⠀⠀⠀⠀✩✩✩ | CHAPTER NINETEEN

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Dick recibió una increíble cantidad de llamadas y correos electrónicos cuando regresó a su casa.

La mayoría eran de personas con las que no había tenido oportunidad de hablar durante la falsa fiesta de compromiso. Algunas que se habían dado cuenta de su repentina desaparición y querían saber si estaba bien o enterarse de algún chisme si lo hubiera. Unas pocas, de gente que parecía genuinamente preocupada por la situación y por el.

Sin ganas de contestar alguna de ellas se encerró en su cuarto y vio novelas románticas porque tanto el como su omega eran masoquistas y necesitaban tener su mente ocupada en otra cosa que no fuera Jason.

Días después su celo llegó y no fue lo que esperaba.

Dick estaba acostumbrado a su omega pidiendo un alfa de cara desconocida que lo cuidara y satisficiera. Estaba demás mencionar que sus celos los pasaba solo y algunas veces la asistente de su padre se aseguraba que Dick estuviera vivo al término de este con una simple llamada a su celular.

Esta vez fue completamente diferente. Dick solo deseaba a un alfa con un rostro singular. Un alfa con pestañas largas y pómulos bien marcados. Un alfa con sonrisa de pirata y ojos color verdes. Dick llamaba por Jason sin saberlo.

Su olor era intenso y agradeció a la asistente de su padre por cuidarlo durante esos días. Dick se negaba a comer o tomar agua. Pero cuando la chica mencionaba a Jason, Dick obedecía ciegamente sin protestar. Sus necesidades sexuales las tuvo que atender con una almohada mientras susurraba el nombre de Jason.

Se sentía triste y deseoso, patético, se dijo a si mismo. No podía creer que su propio omega llamaba por un alfa que lo había engañado no solo a el, si no que a todo el mundo. Había caído en su red de mentiras y ahí estaba él, en sus días más vulnerables, esperándolo y deseándolo como si fuera el amor de su vida.

Adolorido no solo por no tener a un alfa que no pasara su celo con el. Adolorido del corazón por haberse enamorado de un alfa que ni siquiera lo miraba como un omega, si no como un error que había cometido por una apuesta.

Dick lloraba en las noches, diciendo que era por su horrible situación. Aunque en su interior sabia que le lloraba a alguien mas.

Días después de vivir lo que fue su peor celo. La única llamada que devolvió fue la de Stephanie Brown. Pero no podía contarle a su amiga lo que había pasado porque no sabía cómo decirle que su ordenada vida había dado un giro de trescientos sesenta grados y todo por un alfa.

La única persona cuya llamada ansiaba era Jason.

Durante las semanas pasadas había estado constantemente a su lado, defendiéndolo, apoyándolo. Pero ahora, cuando necesitaba un hombro sobre el que llorar, había desaparecido.

Claro que Jason no podría protegerlo de sí mismo.

De modo que se quedó en casa, trabajando largas horas en la página web de su padre. Estuvo casi una semana entera sin ver a nadie más que al chico de Meyakiito, que le llevaba la cena del restaurante asiático.

Pero por fin, el lunes, unas semanas después de haber tenido su celo, Stephanie fue a buscarlo para invitarlo a comer. Pero se mostraba extrañamente cauteloso.

Dick nunca se había visto a sí mismo como un omega frágil. El no necesitaba que lo envolvieran entre algodones. Pero tal vez por estar en compañía de Stephanie o tal vez porque se sentía más vulnerable que nunca, se encontró contándole la verdad.

—Debería ver el lado bueno del asunto —le dijo, mientras comía un poco de helado—. Sólo me había enamorado un poquito.

Stephanie lo miró, sin decir nada.

—¿Qué? —pregunto Dick al notar su mirada.

—Nada.

—Parecía que ibas a decir algo.

—No, sólo... la verdad es que no creo que tú puedas enamorarte sólo un poquito, Dick.

—Pues claro que puedo. Mi compañera de facultad lo hacía todo el tiempo.

—Sí, bueno, tal vez otras personas pueden hacerlo, pero no creo que tú puedas.

—¿Por qué no?

—Tengo la impresión de que tú eres de los omegas de «o todo o nada» —Stephanie hizo una pausa, inclinando a un lado la cabeza, pensativa—. Lo que me has contado, que Jason hizo todo eso porque se sentía culpable... la verdad es que no me lo creo.

—¿No lo crees?

—Te juro que cuando te mira... en fin, te mira como Cass me mira a mí.

Dick soltó un bufido de incredulidad.

—Yo he visto cómo te mira Cass. Es una mirada intensa, apasionada, posesiva.

—¡Exactamente!

—Yo creo que tú estás enamorada y lo ves todo de color de rosa —Dick suspiró—. Lo que imaginas como amor por parte de Jason es sólo... no lo sé, una indigestión o algo así —intentó bromear—. Pero gracias por decirlo, eres una buena amiga.

Stephanie le hizo un guiño conspirador.

—Sí, lo soy. O al menos quiero serlo.

Mientras volvía a casa, Dick pensaba en lo que Stephanie había dicho: que el no sería capaz de enamorarse sólo un poquito.

¿Y si tenía razón? ¿Y si se había enamorado de un alfa que no podía amarlo?

Estar con Jason había despertado un lado apasionado que siempre había mantenido bajo control.

¿Qué sería de esa parte de él ahora que Jason no estaba en su vida? ¿Encontraría a otro alfa que lo hiciera sentir lo mismo algún día?

Estaba contemplando esa deprimente posibilidad por la noche, mientras esperaba su cena, y en cuanto sonó el timbre Dick pulsó el botón del portero automático.

Pero cuando abrió la puerta no encontró al chico de Mayakiito con sus rollos de sushi que había ordenado para la cena.

Se encontró al alfa que había llamado días antes en su celo y por el cuál esperaba ansioso una llamada.

Jason.

ACCIDENTAL FIANCÉ ── JAYDICKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora