⠀⠀⠀⠀✩✩✩ | CHAPTER FIVE

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Jason miró alrededor, buscando unos cabellos negros en las gradas, y lo encontró inmediatamente. Aunque se había puesto una boina para evitar el sol. Entre todas aquellas personas con vestimenta de diseño y joyas escandalosas, Dick tenía un aspecto elegante y delicado.

Afortunadamente, había varios asientos vacíos a su lado ya que la mayoría de los invitados seguían en la sala.

—¿Te importa si me siento? —Jason no esperó respuesta.

Dick se quitó las gafas de sol, sorprendido. Abrió la boca para decir algo, pero pareció pensárselo mejor y volvió a ponerse las gafas.

—No, en absoluto —murmuró, mirando de nuevo hacia el campo, aunque el partido aún no había empezado—. Puedes sentarte donde quieras.

Su tono era frío, como si estuviera hablando con un extraño. Por un momento al alfa le enojo eso. Claro que era un extraño.

La tensión sexual entre ellos era evidente, pero no se conocían de nada.

Jason intentó acomodarse en el banco de madera. A pesar de que los más ricos de Gotham acudían al campeonato de golf, el sitio era una mezcla de elegancia extravagante y utilitarismo. Un recordatorio de que estaban allí para ver deporte, no sólo para beber y salir en las revistas.

—Has salido corriendo de la sala antes de que pudiera saludarte.

—Quería encontrar un buen asiento —dijo Dick, sin mirarlo.

—La otra noche también te fuiste sin decirme adiós. Se te da bien escapar a toda prisa.

Por fin, Dick se volvió para mirarlo.

—Si crees que me das miedo, estás equivocado.

—Me alegro porque no me gusta dar miedo. Si te diera miedo, me sentiría en la obligación de marcharme.

Dick apretó los labios, como si estuviera preguntándose qué debía decir. Pero, por fin, pareció decidir que lo mejor era ser sincero.

—Me han advertido sobre ti.

—Ah, de modo que sentías curiosidad por saber quién soy.

—No, en absoluto. Pero la persona que estaba conmigo hace unos minutos sí te conocía y me ha dicho que eres un notorio playboy. Yo no he preguntado por ti.

—Estás mintiendo.

Dick lo miró, perplejo. Podía ver sus ojos a través del cristal de las gafas, pero no era lo bastante claro como para saber si estaba diciendo la verdad.

—Esa persona me dio su opinión sin que yo se la pidiera.

Jason sonrió.

—No hay nada malo en investigar un poco. Yo he estado preguntando por ahí.

—¿Cómo sabías...?

—¿Quién eras? Es fácil reconocerte, Richard Grayson. El último buen omega de Europa.

Dick cerró la boca, indignado. Jason pudo oler un poco de su enojo. Sonrió para sus adentros.

—Veo que no te gustó la entrevista.

—Aunque tuviéramos una semana no podría decirte todo lo que no me gustó de esa entrevista. ¿Te gustaría a ti que te resumieran en una frase así? Es ridículo.

—¿Una frase como «notorio playboy»? Al menos a ti te han dado seis palabras, tú me has dado dos.

—No eran mis palabras —protestó Dick—. Seguro que eres algo más que un notorio playboy y un adicto al trabajo.

—¿También soy adicto al trabajo?

—Eso me han dicho, pero da igual. Tú y yo no tenemos nada que ver.

Jason estuvo a punto de reír ante tan sincera afirmación.

—Pues yo creo que sí.

Dick, que tenía las piernas cruzadas y sin darse cuenta mostraba unos muslos preciosos, se movió en el asiento, incómodo.

—No me refería a eso.

—Entiendo.

—Pero demuestra que tengo razón. Tú no haces más que insinuar... conmigo, lo que ves es lo que hay.

—Eso no significa que no podamos estar juntos.

—¿Has leído la entrevista?

—De arriba abajo.

—Entonces sabrás...

—Nadie es tan bueno. Además, yo estaba allí la otra noche —Jason se inclinó hacia delante, apoyando los codos en las rodillas para estar un poco más cerca—. No puedes negar que nos sentimos atraídos el uno por el otro.

—Yo no he negado nada.

Su mirada era tan directa como sus palabras. Con este chico no había engaños.

Jason pasó un dedo por su rodilla. Esperaba que se apartase y cuando no lo hizo se alegró.

Dick no había mordido el anzuelo, pero tampoco estaba nadando hacia el otro lado.

—A pesar de lo que decías sobre la abstinencia, la otra noche estuviste a punto de irte a la cama con un extraño.

Le sorprendió que Dick lo mirase directamente a los ojos. Unos ojos azules enormes, preciosos.

—¿De verdad quieres hablar de abstinencia con el último buen omega de Europa?

Jason soltó una carcajada.

—No, la verdad es que se me ocurren cosas mucho más interesantes. Pero estoy dispuesto a hablar de lo que tú quieras.

—Hablar es lo único que vas a conseguir.

—Me arriesgaré porque, digas lo que digas sobre la castidad, estás deseando dejarte llevar.

—Pero no lo haré, ésa es la cuestión —Dick se puso los lentes de sol en la camisa medio abierta antes de levantarse—. Ven, vamos.

—¿Dónde? —preguntó desconcertado.

—A otro sitio. Éste es el partido de inauguración del torneo y hay más famosos que en Broadway. Y, por lo tanto, también hay periodistas y fotógrafos por todas partes. No voy a discutir contigo sobre moralidad delante de todo el mundo.

—¿Quieres que vayamos a un sitio más privado? —exclamó Jason—. Tienes una manera muy original de rechazar a un alfa.

Dick le dio una última mirada y comenzó a caminar. Jason se mojó los labios ante la bonita panorámica de su trasero. Sin esperar más camino detrás de él.

El juego estaba por empezar. Y no se refería al partido de golf.

ACCIDENTAL FIANCÉ ── JAYDICKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora