ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 19: sᴀɴᴀɴᴅᴏ ᴍɪ ᴄᴏʀᴀᴢᴏ́ɴ

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Varios días habían pasado desde la coronación y desde que Eyra y Rilen habían compartido un momento bastante intimo, cosa que no hizo que la relación entre ellos cambiaran, simplemente siguieron el uno con el otro como siempre.

Aquello no tenia porque suponer un antes y un después en sus vidas, ambos necesitaban cariño y amor y se lo dieron mutuamente.

Días en los que Eyra no había tenido ningún clase de información sobre Atreus, ya había perdido la cuenta de cuantos habían pasado desde que se había marchado.

Simplemente no querían pensar en ello más de lo que debería, sería lo mejor para su dolorido corazón.

Había noches en las que Eyra se sentaba en el suelo, con las grandes ventanas de su cuarto abiertas, siendo solamente iluminada por la gran luna, dándole una paz y tranquilidad que por el día no sentía.

A veces se escabullía por los jardines y se daba el placer de perderse por ahí, la monotonía la estaba consumiendo, se sentía triste, sola y muy perdida.

Atreus la había cambiado por otra mujer, ni si quiera tuvo el valor de rechazarla, simplemente, desapareció.

Seguramente estaría por ahí viviendo aventuras junto a ella, riendo, charlando bajo la luz de la noche y haciendo muchas cosas juntas.

Por un momento deseo ser ella.

Por un momento deseo dejar de ser ella, de ser Eyra, la reina de ahí y solo ser una muchacha normal sin las obligaciones reales.

Eyra comprendía que no podía seguir así, no podía seguir metida en ese pozo porque acabaría hundiéndose, necesitaba encontrar un objetivo, algo que le diera la fuerza para seguir adelante.

Todo era papeleo y firmas en su día a día hasta que la noticia de que una horda de monstruos se acercaba a la ciudad para arrasarlo todo llego hasta ella.

-¡Eyra, tenemos que salir ya, cada vez están más cerca!-. Le decía Rilen mientras se acomodaba su armadura.

-¡Muy bien, dirígete hacia allá con tus hombres, yo no tardare en unirme a ustedes, la verdad es que necesito descargar energía, tengo mucho estrés encima!-. Le decía mientras se levantaba con rapidez de la silla.

-Vale, ten cuidado por favor-. Le rogo desapareciendo de su vista.

-Que tengan ellos cuidado conmigo mejor-. Dijo susurrando mientras corría hacia la ventana y pegaba un gran salto hacia el vacio.

Poco después un rugido y una gran criatura descendieron hacia los cielos.

Había dejado salir al dragón de su interior.

Necesitaba volar y sentir el aire en la cara y bueno, romper alguna que otra cara y hueso.

Pero sobre todo, necesitaba sentirse libre aunque fuera durante unos minutos.

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Guerreros luchaban con valor y fuerza contra los bichos, no sabían de donde habían aparecido tantos juntos, pero tenían que parar su camino hacia el reino fuera como fuera.

Todos luchaban con todas sus ganas y aunque algunos hombres fueron heridos levemente no paraban de defender su hogar.

Rilen había llegado hace poco y se había unido con sus hombres, poco a poco estaban ganando terreno sobre los enemigos, que aunque fueran más grandes que ellos no se acobardaban ante nada ni nadie.

Fue entonces cuando el rubio aprecio como unas flechas de color verde y unas explosiones impactaban contra los bichos, al girar pudo ver a Atreus que junto a Angrboda luchaban a su lado.

𝘿𝙖𝙣𝙯𝙖 𝙙𝙚 𝙙𝙧𝙖𝙜𝙤𝙣𝙚𝙨 「𝙂𝙤𝙙 𝙤𝙛 𝙬𝙖𝙧」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora