doce

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Kevin Alvarez

No sabía que era lo que estaba sintiendo en esos momentos. Había llegado al entrenamiento bien. Con bastante energía, la temporada comenzaría el próximo domingo y teníamos que empezar con todo si queríamos tener lo resultados deseados.

Y así comenzó, acababa de terminar mi circuito cuando de pronto a lo lejos divisé aquel cabello castaño claro que conocía a la perfección.

Pero, ella no estaba sola. A su lado se encontraba un cabron que estaba seguro había visto antes. Trabajaba en el equipo, de eso estaba seguro.

Los observé desde que comenzaron a caminar, estaban hablando y me daba cuenta de la mucha atención que Alicia ponía en sus palabras. Estaba casi seguro que se trataba del trabajo que le habían ofrecido. Y, según lo que recordaba, el muchacho con el que estaba debía de estar explicándole en que consistía el trabajo, y lo entendía.

Pero, aún así no podía quitarme del pecho la espinita de verlos tan juntos. No era tan tonto como para darme cuenta, a pesar de la distancia, como los ojos del vato no perdían ningún detalle del rostro de Alicia. Y no lo culparía, ella era preciosa. Pero...

En ese justo momento la mano del muchacho pasó a la espalda baja de ella. Mis sentidos se pusieron alerta y algo dentro de mi comenzó a calentarse al ver como cómodamente reposaba su mano ahí. En su cuerpo.

Está tocándola, ¿por qué la toca? ¿por qué ella lo permite?

Entonces mire que frente a mi había un balón, mi instinto actuó y cuando menos lo espere lo patee y provoque que fuera directo a sus piernas, causando así que su atención se desviara hacia mi.

Alicia me miro, sus grandes ojos se abrieron aún más y el sonrojo en sus mejillas no pasó de alto por mi. Inconscientemente mordió su labio inferior y me analizó con la mirada mientras que en su rostro había rastros de nerviosismo y confusión.

Desvíe entonces la mirada de ella y me dirigí a las bancas en donde se encontraba mi celular. Aún faltaba unos 30 minutos de entrenamiento así que lo tome y comencé a escribir.

Alicia Os
—Ve al estacionamiento en 40 minutos. Si no estoy, entra al carro, esta abierto.—12:03 p.m

Envié el mensaje y observé cómo sacaba su celular de su bolsillo trasero. Lo leyó, y luego, su mirada volvió a mi, yo simplemente la miré fijamente y asentí para luego continuar con el entrenamiento.

(...)

Luego de darme una rápida ducha tome mis cosas y sin despedirme de nadie me fui al estacionamiento en donde Alicia ya estaba esperándome recargada en la puerta.

En cuanto sintió mi presencia subió la cara y me miro aún con facciones nerviosas.

Mire por todo el lugar para asegurarme que nadie estuviera observándonos y me acerque a ella. Pose mi mano libre en su cintura y firmemente la pegue a mi haciendo que nuestros cuerpos se chocaran.

Mi rostro se cercó al suyo, ella cerró sus ojos esperando el contacto una vez que su aliento y el mío comenzó a mezclarse.

Sabía que la besaría, estaba esperando que sucediera, pero antes, hablé.

—¿Por qué dejaste que ese cabron te tocará?.—susurre duramente sobre sus labios entreabiertos.

—Yy-yo...el —sentí como su cuerpo tembló nervioso así que apreté mi agarre.

—Nadie más que yo puede tocarte, amor.

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