⠀⠀⠀⠀✩✩✩ | CHAPTER FOUR

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¿Qué estaba haciendo ahí?

Dick sólo podía ver su perfil, pero reconoció a Jason Todd inmediatamente.

El lugar donde estaban los famosos en el campeonato de Golf era el último sitio donde hubiera esperado verlo. Aunque no había esperado verlo en ningún sitio.

Un par de noches antes había intentado ligar con él en un bar, incluso había dado a entender que lo sorprendería con su tenacidad, pero pensó que era una broma.

Y sin embargo, allí estaba, esos cabellos cayendo sobre su frente eran inconfundibles. Como lo eran su estatura y su formidable presencia. Y si se giraba un poco, estarían mirándose el uno al otro.

Volver a ver a Jason Todd era lo último que deseaba cuando estaba charlando con Talia al Ghul, una de las críticas más severas de su padre.

—¿Quién es?

—¿Qué? —Dick sonrió, como si no supiera a qué se refería.

Aunque sabía que eso no iba a funcionar, la congresista al Ghul había hecho carrera aprovechándose de los errores de los demás y si pudiera usar algo de su vida personal contra su padre no dudaría en hacerlo.

—Has visto a alguien en la carpa y te has puesto nervioso, incluso tu olor te delata. Y ahora intentas no mirarlo —dijo Talia, asquerosamente perceptiva.

—No es nadie, una persona con la que me encontré el otro día.

—Dime quién es, puede que lo conozca.

Sí, seguro. Como que iba a señalar a Jason para que Talia, famosa por sus malsanos rumores, empezase a hacer suposiciones.

—Lo dudo mucho.

Dick no quería mirar. De verdad, no quería. Pero entonces Jason rio, con esa risa suya tan masculina, y el sonido hizo que girase la cabeza.

—Vaya, vaya —murmuró Talia.

—¿Qué?

—La persona que te tiene tan desconcertado es Jason Todd.

—¿Lo conoces?

—Sé que es corredor de bolsa, uno de los mejores. Tiene muy buena reputación por aquí y es muy rico, pero también tiene una reputación horrible con los omegas.

Dick apretó los dientes antes de sonreír, la sonrisa más falsa del mundo.

—No te preocupes por mí, apenas lo conozco.

Talia arqueó una ceja, burlona.

—¿Ah, no? Pues nunca lo había visto por aquí. Tal vez lo dejaste tan impresionado que ha tenido que seguirte.

«Sí», le gustaría decir a Dick. «La otra noche se mostró tan seductor que me habría gustado quitarme la ropa allí mismo, en el bar».

Eso la haría callar. Al menos durante unos segundos.

—Dudo mucho que me haya seguido —soltó para frenar cualquier cosa que Talia pudiera imaginar.

—Mejor porque tiene fama de no rendirse hasta que consigue lo que quiere. Será mejor que no quiera saber nada de ti.

Talia, que era como un buitre carroñero, estaba salivando. Sin duda le encantaría ver su corazón devorado por un conocido playboy.

Le habría gustado decirle que se metiera en sus asuntos, pero no quería ponerse a mal con ella, de modo que fingió agradecer el consejo.

—Seguro que no ha vuelto a pensar en mí.

—Sería lo mejor porque Jason no está a tu alcance —la sonrisa burlona que soltó la mujer hizo a Dick enojar—. No le gustan los niños buenos —agrego Talia provocándolo.

Pero Dick era mucho mejor que ella y no caería en provocaciones, así que decidió pasar por alto el insulto.

—Voy a buscar un asiento cerca del campo —menciono para cambiar el tema y salir de ahí lo más pronto posible—. Aunque la mayoría de la gente viene aquí para salir en las fotos, a mí me gusta disfrutar de las rondas del golf.

Talia lo miró y le regalo una mirada irónica.

—Espero que eso sea todo lo que disfrutes.

Dick le sonrió por una última vez y se alejó, antes de que su omega saltará sobre la pobre señora.

Lo que menos quería era hacer un escándalo, eso solo traería problemas y no solo a él, a su padre también.

Y lo que menos quería en ese momento era llamar la atención.

Menos si el alfa playboy se encontraba ahí.

De modo que soltando un pequeño suspiro, camino hacia las gradas, poniéndose en su camino su pequeña boina y lentes de sol.

Tal vez así podría pasar desapercibido tanto para los reporteros como para cierto alfa.

***

Jason vio que Dick se dirigía a las gradas, con esos cabellos negros que le provocaban inesperadas descargas de adrenalina. Sólo habían pasado dos días desde que se conocieron, pero había dedicado mucho tiempo y mucha energía en encontrarlo.

Aunque no sabía exactamente por qué. Ni siquiera tenía que ver con la estúpida apuesta que había hecho con Roy quien, convencido de que no iba a lograr nada, incluso le había conseguido una invitación para acudir al evento de Royalty. Y, gracias a su persistencia, Jason no podría echarse para atrás, aunque quisiera.

A veces no tenía nada que ver con el resultado, sino con la pesca, como su abuelo solía decir.

Su abuelo, que había sido pescador aficionado, se pasaba horas en el lago lanzando la caña de pescar. Jason nunca lo entendió.

Todo ese tiempo y energía intentando pescar un pez que ni siquiera se iba a comer.

Claro que su abuelo nunca hablaba de lo que había pescado, pero sí contaba cientos de historias sobre los peces que se le habían escapado.

Si él dejaba que Dick se le escapara, estaría admitiendo el fracaso y se preguntaría siempre si se había echado atrás porque pensaba que el esfuerzo no merecía la pena o porque temía que sí lo mereciese.

—Perdona, tengo que irme —le dijo al hombre con el que estaba hablando, uno de sus clientes.

—¿A dónde vas?

—¿No está a punto de empezar el partido?

—¡No me digas que has venido aquí para ver los partidos!

Jason sonrió.

—No, en realidad he venido a pescar.

No se quedó para verlo, pero la expresión del hombre era de auténtica perplejidad.

ACCIDENTAL FIANCÉ ── JAYDICKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora