por favor qué, preciosa?.—respondió.

—Por favor, bésame.—supliqué una vez más.

Y mis plegarias fueron escuchadas pues en ese momento la distancia que quedó entre nosotros se acortó y sus labios chocaron con los míos por fin.

Aquel suave roce al que no podría terminar de acostumbrarme. Cada beso se sentía como el primero.

El zoológico explotaba en mi estómago, la corriente eléctrica pasaba por todo mi cuerpo y la necesidad de tener más contacto me derretía.

El mundo se detenía cuando éramos solamente el y yo. Nada de lo que pasar al rededor importaba para mi. Nada ni nadie.

Sin embargo, el no pensaba lo mismo pues en cuanto unos pasos lejanos llegaron a nuestros oídos el se separó dando un brusco paso hacia atrás que casi provoca que caiga al suelo.

—Pero....—iba a preguntarle qué había pasado, cuando una voz me interrumpió.

—Kevin! ¿Que andas haciendo? Pensé que ya estarías en casa.— era una voz de mujer la que había interrumpido nuestro momento.

—Gina.—Kevin la miro con sorpresa.—ya iba para allá.—le explico.

¿Por qué estaba dándole explicaciones? ¿Quien era ella?

Rápidamente le di una repasada de pies a cabeza, era muy bonita, y portaba el uniforme de los tuzos.

Al parecer no fui muy discreta pues su mirada pasó del futbolista a la mía, y, como lo había hecho yo anteriormente, me analizó de pies a cabeza frunciendo un poco el seño.

—Gina, ella es Alicia, la muchacha que hizo la nota sobre mi.—muy incómodamente Kevin nos presento.

Yo sin estar muy segura de que hacer, extendí mi mano en forma de saludo la cual ella correspondió aún con mala cara.

—Oh si, la nueva de publicidad.—murmuró con su mirada fija en mi.

—Mmm, si.—respondí sintiéndome intimidada por su pesada mirada y sus aires de superioridad.

—Bueno...—murmuró el rascando su nuca.

—Bueno, ya me voy. Te veo mañana.—y luego se acercó, besó su mejilla y sin despedirse de mi se dio una media vuelta y se fue, dejándonos a nosotros en silencio muy incómodo.

La sensación de intimidación e incomodidad que este mujer había instalado en mi no podía salir de mi pecho.

—También yo me voy.—murmuré con la mirada en el suelo intentando retirarme.

No era tonta, había notado la tensión que ocasionó su llegada, y mi mente no podía olvidar la manera en la que Kevin reaccionó ante su llegada.

Mucho menos pasó desapercibida la mano en su cintura al momento en que ella besó su mejilla, y como el correspondía ese beso con tanta familiaridad.

Sabía perfectamente lo que significaba.

Y lo peor de todo era que, por el, yo estaba dispuesta a aguantarlo todo.

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