⠀⠀⠀⠀✩✩✩ | CHAPTER ELEVEN

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Los murmullos aumentaron de volumen cuando Dick apareció en la gala de Trabor Light esa noche, pero no prestó atención hasta que notó que todas las miradas estaban clavadas en él.

Primero era una mirada aquí y allá, la risita de alguien, una sonrisa de complicidad, pero fue el: «Hola, guapo» de un hombre lo que hizo que se le erizase el vello de la nuca.

Nervioso, miró alrededor, buscando una cara amiga. Conocía a aquella gente de toda la vida, pero la única persona que parecía mirarlo con simpatía era Stephanie Brown.

Aunque nunca habían sido amigos íntimos, se conocían desde hacía años y Stephanie lo miraba con tal compasión que a Dick le temblaron las rodillas.

Evidentemente Stephanie, estaba al tanto de lo que pasaba. Fuera lo que fuera.

—¿Me proteges de los buitres? —le suplicó en voz baja mientras la saludaba con un pequeño abrazo como saludo.

Stephanie, vestida de blanco y negro, lo tomó del brazo.

—Por supuesto. Pero tengo la impresión de que aún no sabes por qué los buitres están haciendo círculos sobre tu cabeza.

—No tengo ni idea —declaró Dick nervioso.

—Tienes que probar los canapés de salmón —dijo Stephanie en voz alta mientras lo llevaba al jardín.

Una vez allí, sacó su iPhone del bolsillo de su pantalón y buscó una página web.

Dick reconoció la portada de la revista y, al ver la fotografía, sintió que el mundo se hundía bajo sus pies.

La foto era terrible, pero el artículo era aún peor.

Un pequeño error, un momento de locura y todo el mundo lo cuestionaba. No sería tan horrible si no fuera el hijo de un político conocido, pero lo era.

Además, Dick siempre había abogado públicamente por la abstinencia, porque los omegas se respetaran a sí mismos sin importar si eran hombres o mujeres.

La foto parecía burlarse de todo eso. Era como si dijera esas cosas para quedar bien con los votantes más conservadores de su padre mientras él se acostaba con personas a las que apenas conocía.

Y la horrible verdad era que había tenido relaciones con un hombre al que apenas conocía.

Había traicionado sus convicciones por unos minutos de placer en los brazos de un extraño.

—No puedo... —murmuró, pero la frase murió en sus labios antes de que pudiese terminarla.

A su lado, Stephanie soltó una carcajada, como si hubiera dicho algo muy divertido.

—Si se dan cuenta de que te duele, seguirán persiguiéndote, así que disimula.

Dick asintió con la cabeza. Stephanie tenía fama de chica atrevida y el verano anterior había mantenido una tumultuosa aventura con Cassandra Cain que terminó en escándalo.

—Tienes razón, pero-

En ese momento vio a Jason al otro lado del jardín, mirándolo. Pero no tuvo tiempo de descifrar su expresión porque Talia al Ghul apareció a su lado.

—Vaya, vaya, vaya, pero si es el último buen omega de Europa —soltó Talia.

El pánico de Dick se convirtió en resolución. Se negaba a dejarse acobardar.

—¿Sabes una cosa? Estoy empezando a odiar ese ridículo apelativo.

—No te preocupes, cariño, ya no se te puede aplicar. Me sorprende que hayas tenido valor para venir.

—¿Cómo dices? —Dick le clavó la mirada, de nuevo lo insultaba.

—Siempre pensé que no tenías personalidad, que no valías más que para salir bonito en las fotos... qué sorpresa. No sé si es admirable o estúpido.

La grosería de Talia era intolerable, pero Stephanie salió en su defensa.

—¿Por qué no vas a soltar tu veneno a otro sitio?

—¿Ahora resulta que son amigos? ¿Este nuevo Dick ligero de alfas es por influencia tuya?

—Yo tomo mis propias decisiones y cometo mis propios errores —replicó Dick, indignado.

—Ha sido algo más que un error querido. El niño bueno pillado con un hombre al que apenas conoce. Esta foto hará maravillas por la carrera de tu padre —dijo Talia, irónica.

Dick apretó los labios. Eso era lo que más había temido, pero antes de que pudiera replicar alguien lo tomó del brazo.

Jason.

—Creo que no nos conocemos —le dijo a Talia, ofreciéndole su mano—. Dick no ha tenido tiempo de presentarme a todos sus amigos.

La congresista lo miró, recelosa, sin aceptar la mano que le ofrecía.

—Soy Jason Todd, el prometido de Dick.

Dick lo miró, atónito, y Jason rezó para que no dijese nada.

Si Jason iba a lanzarse frente al autobús para salvarlo, lo mínimo que podía hacer era no bloquearle el camino.

—Parece que nos han atrapado —siguió, con aparente tranquilidad—. Nosotros intentando esconder nuestra relación de la prensa... pero hemos metido la pata —dijo luego, apretando la mano de Dick—. Dickie, cariño, ¿por qué no me presentas a tus amigos?

Había reconocido a Stephanie Brown, por supuesto. La otra mujer, en cambio, no parecía más que un buitre dispuesto a darse un festín con el escándalo.

—Jason, te presento a Talia al Ghul. A la congresista al Ghul.

Ah, eso explicaba su cara de pánico. Por lo que él sabía, la congresista al Ghul era enemiga de su padre.

—No te preocupes, cariño, la gente nos perdonará por besarnos en público cuando sepan que estamos comprometidos.

Talia soltó un bufido.

—¿Un beso? ¿Sólo eso?

—Un alfa tiene derecho a besar a su prometido en público, ¿no? —soltó Jason controlando a su alfa, estaba a punto de lanzarse sobre la congresista.

—Si están prometidos de verdad.

—Si fuera por mí, ya estaríamos casados —soltó obvio apretando más a Dick contra él.

Stephanie tuvo que apretar los labios para contener la risa.

—Bueno, si nos perdonan un momento —Jason tomó a Dick del brazo—. Dickie ha prometido presentarme a la gente importante de verdad.

La congresista hizo una mueca de sorpresa ante la implicación de que ella no era «importante de verdad».

Jason tomo a Dick de la cintura y lo guio lejos de la congresista.

Stephanie los miro con una sonrisa en su cara tratando de aguantarse la risa ante la situación. «Vaya pareja» pensó, y sin más se alejo de la congresista también.

ACCIDENTAL FIANCÉ ── JAYDICKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora