𝗱𝗶𝗲𝘇 - 𝗇𝗈 𝗉𝗎𝖾𝖽𝗈 𝗉𝖾𝗋𝖽𝖾𝗋𝗍𝖾

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—¡AUXILIO! —me despierto y veo a quienes están en la habitación, estoy en mi antigua cama de iniciados, todos de hecho volvimos aquí, quizás por nostalgia o porque nunca nos dieron una habitación propia— AYÚDENME, POR AQUÍ —ahora que escuchamos mejor todos lanzamos las tapas a un lado y nos levantamos, corremos por el pasillo hasta ver una gran multitud en el pozo, ellos miran algo arriba, a tres individuos que están sobre una viga del techo, frente a un cristal roto.

Ese lugar, se puede llegar por el si se ingresa por donde Cuatro me mostró sus miedos— ¡Tris! —me observa, entonces comienzo a correr hasta el abismo—. Por aquí se facilita subir.

Agitada subimos a la terraza, escalamos un poco y llegamos al techo del Pozo, veo a distancia donde están los tres, así que corro en su dirección, Tris me detiene y caemos justo antes de darme cuenta de que iba a correr por un cristal, el cielo del Pozo esta echo de calaminas algo oxidadas y en medio hay cristal, sólo destacan un poco por el centro y los lados unas vigas de acero oxidadas—. Por ahí no, hay que, ir por el medio.

Asiento y me levanto, caminamos haciendo equilibrio por la viga más grande que atraviesa el techo, se siente como vivir el paisaje del miedo de Cuatro. Al llegar cerca de las personas me doy cuenta de que es un niño, Marlene y Chris. Para llegar a ellos debemos ir igualmente por una viga, pero ahora es algo más pequeña, como el grosor de mi mano. Veo como el mirar de ellos está perdido, como si estuviesen en trance. Me giro a ver a Tris y nadie nos siguió por tanto solo podríamos tomar a dos—. Tris, hay que tomar a alguien.

Bajo mi mirada por segundos, se ven como granos de arroz, pero identifico a algunos que nos miran horrorizados, inhalo y exhalo para concentrarme en lo importante, salvar a los que podamos.

—Tengo un mensaje para el Divergente —hablan al mismo tiempo, su mirada sigue perdida, su voz es plana, pero fuerte—, esto no es una negociación, cada dos días hasta que uno de ustedes se entregue a la sede de Erudición, esto volverá a suceder de nuevo.

Tris grita el nombre de "Marlene", doy un salto y tomo la mano de Chris, pero mi cuerpo no se sostiene del techo, así que me resbaló y mi cuerpo queda colgando, me sostengo de la viga, me duelen los dedos y recuerdo mi paisaje del miedo, cuando me sostenía de la rejilla del puente del abismo. Respiro profundo para decirle a mi cuerpo que no suelta ni a Chris ni a la viga, entonces Chris parece reaccionar porque la siento moverse.

—¡Ah! —grita ella, hago una mueca de dolor, pero veo por el rabillo del ojo como Tris extiende su mano y levanta a Chris, yo sigo colgando hasta que con mi mano libre sujeto la vaga, me impulso temblorosa hacia arriba y logro subir, estoy boca abajo y me arrastro un poco para ver quien cayó, el cabello rubio está rojizo, viste ropa negra; Marlene.

Mis manos tiemblan, oigo un llanto y es el chico que Tris salvo, ha de tener ocho años. Nos levantamos y vamos a la azotea, al bajar veo a Cuatro quien se ve algo enojado, pero no duda en abrazarme, su tacto es cálido, su olor a shampoo de menta, oculto mi rostro en su cuello.


Estamos reunidos en el pozo, ha pasado unas horas, recogieron a Marlene y decidieron hacerle un funeral como corresponde, todos vitoreando su nombre con júbilo, diciendo que es una valiente. Tris no está, pues se siente culpable de haber tomado la mano del pequeño y no tener más tiempo para salvar a Marlene, yo por mi parte me oculté en la habitación de los iniciados, nuevamente leí una y otra vez la libreta de notas, por qué no anoté estas cosas, por qué recuerdo sólo algunas y otras estoy en blanco. Cierro la libreta y tapo mi rostro con mi mano, entonces escucho un chirrido y levanto la mirada, es Cuatro quien no me mira, sólo está sentado en la orilla de la cama, me hago hacia atrás apoyando mi espalda en la pared.

—Quieres decirme algo, pero estas tan enojado como para hablarme —digo, no lo miro, en vez de eso guardo sutilmente la libreta en mi mochila y la dejo a un lado de la cama.

—Estuviste a punto de caer y morir —dice, su voz es neutra, pero en sus ojos se ve la ira y frustración.

—Pero no fue así, estoy viva.

—Hoy pudieron haber festejado tu muerte —dice ahora con la voz más alzada, no grita, pero me estremezco al oírlo—. Por qué no me avisaste —ahora me mira directamente a los ojos.

—¿Crees que tuve tiempo? Tris era la única que estaba a mi lado en ese momento y además ella me seguiría son decirme nada, porque confía en mi juicio.

—Confió en ti —me dice—, siempre lo he hecho, por eso te he contado cosas que a nadie más.

—Lo sé, pero no me refiero a esa confianza, me refiero a la confianza de mis habilidades —me mira en silencio—, desde lo ocurrido con Eric, me tratas como si fuese cristal frágil, como si alguien pusiera sus manos en mí y que quebraste de inmediato.

—No es por eso.

—Entonces dime ¿por qué pasaste de ser mi novio, a ser como un padre sobre protector?

—¡Porque no puedo perderte! —ahora yo estoy en silencio mirándolo—, te amo Grecia, no puedo permitir simplemente que mueras y me dejes sólo. Cada vez que haces algo sólo piensas en los demás, piensas en el bien común, pero nunca piensas en ti, tanto, así como lo de Marlene, fuiste capaz de subir a ese techo y arriesgar tu vida para sacar a Christina, pero ¿y si hubieras caído con ella? ¿qué crees que haré entonces?

Estoy llorando, él sólo tiene los ojos cristalizados, pero siento que igual llora, desde el comienzo me he encargado de ver que la historia no se cumpla completamente, evitando las muertes de Al, Will, los padres de Tris y más, pero no me di cuenta de que igual estoy viviendo aquí, este ya es mi mundo y el hombre que esta frente a mi es parte fundamental de él. En mi simulación del miedo tenía que elegir ente matarlo o suicidarme, no dude en dispararme para que él estuviese a salvo, pero ¿y él? ¿Acaso Tobias no haría lo mismo por mí?

—Tobias —digo al levantarme y acercarme a él, me observa algo evasivo, pero no me evita—, lo siento, siento ser tan descuidada, no quería que esto sucediese, no quería que tuvieses otro miedo en tu corazón.

Pongo mi mano en el centro de su pecho, sus ojos azulados y profundos me miran y mis lágrimas aun caen- te amo, y de ahora en adelante me centraré más en esto, en ti, porque eres mi vida y si te perdiera también me derrumbaría.

Su brazo rodea mi cintura, oculta su rostro en mi pecho y lo escucho sorber, está llorando, lo abrazo fuerte, deseando poder aliviar toda preocupación qué ha tenido en este corto tiempo. Él alza su rostro, sus mejillas están húmedas, se acerca a mí y junta sus labios con los míos. 

𝐓𝐇𝐄 𝐑𝐄𝐒𝐔𝐋𝐓 - 𝖨𝗇𝗌𝗎𝗋𝗀𝖾𝗇𝗍𝖾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora