—Si esa es su idea de una broma, señor Herrera … —la voz de Anahí sonó extrañamente calmada en contraste con la explosión que mostraban sus ojos—, creo seriamente que necesita una transfusión de sentido del humor.
Alfonso rió con un sonido vibrante que resultó profundamente incómodo a Anahí. Ella se enfureció para tratar de disipar el calor que le produjo su proximidad.
—Me temo que no le veo la gracia.
Alfonso cerró la boca y la miró fijamente a los ojos.
—Eso es porque no es ningún chiste. Su padre está de acuerdo con que se case conmigo.
Anahí se quedó sin palabras, pero sólo un instante. Entonces fue su turno para echarse a reír.
—¡Está loco! Papá, dile lo absurdo que parece. No hay ninguna posibilidad de que espere que yo haga algo tan ridículo como casarme con él.
Miró a su padre, esperando que asintiera, implorando que asintiera, pero su padre no dijo nada… y la risa se murió en sus labios a la vez que la esperanza moría en su corazón.
—Anahí… —dijo su padre con un susurro, apoyándole la mano en el hombro—, tienes qué entender…
En un momento lo entendió todo, y entonces…
—¡No! —gritó mientras le obligaba a dejar de tocarla—. No tengo nada que entender.
—Por favor —rogó el padre—, antes de que tu madre nos oiga —obligó a ambos a entrar a la biblioteca y cerró la puerta—. Tienes que escucharme.
Como envuelta en una nebulosa, se dejó meter en la biblioteca y una vez dentro, se volvió hacia su padre.
—¿Cómo quieres que escuche cuando lo que dices no tiene sentido?
—¿Y cómo puedes decir que no tiene sentido —arguyó Alfonso —, si todavía no lo has escuchado?
Ella giró la cabeza en su dirección, y dijo:
—Si hubiera querido su opinión, se la hubiera pedido.
No pareció contrariado por el comentario. Más aún, pareció agradecido mientras se apoyaba en el escritorio de Cameron con las palmas de las manos a ambos lados del cuerpo, haciendo que el tejido de la camisa se tensara y mostrara un
musculoso pecho bajo la ropa. El escote dejaba ver una suave piel color aceituna y una insinuación de oscuro vello.Anahí se forzó a mirar más arriba. Su madre tenía razón, Alfonso era un hombre muy guapo. ¿Por qué un tipo tan detestable tenía que estar bendecido con esa belleza y ese cuerpo tan impresionante? Era evidente que en el mundo no había justicia.
Dirigió su atención a su padre, pero en ese momento se acordó de algo. Lo que había dicho su madre de que Alfonso tenía que tener algo bueno cobraba sentido.
—¿Qué está ocurriendo realmente? ¿Por qué nos has hecho entrar en la biblioteca? ¿Sabe algo mi madre de este arreglo?
—Tu madre sabe algo de la propuesta —dijo su padre en tono gris.
A Anahí se le hizo un nudo en el estómago. «Algo de la propuesta…». ¿Qué más había? Lo que estaba escuchando le estaba dando ganas de vomitar. La sola idea de que su futuro estaba siendo arreglado por sus padres, las dos personas que siempre había pensado que la querían y desearían lo mejor para ella, era demasiado.
—Así que ya habéis hablado de esto entre vosotros como si se tratara de un asunto doméstico más. Ya puedo imaginarme cómo ha sido la conversación: ¿Cambiamos los muebles de la casa de la playa o nos compramos un nuevo Mercedes? Bueno, mientras lo decidimos, a lo mejor podemos casar a Anahí con Alfonso Herrera —giró la cabeza y miró fijamente a Alfonso —. Habéis pactado entre todos casarme con la persona que más detesta esta familia, ¿cómo habéis podido hacer algo así?
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Boda por venganza.
Romance[Aclaración: esta historia es una ADAPTACIÓN sin fines de lucro. Todos los derechos quedan reservados a su autor original, así como la portada.] Se había casado únicamente para salvar a su familia... pero despreciaba a su marido. Por mucho que odia...