𝘂𝗻𝗼 - 𝖼𝗈𝗋𝖽𝗂𝖺𝗅𝗂𝖽𝖺𝖽

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El tren pasa junto a un bosque, el suelo está cerca, así que todos saltamos cuando Cuatro nos lo dice, ruedo en el pastizal y hago una mueca de dolor, había olvidado la bala que rozó con mi pierna. —¿Estás bien? —me pregunta Cuatro al acercarse a mí, me toma del brazo y me jala con cuidado hacia arriba, me sostengo de su amarre y asiento con la cabeza.

—Estaré bien —digo al verlo, el baja su mano y ahora la apoya en mi espalda baja, me indica que hay que empezar a caminar.

—Cruzando el bosque, ahí estarán —cuando cruzamos el bosque, aparece un gran campo de cosecha, tiene Manzanos, después en la tierra hay vallas a la altura del pecho con varias hojas, demuestra ser un viñedo, seguimos caminando por los pasillos que hay y llegamos a un edificio con forma circular; un domo, tiene varias entradas al aire libre, por ello se me facilita ver que hay. Se ven mesas y personas sentadas en bancas, hay un gran árbol en medio, son los comedores de Cordialidad, veo que notan nuestra presencia cuando varios se levantan. Hay muchas personas que visten colores cálidos, trenzas, cabello suelto, parecen hippies, pero más destaca el grupo vestido de gris.

—¡MAMÁ! —escucho gritar a Tris, esta corre y se abraza con una mujer abnegada, después se le suma al abrazo un hombre y Caleb.

Caleb era un doble agente, es un traidor, no se supone que estemos a salvo si él está aquí, pero al mismo tiempo no puedo asegurar eso, ya que sus padres viven, además no puedo decir nada sin pruebas, no como antes en el tren, cuando dudaron mucho de mi por cómo les hablé de la ubicación del lugar donde controlaban a los osados. Nos acercamos y una mujer de tez oscura, cabello rizado y negro nos mira escudriñándonos—. Hola, temo que no son muy bienvenidos aquí, erudición los está buscando.

Frunzo el ceño, Jeanine ya nos habrá culpado del suero—. No hicimos nada malo, ellos nos quieren matar por saber que son los causantes del ataque a Abnegación —digo, Johana se ve serena, como si nada le afectara.

—Lo siento, pero no puedo creerte sin más, Cordialidad ha dependido de las herramientas de Erudición y así mismo las otras facciones dependen del alimento que da Cordialidad —al escucharla iba a mencionar que tenemos las pruebas, pero soy interrumpida.

—Johana, por favor, ellos no serían capaces de hacer eso, además, no son una amenaza, mi hijo está ahí —Marcus se acercó a Johana amigable, ella lo observó y se quedó unos instantes pensativa, después nos miró.

—Yo no decido, decidimos entre todos, por ahora les daremos atención médica y alimentos, pero en la tarde nos reuniremos a tomar una decisión —dice Johana antes de irse, Marcus ve a Cuatro y siento que el aire se va (pese a estar al aire libre), no hay suficiente como para procesar lo que mis ojos ven. Marcus sonríe y asiente a Cuatro, pero antes de decir algo, Johana habla—, ellos los llevarán para atender sus heridas y darles mejor ropa —rápidamente Cuatro, Peter y yo nos movemos detrás de los cordiales que nos llevaron a unas habitaciones.

—Puedes ducharte, pero sólo por cinco minutos, te dejaré desinfectante y vendas para tus heridas, además de ropa, esto es lo único que encontré de tu talla, nos vemos en la tarde —dice una chica cordial al dejar ropa en una cama de la habitación, Cuatro debió haber ido a su propia habitación al igual que los demás, asiento con la cabeza a la chica y esta sonríe antes de irse, me desvisto y voy al baño.

Me lavo y veo como a mis pies el agua sucia se va, tomo la toalla para secarme y me siento en la orilla de la cama, comienzo a desinfectar la herida de mi pierna y me vendo. La ropa que me dejó la chica cordial es un pantalón burdeo que al ponérmelo me llega unos cuatro dedos arriba del tobillo, la camiseta manga larga es de color mostaza, es grande y parece ser de hombre, al ponérmela lo confirmo, pues me llega abajo de mi trasero y sobresale en mis manos, al final hay unos botines cafés que me los pongo. Mi mirada se pierde cuando veo los zapatos que dejé atrás, los de osadía, estoy así, observándolos hasta que siento que mi cuerpo se queja por la postura, sin dudar me recuesto boca abajo en la cama, es suave y mis músculos comienzan a relajarse, el sueño llega a mí.

Abro mis ojos y la habitación está iluminada por un anaranjado cálido que entra por las ventanas, me levanto y veo como el sol se está ocultando, salgo de la habitación cuando escucho unas campanadas, entonces por un megáfono dicen—: Todos reúnanse en el domo.

—Grecia —me giro al escuchar la voz de Cuatro, este toca levemente mi brazo y veo que le dieron ropa cordial también, lleva un pantalón café, una camiseta de tela verde, sobre esta una camisa abierta, le queda bien— ¿tu pierna esta mejor?

—Sí —le respondo, veo como a nuestro alrededor los cordiales caminan en la misma dirección.

—Vamos —dice Cuatro al tragar saliva.

—¿Alguna vez creíste que nuestra vida dependería de los cordiales?

—No me lo recuerdes —dice él al reír por lo bajo, al llegar al domo veo como hay una multitud de cordiales, parece que son todos los del recinto, en medio, cerca del árbol está Johana junto a Marcus, ella al hablar silencia los murmullos de los cordiales, comenta respecto a nosotros y el posible problema de nuestra presencia en el recinto, varios cordiales comienzan a conversar entre si cuando Johana les dice que tomen una decisión. Los cordiales hacen grupos y comienzan a hablar entre ellos, después algunos líderes de grupos se levantan y van donde Johana, le comentan algo y ella alza las manos silenciando a los cordiales, entonces habla—: Entre todos hemos visto los dos puntos de vista, si no los aceptamos, nos libraremos, pero si los aceptamos estamos corriendo el riesgo, aun así —sonríe—, no rechazamos a nadie. Los osados se quedarán, pero con condiciones. Primero. Nada de armas, no queremos conflictos de ningún tipo. Segundo. Deberán aportar con el trabajo, nadie aquí se libra, estas son nuestras condiciones.

—Las aceptamos. 

𝐓𝐇𝐄 𝐑𝐄𝐒𝐔𝐋𝐓 - 𝖨𝗇𝗌𝗎𝗋𝗀𝖾𝗇𝗍𝖾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora