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Alicia Os

—Entonces, ¿aceptaste?.—mis clases habían terminado, pero la maestra me había pedido quedarme unos minutos a hablar.

—Aún no, el profe Almada me dijo que podía ir hoy a conocer el equipo y las instalaciones, y ya viendo su modo de trabajar veía si aceptaba o no.—expliqué.

La maestra Maria sonrió y asintió con la cabeza.

—Me parece perfecto, es una maravillosa oportunidad. En mis 20 años de servicio jamás había visto algo así.— me dijo.

Mis mejillas se sonrojaron ante sus palabras.

—De verdad estoy muy agradecida.—sonreí.

—Lo se, eres una excelente niña, te lo mereces.—y con eso finalizó nuestra conversación.

Salí del aula rumbo a las canchas, en donde me encontraría al encargado de publicidad. Ya estaba decidido; no le daría más vueltas al asunto.

Aceptaría el trabajo, total, según lo que me habían dicho no habría ningún tipo de contrato con compromiso que me mantuviera, podía deslindarme cuando quisiera por el hecho de ser estudiante.

No pasaron más de 10 minutos cuando el encargado llegó.

Para ser sincera, yo esperaba que llegara un señor rabo verde o algo por el estilo, sin embargo era todo lo contrario.

Frente a mi estaba un muchacho joven. Dudaba que pasara de los 25. Era algo y castaño claro, casi pegándole al rubio. Tenía unos bonitos ojos miel-verdosos y sonreía abiertamente.

—Hola, tu debes ser Alicia.— saludo extendió su mano para que la tomara.

—Hola, si soy yo.—respondí estrechándola suavemente.

—Mucho gusto, yo soy Dante.—se presento todavía con una sonrisa.

No me mentiré, era bastante atractivo. Tanto que casi lograba ponerme más nerviosa de lo que ya me encontraba.

—Igualmente Dante.—nuestras manos de separaron y nos quedamos en un silencio un poco incómodo por unos segundos.

—Ehh, bueno, ¿que te parece si te doy un recorrido por las oficinas mientras platicamos de en qué consiste en si el trabajo?.

Yo solamente asentí con la cabeza y espere a sus indicaciones.

—Bueno, vamos por acá.—se puso a un lado mío, comencé a dar unos cortos pasos cuando de pronto sentí su mano posarse en mi espalda baja causando que me sobresaltara.

No dije nada, mi cuerpo se tensó y seguí sus pasos un poco incómoda. Sabía que ese contacto era simplemente para guiarme, sin embargo el contacto físico no era mi cosa favorita.

Caminamos unos cuantos minutos mientras escuchaba atentamente sus palabras. Me explico que hacía el, que hacían los demás, como se manejaba la paga, los puestos, los viajes, y más cosas por el estilo.

De vez en cuando me giraba a mirarlo para comprender más sus palabras, y estábamos por entrar a una pequeña oficina cuando de pronto el sonido de un balonazo se ganó mi atención.

De inmediato escuché un quejido de dolor de parte de Dante y cuando voltee a la cancha para mirar al culpable me encontré de frente a Kevin quien estaba mirándome fijamente con el ceño bastante fruncido.

Mierda, presentía que algo saldría muy mal.

Mierda, presentía que algo saldría muy mal

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