—Lo siento tanto, Anahí… Todo esto es culpa mía.
Anahí acarició la mano de su padre mientras esperaban a que terminara la música del órgano. ¡Qué extraño resultaba que fuera ella la que lo tranquilizaba a él en un momento así!
—No te preocupes, papá —dijo con una confianza que no sabía de dónde había sacado—. No tuviste elección.
—Pero Anahí… —empezó.
—Ninguno tuvimos elección —insistió ella—. No nos dejó otra posibilidad. Al menos hemos conseguido salvar Blaxlea de sus garras.
—Anahí…
La marcha nupcial interrumpió las palabras de su padre, lo que significaba que había llegado la hora de marchar hacia el altar a encontrarse con su destino. Anahí sintió un escalofrío que la dejó completamente insensibilizada, de modo que cuando su padre tiró de ella en dirección al altar, ella no opuso la menor resistencia.
«Yo os declaro, marido y mujer…».
Tenía que ser un sueño, una pesadilla. En cualquier momento se despertaría y estaría en su cama, la luz del sol entraría a través de las cortinas y su pesadilla desaparecería con la luz.
«Puede besar a la novia».
De pronto fue consciente de la verdad. No se despertaría, nada desaparecería con la luz. Delante tenía una auténtica pesadilla mirándola fijamente; los ojos negros ahuyentaban toda esperanza.
Mientras él la rodeaba con sus brazos, los ojos de Anahí parecían demasiado grandes para su rostro, estaba tan pálida y parecía tener los miembros tan frágiles que resultaba sorprendente que no se desmoronara. En lugar de eso, aceptó suavemente el abrazo, sin protestar. Alfonso sintió una súbita y desconocida necesidad de reconfortarla, aunque no tuviera que hacerlo. Ya era suya. Había aceptado su destino. Y entonces la boca de Alfonso se apoyó en los fríos labios de ella y una ola de calor golpeó a los dos.
Sintió la sacudida que provenía de ella, y se inclinó para poder besarla mejor. Sintió como la piel de ella incrementaba su calor y se unía a la de él. Y entonces el beso cobró vida propia, y Alfonso sintió la necesidad de tener un mayor contacto carnal con ella. Si respondía así con sólo un beso, ¿cómo sería hacerla subir la temperatura esa noche, cuando estuvieran solos?
Se echó hacia atrás y pudo ver el remolino que había en los ojos color ámbar antes de que la frialdad, de nuevo, los volviera de hielo y se tornaran desafiantes y brillantes como el topacio. No pudo disimular el rubor de las mejillas tan deprisa, lo que demostraba que por mucho que su espíritu quisiera resistirse, su carne lo estaba más que deseando. Sería un placer ver ruborizarse toda su piel, y sería mucho más que un placer vencer la resistencia de su espíritu.
La música del órgano llenó la esbelta capilla mientras él la tomó del brazo y se dispuso a alejarse caminando del altar junto a ella convertida ya en su esposa. El grupo de damas de honor que la madre de Anahí había sacado de entre sus primas, salió tras ellos. Había sido Carolyn la que se había encargado de toda la organización del evento.
La madre los detuvo antes de que hubieran dado dos pasos y abrazó a su hija y saludó a su nuevo hijo con lágrimas de alegría en los ojos.
—Si Nat pudiera verte… —dijo su madre, y Anahí se mordió el labio.
Por lo menos él se había librado de ver su humillación. El padre también los felicitó y siguieron recorriendo lentamente el pasillo, constantemente interrumpidos por las felicitaciones de familiares y amigos. Todos por parte de la novia. La prensa había ocupado el lado de Alfonso, sólo en ese momento habían dejado vacíos sus asientos para componer una barrera de cámaras haciendo que del lado del novio se viera que sólo había algún que otro invitado auténtico.
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Boda por venganza.
Romance[Aclaración: esta historia es una ADAPTACIÓN sin fines de lucro. Todos los derechos quedan reservados a su autor original, así como la portada.] Se había casado únicamente para salvar a su familia... pero despreciaba a su marido. Por mucho que odia...