ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 13: ᴄᴏɴᴛɪɢᴏ, ᴘᴀʀᴀ sɪᴇᴍᴘʀᴇ

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Tras un par de horas andando por el frondoso bosque, horas que a Eyra le habían parecido casi el triple, a lo lejos pudieron divisar las grandes puertas de la ciudad, se extrañaron ya que se esperaban encontrar a monstruos vigilando la puerta o haciendo guardia para que nadie se acercara.

-Mis hombres se han encargado de acabar con los que habían en la puerta, en cuanto les lace una señal nos abrirán y podremos entrar en la ciudad-. Dijo Rilen haciendo que a Eyra ahora le cuadrara el hecho de no encontrar resistencia ahí.

El rubio con ayuda de un artefacto lanzo una llama de color rojo hacia el cielo, que en cuestión de segundo despareció.

Todos pudieron escuchar el sonido de unas grandes cadenas y como las puertas poco a poco empezaron a abrirse.

Eyra que iba la primera vio como su hermoso hogar estaba desierto, tan muerto que hasta le dolió verlo así, había casas destrozadas, humo negro, incluso algún cadáver de algún pobre tirado por ahí.

-Bien, vamos. Debemos aligerarnos antes de que Kalevi se dé cuenta, tenemos que intentar llegar lo más rápido posible al castillo-. Dijo mientras le daba con la pierna al lomo de su caballo y empezaba a galopar rápidamente.

Eyra y el resto lo imitaron y con rapidez se dirigieron al enorme castillo que se encontraba al fondo.

No tardaron ni 5 minutos en que la primera horda de monstruos se les interpusiera en el camino, Atreus lanzaba flechas desde el caballo y Kratos tiraba su hacha con gran habilidad acabando así con muchos enemigos.

-¡No paréis, debemos de llegar al castillo! ¡Que se encarguen de ellos los demás!-. Ordeno Rilen esquivando a varios bichos.

Eyra quería pararse a ayudar a los demás pero él tenía razón, su misión principal era llegar al castillo y encontrar a Kalevi, no podía entretenerse con otra cosa, aunque el remordimiento la atormentara en lo más profundo de su corazón.

A medida que iban avanzando mas monstruos iban saliendo por todas partes, y a la vez que se acercaban al castillo más grades y poderosos eran.

Poco a poco muchos de los hombres se iban quedando por el camino para combatir pero por suerte lo que había dicho Rilen era verdad, de repente del interior de las casas y del resto de lugares empezaron a aparecer mas caballeros o simples aldeanos armados con palas y todo tipo de armas artesanales fabricados por ellos para ponerse a luchar.

Eyra miraba a todos ellos con el corazón en la mano, no solo ella estaba luchando por recuperar su hogar, el resto de su pueblo querían acabar con esa tiranía y devolver la paz a sus vidas.

Luchaban por ella, por su hogar y por su familia asesinada.

Aquello le provoco un nudo en la garganta y los ojos se le pusieron llorosos, sin duda su pueblo era increíble.

La rubia entonces pudo divisar a escasos metros las puertas cerradas de su palacio, sacudió con más fuerzas las riendas de su caballo, ya faltaba menos para estar dentro.

Sin embargo cuando se encontraba a apenas metros de su objetivo algo impacto contra ella, derribándola por completo de su caballo, cayo rodando por el suelo hasta chocarse contra una pared.

-¡Eyra!-. Exclamaron el resto al verlo.

Cuando la rubia abrió los ojos se encontró con un varios espectros que le habían lanzado bolas de energía a todos y consiguiendo impactar una contra su estomago.

Esta se levanto rápidamente del suelo y desenvaino su espada.

-¡Malditas escorias, no vais a alejarme de mi objetivo! ¡Perdeos en eterna oscuridad para siempre!-. De repente la rubia levanto la mano y su sombra empezó a agrandarse y alargase hasta donde se encontraban aquellos bichos.

𝘿𝙖𝙣𝙯𝙖 𝙙𝙚 𝙙𝙧𝙖𝙜𝙤𝙣𝙚𝙨 「𝙂𝙤𝙙 𝙤𝙛 𝙬𝙖𝙧」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora